Can you hear me?

Capítulo 1

En el alba de un nuevo día, los pasillos del hospital cobraban vida. Las luces fluorescentes parpadeaban, y el aroma a desinfectante flotaba en el aire .El sol se filtraba tímidamente por las ventanas, pintando rayos dorados sobre las sillas de plástico y las revistas desgastadas. En ese escenario de esperanza y preocupación, los destinos se entrelazaban, y las historias comenzaban a tejerse en los corazones de quienes transitaban por aquel lugar de sanación y fragilidad.

Ahí mismo en ese lugar, se encontraba Hanna Evans haciendo su chequeo de rutina, había sido una noche muy agitada ayudando a sus compañeros a atender un caso muy extraño de gripe, ya iban diez pacientes y por lo visto, era algo bastante contagioso, pero ya lo habían logrado controlar.

O eso pensaban.

- ¿Noche agitada? - Preguntó una de las enfermeras cuando la vio llegar y casi que tirando la carpeta sobre su escritorio - ¿Hace cuánto no duermes?

La joven le brindó una sonrisa cansada y negó con su cabeza mientras se sentaba en una silla libre del escritorio. No había mucho que contar, su propio rostro lo decía todo.

Su cabello anteriormente recogido en una cofia, ahora estaba envuelto en un moño desordenado con algunos mechones de cabello sueltos por su rostro, las dos bolsas moradas bajo sus ojos verdes le decía las muchas horas que llevaba despierta y su piel ahora pálida por estar tantas horas bajo la luz artificial remarcaban las pecas en su nariz y pómulos.

No se veía muy bien a su percepción.

- Creo que en cualquier momento caeré en coma en alguna de esas camillas - Termina diciendo a modo de broma ganándose una pequeña risita de la enfermera.

- Yo digo que deberías tomarte el resto del día, ya podrías regresar mañana... - Pudo notar la pequeña pausa de la enfermera antes de que terminara de rematar su frase con: - Después de todo eras una estudiante, no una pasante.

"Todavía", pensó Hanna, todavía no era una pasante. Había logrado empezar a trabajar como pasante y ayudante auxiliar en el hospital gracias a los dos doctores de renombre que tenía como padres: Christopher y Samantha Evans. Muchos se quejarían de su vida privilegiada o que gracias a ella muchos perdían oportunidades, pero ella no.

Ella tenía una ventaja y le sacaría provecho, si ella podría ayudar a salvar a cinco personas en una noche agitada como la anterior, lo haría. Hanna Evans jamás perdería la oportunidad de salvar a las personas, justo como a ella la salvaron una vez en el pasado.

- Oye, Evans - Una tercera voz interrumpió la muerta conversación con la enfermera y ella lo volteó a ver - El niño Nick ha comenzado a toser demasiado y la fiebre se le ha disparado, tampoco para de vomitar.

- ¿Cómo? - Su entrecejo se frunció al tiempo que hacia la pregunta, se levantó de un salto de la silla y tomó el estetoscopio que había dejado anteriormente en el escritorio - Lo acabo de ver hace como veinte minutos, estaba muy bien, se supone que ya se le había dado de alta.

El hombre negó con su cabeza mientras levantaba sus hombros y hacía un gesto con sus labios en señal de que él tampoco entendía muy bien la situación. El niño que había llegado por una alergia, ahora vomitaba sin parar.

- Es por eso que deberían aceptar a gente más experimentada y no a niños privilegiados... - Pudo escuchar el comentario malintencionado de la enfermera al fondo, más poco le importó y se apresuró casi que corriendo hacia la sala de urgencias.

Sus ojos recorrieron las paredes blancas de los pasillos del hospital de su camino hacia la sala de urgencias, pequeños grupos yacían reunidos en las esquinas de los pasillos observando con atención el televisor que colgaba en ellos. Una exhalación salió de sus labios a medida que cruzaba los pasillos, todos lucían preocupados y por alguna razón, para Hanna, se veían más enfermos que antes.