Isidro miraba con gesto serio una taza de té que reposaba frente a él en la mesa de la cocina.
Hacía días que se sentía mejor, pero, podría jurar que, ahora mismo, su corazón estaba roto de nuevo.
Fina acababa de decirle que necesitaba irse de la colonia, quizás de Toledo. Ahora que toda la pesadilla había pasado, ella le suplicó con los ojos húmedos, que no se enfadara con ella si se iba.
- Necesito alejarme de ella. - dijo antes de limpiarse una lágrima que le cayó por la mejilla. - Necesito olvidarla y aquí no puedo. - sollozó. - No puedo, padre.
No quería inmiscuirse en su vida de nuevo, pero le hubiese gustado saber de quién se trataba, por si podía ayudarla, por si podía hacer la vida de su niña más fácil, más feliz.
- Haz lo que tengas que hacer, hija. - le dijo. - Busca tu propia felicidad. Yo estaré bien, lo prometo.
Isidro no paraba de darle vueltas al té con una cucharilla, la misma cantidad de vueltas que le daba la cabeza.
- Isidro, ¿qué tal está hoy?
El anciano levantó la vista de la taza y miró a quién le hablaba con ternura y preocupación en la voz.
- Doña Marta. - le sonrió con algo de tristeza en la mirada. - Estoy bien. La medicina que me dio Don Jaime ha obrado un milagro.
Marta sonrió con cariño.
- La ciencia a veces parece milagrosa, sí. - dijo mientras se servía un vaso de agua de una jarra que había en la mesa.
Isidro volvió a mirar la taza que tenía delante con tristeza y Marta frunció el ceño al verlo. Bebió un sorbo de agua del vaso que aún sostenía y lo dejó sobre la mesa de nuevo.
- ¿Está seguro de que está usted bien? - preguntó mientras se sentaba junto al chófer con la preocupación tatuada en el rostro. - Parece...no sé...triste.
El señor la miró y los ojos se le llenaron de lágrimas.
- Isidro...- le dijo con voz cálida agarrándole la mano.
- Es mi Fina...
Marta se tensó al escucharle.
- ¿Está bien? ¿Le ha pasado algo?
- No, no, Doña Marta. - dijo poniendo su otra mano sobre la de ella, que, a su vez, le imitó.
Sus manos estaban amontonadas, unidas, sobre la mesa de la cocina, mientras se miraban.
- No se preocupe. Ella estará bien.
- ¿Estará?
- Está pasando un mal momento personal. Acaba de decirme que se va a ir de la colonia y que quizás se vaya de Toledo para poder...- pensó cómo debía decirlo. -...sanar.
Marta miraba al anciano con los ojos nerviosos y la boca entreabierta. Fina se iba y ella era la razón, estaba segura.
- Seguro que hablará con usted antes de hacerlo, Doña Marta. Ella la aprecia mucho. - aseguró dándole unas palmadas en el dorso de la mano. - Pero tiene que buscar dónde está su felicidad y parece que aquí no la encontrará.
Marta intentaba sonreír, pero los ojos se le estaban humedeciendo y no era capaz de evitarlo. Ella, que presumía de ser capaz de ocultar sus emociones, se iba a desmoronar por Fina delante de su padre.
- Doña Marta...- murmuró al ver cómo dos lágrimas se caían por sus mejillas.
- Lo siento. - le dijo, rota, intentando limpiar sus lágrimas con sus propios dedos. - Perdone, Isidro, no sé qué me pasa.
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Todos los ojalá.
FanfictionAquí recogeré los One Shots de #Mafin que vaya escribiendo. Pequeñas historias inconexas de todos mis "ojalá" sobre ellas.