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{ Fogata }

Narrador omnisciente.

Todo estaba perdido, Thomas lo sabía.

Los gritos de Janson siendo comido por los Raros a los que acababa de liberar era lo único en lo que podía concentrarse en ese momento. Su mano ensangrentada apretándose contra su herida de bala en el abdomen; casi podía saborear la sangre subiendo por su garganta.

Luego, apenas fue capaz de reaccionar cuando Teresa apoyó las manos en sus hombros, llamándolo para reaccionara.

—¡Tenemos que irnos, Thomas! —fue de lo poco que escuchó a Teresa.

La chica se encargó de pasar uno de sus brazos por sus propios hombros, haciendo fuerza y gimiendo por el esfuerzo para levantar a Thomas. El castaño se quejó adolorido, intentando ayudarla en la acción.

Como pudieron, consiguieron salir del laboratorio, escuchando aún los gritos magullados de Janson.

Todo estaba en llamas, no había prácticamente salidas. Pero Teresa se movió rápidamente por las escaleras de arriba, abriendo la puerta de la azotea.

Fue una mala idea, porque aquello estaba peor o casi igual que las plantas inferiores del edificio. Pero ya no pudieron salir, cuando Teresa intentó dar la vuelta, todo el pasillo explotó, dejándolos encerrados.

—Vale, ah... —Teresa intentó hablar, llevando a Thomas hasta el centro de la azotea, donde las llamas aún no habían llegado.

Thomas gimió del dolor, su mano apretándose en la herida del disparo cuando Teresa los apoyó en el suelo. Llorando, la chica le guardó la Cura en el bolsillo del pantalón.

—C-Creo que... —Thomas respiró con dificultad, intentando mirar a la chica—...es tarde... —añadió en un jadeo.

El corazón de Thomas se apretó de dolor. Lo había perdido todo. Había perdido a Newt. Había muerto en sus brazos. Ahora él estaba al borde de la muerte también, con Teresa a su lado.

—Lo siento... —la chica musitó en un sollozo, y miró a Thomas para que se apoyara bien en ella—. Lo he intentado, pero...

—Lo sé. —Thomas consiguió decir.

Pero no se esperó que Teresa le diera un beso después.

Tampoco se esperó que el Berg de Jorge se posara delante de la azotea a medio derrumbarse. Thomas ya había pensado lo peor, había pensado que moriría.

A pesar de todo.

¡Son ellos, los veo! —Brenda dijo, todos corriendo a abrir la escotilla.

Teresa ayudó a Thomas a ponerse de pie, cargando con casi todo el peso del chico. Caminó como pudo hasta donde estaba inclinado el Berg.

Después de muchos intentos, Teresa consiguió empujar a Thomas con la fuerza suficiente como para poder ayudar a subirlo al transporte. Minho y Vince lo atraparon al vuelo, poniéndolo a salvo.

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