III.

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El día siguiente amaneció con un cielo despejado y una brisa fría que acariciaba las calles de Pentagram City. Lucifer se despertó temprano, preparando a Charlie con cuidado. Eligió un conjunto cálido y colorido para ella, asegurándose de que estuviera cómoda y feliz.

"Vamos a ver a Ato hoy, ¿verdad, papi?" preguntó Charlie con emoción mientras Lucifer la ayudaba a ponerse su abrigo.

"Sí, cariño. Pero se llama 'Alastor'. Vamos a pasar un buen rato juntos," respondió él, tratando de mantener su voz firme y alegre. La perspectiva de pasar el día con Alastor le daba esperanza, aunque también lo llenaba de nervios.

Llegaron al punto de encuentro justo a tiempo. Alastor ya estaba allí, esperándolos con su característica sonrisa y una bufanda roja que contrastaba con el gris del invierno. Charlie corrió hacia él con un grito de alegría, y Alastor la recogió en sus brazos, riendo.

"¡Hola, pequeña! Estás muy abrigada hoy," comentó Alastor, girándola en el aire antes de ponerla suavemente en el suelo.

Lucifer se acercó, saludando a Alastor con una sonrisa. "Gracias por venir. Hay un parque aquí cerca que Charlie adora. Pensé que podríamos pasar un rato allí."

Alastor asintió, su mirada cálida y llena de interés. "Me parece perfecto. Vamos entonces."

El parque al que Lucifer se refería no era grande ni espectacular, pero tenía un encanto acogedor que lo hacía especial para él y Charlie. Caminando juntos, el alfa, el omega y la niña, formaban una imagen que podría haber sido extraída de una postal navideña. Los árboles cubiertos de nieve y los bancos pintorescos contribuyeron a una atmósfera de paz que Lucifer ansiaba experimentar más a menudo.

Charlie corrió adelante, ansiosa por llegar al pequeño lago que solía ser su punto de encuentro favorito con los patos que nadaban en sus aguas. Mientras la observaban, Alastor y Lucifer caminaron uno al lado del otro en silencio, disfrutando de la simple presencia del otro.

"Es un lugar encantador," comentó Alastor finalmente, rompiendo el silencio. "Puedo ver por qué a Charlie le gusta tanto."

Lucifer sonrió, observando a su hija mientras arrojaba pedazos de pan a los patos. "Sí, ella siempre ha amado los animales. Este parque es uno de los pocos lugares donde puede ser simplemente una niña, sin preocupaciones."

Alastor lo miró de reojo, percibiendo el subtexto en las palabras de Lucifer. "Y tú, Lucifer, hay demasiados parques en la ciudad, ¿por qué exactamentea este parque?"

Lucifer vaciló, mirando al lago antes de responder. "Supongo que, es un lugar donde puedo pensar, lejos de todo el ruido y el caos de mi vida."

Alastor asintió, comprendiendo. "Todos necesitamos un refugio. Me alegra que hayas compartido el tuyo conmigo."

Lucifer sonrió, agradecido por la comprensión de Alastor. "Gracias por estar aquí. Significa mucho para mí y para Charlie."

El omega no había mencionado que, una de las razones por las que solo iba a ese parque era porque, ahí fueron sus primeras citas con Lilith, cuando todo era bello, cuando todo aún era de color rosa.

Pasaron un rato más en el parque, disfrutando de la tranquilidad y la compañía. Alastor demostró ser una compañía agradable, entreteniendo a Charlie con historias y juegos mientras Lucifer observaba, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo, en paz. Sin embargo, sabía que no podía ignorar la realidad por mucho tiempo. El recuerdo de Lilith y su control implacable seguía pesando sobre él como una nube oscura.

"¿Te gustaría caminar un poco más?" sugirió Alastor cuando el sol comenzó a bajar en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas.

Lucifer asintió, recogiendo a Charlie y envolviéndola en su abrigo para protegerla del frío. "Sí, vamos. Hay un sendero hermoso que lleva a un mirador. La vista es impresionante."

De hielo - Radioapple Donde viven las historias. Descúbrelo ahora