Capítulo 4

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Las probabilidades de que Hanna Evans sobreviviera sola en aquel bosque eran altas, había aprendido a defenderse, a buscar agua en lugares escasos de esta y crear algunas trampas para poder atrapar animales pequeños.

Pero, ¿Sobrevivir a un encuentro de una manada de simios? Nadie la había preparado para eso, ni los pocos sobrevivientes que se había topado durante estos diez años y que preferían vivir entre la naturaleza o ni siquiera Josh quien padecía de alguna fobia al escuchar la palabra "Simio".

Después de todo ninguno de ellos había vivido la experiencia que ella estaba viviendo en esos momentos.

Su cuerpo permanecía inmóvil y estupefacto ante sus recientes emociones, Hanna aún no había podido levantarse de la tierra húmeda y no había pronunciado nada más después de aquel nombre, cuyo dueño yacía ahora frente a ella.

Todos los pares de ojos de aquellos simios se posaban sobre ella, mirándola expectante y a la vez de manera amenazadora puesto que había pronunciado el nombre de su líder.

¿Y quién era ella más que una simple y sucia humana como para saber la existencia de su rey?

No sabe cuánto tiempo pasó, si fueron segundos, minutos o hasta horas hasta que su cuerpo pudo reaccionar y poder así levantarse, acción que fue impedido cuando un gran, ancho, fuerte y pesado brazo peludo la volvió a tumbar en el suelo, su visión se volvió borrosa por un momento gracias al lodo que cubrió sus ojos por un momento. Tomó un par de bocanadas cuando la acción se repitió una vez más.

- ¡No! - Grave y gutural fue aquel grito que la hizo estremecerse - No, Koba, No.

Limpió su rostro lo más rápido que sus manos temblorosas podían y observó la escena frente a él, César se alzaba con más poder y liderazgo sobre aquella roca mientras a una corta distancia se hallaba otro simio quien lo miraba fijamente dándole la espalda a ella.

- Humana...En el bosque... - Hanna abrió sus ojos verdosos lo más que pudo y soltó un jadeo (Más de asombro que de temor) cuando el simio desconocido habló - Peligrosa.

Esta vez si soltó un pequeño quejido de miedo al ver la apariencia del simio Koba cuando este volteó a verla; Su cara llena de cicatrices, su ojo ciego y la forma en que su mandíbula se contraía enseñando más sus caninos era sin duda para Hanna, el rostro más espantoso y terrorífico que había visto.

Y eso que había visto muchas cosas espantosas y terroríficas.

- "Padre..." - El joven simio que había visto y del cual había huido interfirió entre las miradas retadoras de ambos adultos y su mirada yacía posada sobre el líder.

¿Padre? Entonces sí era... Él era...

- "Ella me salvó..." - Sus ojos azules se fijaron sobre los de ella, dudoso sobre continuar o si valdría la pena salvarle la vida, Hanna apostaba más por la segunda - "Yo... Desobedecí, seguí a un venado más allá del lago y por poco un puma... Lo siento, padre".

Hanna cuando notó que todas las miradas estaban sobre el joven simio, se levantó con suma lentitud hasta estar nuevamente de pie. Retrocedió un par de pasos cuando el simio desfigurado al que reconoció como Koba gruñó en su dirección y la mirada del simio líder estaba sobre ella.

- Es... Una trampa... - Habló el simio tuerto - César, salvar a tu hijo por conveniencia...

- Oh si, yo le dije al puma que atacara a su hijo para que así yo pudiera matarlo y verme como una heroína - No pudo evitar soltar con sarcasmo al notar lo incongruente que estaba siendo el animal.

¿Qué iba a saber ella que César no había perdido el tiempo y se había hecho un mini él?

No era algo que le sorprendía, estaba en la naturaleza de ellos reproducirse, pero nunca lo había pensado realmente. César tenía un hijo y por ende una esposa, una familia. No lo sabía, pero ahora sí.

Can you hear me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora