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Cardiff, capital de Gales, 1956.

Max miraba por la ventana, siendo un observador nato cuando se necesitaba huir de las atrocidades del hogar.

Su mente se sumergía en aquella vista que daba al mar, uno que parecía no tener fin.

Uno, dos golpes a la puerta.

Tan estruendosos que casi lo hacen brincar.

Pero está tan acostumbrado a ellos, que poco o nada de efecto tienen en él.

Se le hacía tarde para su primer día de clases, pero no podía importarle menos.

—¡Mocoso engreído! ¿Crees que pagamos la escuela para que faltes? —Jos hablo desde el otro lado de la puerta.

Max volvió a mirar hacia la ventana, imaginando, por un mínimo momento, que una dulce voz lo llamaba para desayunar.

ANTES DE ÉL.

El rubio caminaba por las calles de la ciudad, su mente estaba perdida en sus pensamientos mientras recorría el camino hacia la casa de su amigo.

Toco la puerta con impaciencia, le gustaba fastidiarlo.

—Mamá dice que pagaras por una nueva puerta si sigues golpeando así —Dijo Lando abriendo la puerta y saliendo de su casa—¿Listo?

Max asintió y ambos caminaron un par de calles antes de meterse a un callejón donde cambiaron sus ropajes.

Se vistieron de manera casual, ignorando el hecho de que debían ir a clases.

Caminaron hacia la playa y se posaron en el muelle, mirando a las personas pasar, algunos de ellos les regresaban la mirada.

No debían estar ahí.

— Deberíamos divertirnos está tarde —Propuso Max para después llevarse una chuchería a la boca.

— Pensé que ya no saldríamos —Respondió Lando, quien mascaba un chicle— ¿Fue él?

El castaño señaló un marca en el labio del rubio, un pequeño corte producto de un fuerte golpe.

— Quiero divertirme como antes —Max ignoro su pregunta, su mente deseaba divagar.

— Sé de una fiesta está noche. Si puedes salir de casa, podríamos pasar un buen rato —Propuso Lando.

La brisa jugaba con sus cabellos, y el ruido de las olas rompía el silencio.

Aventurarse a escondidas era algo que habían estado haciendo el último mes, buscando divertirse por la noche y recibiendo un placer fugaz.

Los padres de Max tenían una relación complicada, y era el joven quien se veía más afectado por el actuar y palabras de sus progenitores.

Su madre lo consideraba un estorbo.

Su padre lo veía como un inútil bueno para nada.

Dichos pensamientos lo llevaron a creer que esto era verdad, y realmente no se molestaba en intentar probar lo contrario.

Le gustaba vagar todo el día, y sus calificaciones no eran buenas. Sus aventuras nocturnas lo mantenían muy cansado y había probado el alcohol a muy temprana edad.

𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐘 𝐎𝐅 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐖𝐀𝐍~ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora