**Capítulo 11**

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De repente, un suave golpeteo en la ventana la hizo sobresaltarse. Al abrir la cortina, se encontró con un búho, sus ojos brillando en la oscuridad. El búho emitió un suave ulular, como un mensaje.

—¿Qué eres, pequeño? —susurró Lily. Aunque desconcertada, sintió que el búho era una señal, un recordatorio de que las respuestas estaban ahí afuera, esperando ser descubiertas.

Con renovada determinación, se volvió a la cama. El aire fresco de la ventana abierta traía el aroma del bosque, recordándole los secretos por descubrir. Sabía que el amanecer traería nuevos desafíos, pero esta vez enfrentaría lo desconocido con valentía.

El despertador sonó a las 7 de la mañana, rompiendo la quietud de su habitación. Con un estiramiento perezoso, Lily se levantó de la cama, sintiendo la suavidad de la alfombra bajo sus pies descalzos. La luz grisácea del amanecer se filtraba por las cortinas, anunciando un día nublado, pero Lily decidió que eso no afectaría su ánimo. Se dirigió hacia el baño, ansiosa por comenzar el día.

El agua cálida de la ducha acariciaba su rostro, ofreciéndole un breve respiro antes del bullicio del día. Mientras el vapor llenaba el baño, Lily dejó que sus pensamientos vagaran, recordando las imágenes de la noche anterior, llenas de promesas y misterios. A pesar del cielo nublado, estaba decidida a convertir ese día en algo especial. Al salir de la ducha, se envolvió en una toalla, otra anudada en su cabello rojo como una corona improvisada.

Con la toalla aún en su cabeza, Lily roció su ropa con su fragancia favorita, un gesto que añadía un toque personal a su atuendo especial: una camiseta negra de cuello alto y una falda acampanada de terciopelo marrón, combinadas con elegantes tacones negros. Este conjunto reflejaba su estado de ánimo decidido y renovado. Una vez vestida, se enfrentó al reto de secar y alisar su cabello rojo, un proceso que le tomó tiempo pero que valió la pena por el resultado. Aunque amaba sus ondas naturales, hoy buscaba un nuevo comienzo. Decidió maquillarse de manera natural, un toque sutil que solo aquellos que la conocían bien lo notarían.

Mientras organizaba sus cosas en su mochila, su teléfono comenzó a sonar. Era James.

—¡Buenos días, Lily! —saludó su amigo James con alegría desde el otro lado de la línea.

—Buenos días, James —respondió ella, sosteniendo el móvil mientras guardaba sus libros en la mochila—. ¿Cómo estás?

—¿Yo? Como siempre, lleno de energía. ¿Y tú? ¿Has dormido bien?—

—Como un bebé —contestó Lily con una risa ligera, cerrando la cremallera de la mochila—. Aunque me falta desayunar.

—Perfecto, porque tengo una propuesta —dijo James, emocionado—. Sé que habíamos quedado en la universidad, pero ¿qué te parece si te invito a desayunar antes?—

Lily tardó un momento en responder, lo que hizo que James se impacientara.

—¿Qué dices? —insistió.

—Está bien, suena genial —dijo finalmente, consultando la hora en su muñeca.

—¡Genial! Entonces paso por ti en 15 minutos —respondió James, colgando antes de que ella pudiera protestar.

Con una sonrisa, Lily dejó el móvil y tomó su abrigo negro y su mochila. Sus tacones resonaron en los escalones de madera mientras bajaba las escaleras y dejaba su mochila junto a la puerta de entrada. El aroma a café fresco llenaba el aire, evocando recuerdos familiares y dibujando una sonrisa en su rostro.

En la cocina, sus tíos ya estaban sentados, disfrutando de una taza de café matutina.

—Buenos días —saludó Lily, dando un beso a su tío Lucas y luego a su tía Samantha.

Oscuridad InmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora