V Mejores Maneras. Pervertido.

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El viento frío de la madrugada pasaba a través del cuerpo no físico de Mingi; soltaba suspiros pesados de a ratos; hace aproximadamente dos horas le había dicho a Dalmin que regresó.

Al iniciar se echó a llorar diciendo que lo extrañaba y que porque se había ido, pero como era de esperarse, en cuanto Mingi tomó su forma física no viva, comenzó a aventar cosas, recriminando y diciéndole el miedo que había tenido esos días.

Mingi estaba cansado de los comportamientos de Dalmin, pero no podía alejarse de ella, entendía el problema que tenía y prefería pensar que quizás sí era su culpa. Aunque también prefería seguir la costumbre y no hacer enojar a sus abuelos.

Tranquila, no va a pasarte nada, yo estoy aquí ahora —la abrazó con fuerza, logrando que se tranquilizara un poco. —Fue toda mi culpa, lo lamento, no volveré a irme —susurró mirándola a los ojos.

Se suponía que debía estar acostado junto a ella ahora; le había prometido dormir ahí, pero debía solucionar unos temas pendientes con un viejo amigo.

Su pierna se movía impaciente mientras miraba la calle vacía; pronto se hizo presente la figura de un tipo alto caminando por el jardín delantero de la casa. Mingi se levantó rápidamente en su dirección.

—¿Qué estabas haciendo aquí? —preguntó Mingi, acercándose al tipo, procurando estar lo suficientemente lejos de la acera

—¿Cómo sabes si fui yo? —dijo con una sonrisa, mientras encendía un cigarro.

No estoy de humor, Yunho, contesta —ordenó mientras se cruzaba de brazos.

El más alto soltó el humo de sus pulmones y sonrió. —Tranquilo, hermano, no vayas a matarme —rió y le dio otra calada al cigarro. —Ordenes de arriba —se limitó a contestar mientras soltaba el humo. —Como un idiota rompió tu contrato, la casa quedó vacía, y adivina a quien mandar a recoger los restos de tus desastres —suspiró— ¡Exacto! A tu primo mayor —se puso serio y llevó el cigarro de nuevo a su boca. —Aunque debo admitir que esto me sorprendió, nunca me habían mandado a tu casa —hizo una mueca de disgusto mientras soltaba el humo.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó aún de brazos cruzados, viendo como el humo se disipaba.

—¿Sobre los niños? —preguntó y el menor asintió, recordando la poca información que Dalmin le dio antes de dormir. —Me aburría el tener que quedarme quieto sin poder hacer nada y los abuelos no me dijeron que no podía hacerlo —levantó los hombros con desdén, quitó la ceniza a su cigarro y miró nuevamente a Mingi. —Me encontraba tan frustrado de no hacer nada, por eso prefiero ir a iglesias o cementerios —confesó. —El chico, el mayor, ¿Cómo se llamaba? —interrogó mirando el cielo intentando recordar.

—¿Yojoong? —preguntó confundido.

No, el otro, el que es más enano —hizo una seña con su mano libre de la altura. Mingi no pudo evitar soltar una carcajada.

Hongjoong —contestó más relajado.

Él, fue muy chistoso verlo tan asustado —le dió la última calada al cigarro consumido —iba a visitarlo a su balcón, y cuando no veía a nadie se ponía pálido como la leche —recordó y rió. Mingi comprendió a donde quería llegar y su semblante se puso serio. —Quizás puedas presentarnos —dijo y se relamió los labios.

No. —contestó al instante el chico y se dio la vuelta. —No te vuelvas a acercar a ellos —ordenó disponiéndose a entrar a la casa.

Pensé que solo te interesaba la chica —habló detrás de Mingi. —¿O será que piensas desobedecer a los abuelos? —dijo interrogante, logrando que parara en seco. Las cejas de Yunho se elevaron por la sorpresa.

Espectro.  ||-Minjoong-||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora