La vida de Penelope y Benedict comenzó con la felicidad que ambos habían soñado. Los días se llenaban de risas, complicidad y planes para el futuro. Sin embargo, a pesar de su alegría, Penelope no podía evitar sentirse inquieta a veces. Colin seguía siendo una presencia constante en sus pensamientos, y aunque trataba de ignorarlo, sus sentimientos se negaban a desaparecer por completo.Una tarde, mientras Benedict estaba fuera en un compromiso de trabajo, Colin pasó por la casa de Penelope para entregar algunos documentos de la familia. Penelope, al verlo, sintió una mezcla de sorpresa y nerviosismo.
—Colin, ¿qué haces aquí? —preguntó Penelope, intentando mantener la compostura.
—Solo vine a dejar estos documentos para Benedict. —respondió Colin, sonriendo. —¿Cómo estás, Penelope?
—Estoy bien, gracias. —respondió ella, tratando de sonar despreocupada. —¿Quieres pasar y tomar un té?
Colin aceptó, y ambos se sentaron en el salón. La conversación fluía con facilidad, como siempre lo había hecho entre ellos. Recordaron viejos tiempos, rieron y compartieron anécdotas de sus respectivos viajes. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Penelope comenzó a sentir una tensión creciente en el ambiente.
—Penelope, hay algo que he querido decirte desde hace tiempo. —dijo Colin, su voz más seria de lo habitual.
Penelope lo miró, su corazón latiendo con fuerza.
—¿Qué es, Colin?
—A pesar de todo, no he podido dejar de pensar en ti. Mis sentimientos por ti no han cambiado. Sé que estás comprometida con Benedict, y lo respeto, pero no puedo ignorar lo que siento.
Penelope sintió una oleada de emociones. Sabía que debía ser firme, pero las palabras de Colin removieron sentimientos que creía haber superado.
—Colin, yo... —comenzó a decir, pero se encontró sin palabras.
En ese momento, Colin se acercó y la besó. El mundo pareció detenerse mientras Penelope respondía al beso, sintiendo una mezcla de pasión y culpa. Sin embargo, pronto se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y se apartó, con el rostro lleno de confusión y arrepentimiento.
—No, Colin. Esto no está bien. —dijo, con lágrimas en los ojos.
Colin la miró con una expresión de dolor y comprensión.
—Lo siento, Penelope. No debí...
—No, Colin. Ambos somos responsables. Pero no podemos hacer esto. Yo amo a Benedict, y él no merece esto.
Colin asintió, con el corazón pesado.
—Tienes razón. Perdóname, Penelope. No volverá a suceder.
Penelope lo observó marcharse, sintiendo una profunda tristeza y culpa. Sabía que debía decirle a Benedict lo que había pasado, pero también temía las consecuencias. No quería perderlo, pero tampoco podía ocultarle la verdad.
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Esa noche, cuando Benedict regresó a casa, Penelope lo recibió con una mezcla de alegría y temor. Después de cenar, decidió que debía hablar con él.
—Benedict, hay algo que necesito decirte. —comenzó, con la voz temblorosa.
Benedict la miró con preocupación.
—¿Qué sucede, Penelope?
Ella tomó una respiración profunda y le contó lo sucedido con Colin. Las lágrimas corrían por su rostro mientras hablaba, y Benedict la escuchaba en silencio, su expresión se volvía cada vez más seria.
—Penelope, esto es... —comenzó Benedict, visiblemente afectado. —Es difícil de asimilar.
Penelope sintió que su corazón se rompía al ver el dolor en los ojos de Benedict.
—Lo siento tanto, Benedict. Te amo más que a nada en este mundo y lamento profundamente lo que ha sucedido.
Benedict se levantó y caminó por la habitación, tratando de ordenar sus pensamientos.
—Necesito tiempo para pensar. —dijo finalmente, con voz tensa. —Amo a Colin, pero esto es difícil de aceptar.
Penelope asintió, sabiendo que había puesto en peligro la relación más importante de su vida. Mientras Benedict se retiraba a otra habitación, se quedó sola con sus pensamientos, preguntándose si alguna vez podría reparar el daño que había causado.
Continúa en el siguiente capítulo...