Prólogo.

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Esa tarde diluviaba; se veía como los rayos caían a lo lejos, las goteras de la casa hacían un ruido algo molesto y, aunque ya era costumbre cuando ese clima se hacía presente, llegaba a inquietar a los chicos que temblaban viendo el reloj sobre la puerta, esa que conectaba el comedor con el pasillo de la entrada.

Silencio...

No había nada más entre madre e hijos, excepto ese idiota que estaba en una esquina de la habitación, mirando a la familia con incomodidad.

Kim Dalmin era la única que lograba percibirlo. Era un chico, se veía más viejo que ella, pero solo por uno o dos años. Sus ojos oscuros contrastaban demasiado con su piel pálida. La asechaba como siempre, ella lo vigilaba de reojo, con miedo, no quería parecer una loca y de nuevo cagarla.

–Hoy se está tardando más de lo debido. —Hongjoong rompió el silencio, moviendo su pierna con impaciencia.

El pequeño Taehyung comenzó a morderse las últimas uñas que le quedaban. Dalmin -quien estaba a su lado- acarició con gentileza su espalda, para poder calmar sus nervios.

–Tranquilos, quizá solo se atascó en el tráfico. –intentó calmarlos la señora Nari, su madre.

Se escuchó el sonido de un auto estacionando, haciendo que un escalofrío le recorriera la espalda a más de uno. Les tomó segundos acomodarse en sus asientos, como si todo estuviese normal.

Se escuchó la puerta de entrada y la señora Nari se levantó de su lugar y se encaminó hacia la entrada. Se escuchó el ruido de unas llaves sobre la pequeña mesa de cristal que había a un lado de la puerta seguido de algo siendo colgado en el perchero.

–¡Dalmin!

Sus hermanos solo giraron sus cabezas en su dirección, temor y reproche mezclados en sus rostros.

Los cuatro chicos se levantaron por reflejo, su padre entró sosteniendo con fuerza el brazo de su madre.

–Los de tu escuela de mierda llamaron otra vez, porque tuviste una "crisis". —Acusó, resaltando la última palabra antes de lanzar a Nari al suelo de un empujón. Los dos hijos más pequeños de la pareja, corrieron a socorrer a su madre–. No tengo tiempo para tus numeritos de mierda, ¡no me hagas repetirte las cosas más de una vez!

El hombre se acercó amenazante hasta Dalmin. Ella, por instinto, miró con advertencia al chico, que no se movía de la esquina de la habitación.

La mano del señor Kim aterrizó con fuerza en la mejilla de Dalmin... El silencio reinó en el lugar varios segundos, hasta que lo único que se escuchaba era el sonido de la mano golpeando, una y otra vez, el rostro de la chica.

Estaba cagado hasta las patas...

Hongjoong se repetía a sí mismo que se moviera e hiciera algo para que su padre parara. Miraba como la grande mano subía y bajaba reiteradas veces impactando contra el cuerpo de Dalmin, algunas lágrimas amenazaban por caer, pero fue interrumpida por una voz grave y desconocida detrás de él.

– Déjamelo a mí, niño. – Susurró.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo al sentir el aura de una bestia detrás de él, quedó estático al no saber cómo reaccionar, tenía miedo de su padre, pero en ese momento estaba horrorizado por aquello que le susurró al oído, no se trataba de ninguno de sus hermanos y no era un humano.

Una gota de sudor frío calló por su sien, solo asintió ante la petición y cayó dormido.

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Lo primero que logró ver fue el techo de su habitación, estaba recostado en su cama. Las luces estaban apagadas y escuchaba unos sollozos casi silenciosos, al sentarse sintió el dolor en su cara y abdomen. Al quejarse los sollozos cesaron y no tardó mucho en divisar la silueta de Taehyung asomarse por la separación de sus cuartos.

Espectro.  ||-Minjoong-||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora