Londres, 1815.La temporada de bailes y fiestas estaba en su apogeo, y la alta sociedad londinense se preparaba para otra velada en la mansión de los Bridgerton. Penelope Featherington se ajustó el vestido de seda verde, observando su reflejo en el espejo con una mezcla de ansiedad y resolución. Esta temporada sería diferente; había decidido dejar atrás sus sueños imposibles y enfocarse en el presente. Y en el presente, Benedict Bridgerton, el segundo de los hermanos, había comenzado a cortejarla.
Benedict era todo lo que una dama podía desear: encantador, atento y con un talento artístico que lo hacía destacar. Penelope había encontrado en él una compañía agradable y segura, alguien que apreciaba su ingenio y no la juzgaba por su apariencia o sus antecedentes. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, aún ardía un anhelo insatisfecho, un nombre que no podía borrar: Colin Bridgerton.
Colin, con su sonrisa traviesa y sus aventuras interminables, había sido el amor no correspondido de Penelope durante años. Pero ahora él estaba de vuelta en Londres, después de viajar por el continente europeo, y Penelope sabía que enfrentarse a él sería inevitable. Decidida a seguir adelante, tomó un respiro profundo y se dirigió al salón de baile.
La sala estaba llena de luces y música, con parejas girando por la pista y grupos de damas y caballeros charlando animadamente. Penelope se unió a Eloise, su amiga de confianza, quien le ofreció una copa de ponche y un comentario mordaz sobre los últimos cotilleos de Lady Whistledown. Sin embargo, antes de que pudiera responder, una voz familiar interrumpió sus pensamientos.
—Penelope, qué sorpresa verte aquí.
Era Colin. Su presencia llenó la sala, y Penelope sintió cómo su corazón se aceleraba. Mantuvo la compostura y sonrió.
—Colin, bienvenido de nuevo a Londres. ¿Cómo estuvieron tus viajes?
—Fascinantes, pero siempre es bueno regresar a casa. —Sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y algo más que Penelope no pudo identificar. —Me han contado que estás recibiendo la atención de mi hermano Benedict. Me alegra saber que finalmente alguien ha reconocido tu valía.
Penelope sintió un rubor subir a sus mejillas, pero antes de que pudiera responder, Benedict apareció a su lado, tomando su mano con una sonrisa.
—Hermano, no seas tan indiscreto. Penelope y yo estamos disfrutando de conocernos mejor.
Colin levantó una ceja, pero no dijo nada. En cambio, le ofreció a Penelope su brazo.
—¿Me concederías esta pieza, Penelope?
Penelope dudó por un momento, pero finalmente asintió. Colin la guió hasta la pista de baile, y al comenzar la música, sintió cómo la tensión aumentaba entre ellos.
—Colin, ¿qué estás haciendo? —susurró Penelope mientras daban vueltas al ritmo de la música.
—Penelope, he vuelto porque me he dado cuenta de algo muy importante durante mis viajes. He estado ciego todo este tiempo. —Sus ojos se clavaron en los de ella con una intensidad que la hizo estremecer. —He vuelto por ti, Penelope. No puedo dejar que sigas adelante con Benedict sin saber la verdad.
Penelope sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Todo lo que había deseado escuchar durante años ahora se presentaba ante ella, pero la situación era mucho más complicada de lo que Colin podría imaginar.
—Colin, no puedes simplemente volver y esperar que todo sea como antes. He intentado seguir adelante, y Benedict es...
—Benedict es mi hermano, y nunca podría interponerme en su camino si supiera que realmente te hace feliz. Pero necesito saberlo, Penelope. ¿Es eso lo que realmente deseas?
Las palabras quedaron suspendidas en el aire mientras la música continuaba. Penelope se encontró atrapada entre dos amores, enfrentando un futuro incierto. Y en ese momento, supo que tomar una decisión sería más difícil de lo que jamás había imaginado.
Continúa en el siguiente capítulo...