Libres de pecado.

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-Tenemos que hacer algo -decidió Manuela-. Estas chicas están como locas. Necesitamos alguien que ponga todo en su sitio, una líder por el momento. Necesitamos escapar y...

-Manuela -la corté, sonriente-. Estás hiperventilando. Tranquila.

Manuela asintió con la cabeza nerviosamente, como con un tic.

-A ver, chicas -intenté llamar la atención de todas las personas del pasillo-. He abierto todas las puertas, pero no sé si habrá más chicas en otros pasillos o en otros sitios -me interrumpieron con aplausos y vítores-. Necesitamos escapar de aquí, ¿vale? Así que esto es lo que vamos a hacer.

Les expliqué que necesitábamos rescatar a todas las chicas que estuvieran encerradas, y así lo hicimos. Subimos a las otras plantas, y recogimos a por lo menos una centena de chicas.

Al ser la que menos tiempo llevaba encerrada, creo que yo era la que estaba más cuerda, así que Manuela y yo decidimos que yo sería esa líder. Además, yo había sido la que había abierto las puertas, así que me parecía completamente justo, y a las demás también.

Recorrimos todos los rincones de aquel extraño sitio, y no había ninguna persona humana; únicamente había robots y no eran inteligentes, así que no tuvimos problemas con eso.

Sin embargo, no encontrábamos la puerta de salida, la que daba al exterior para poder así respirar un poco de aire fresco por fin.

Estábamos dando la segunda vuelta al edificio cuando se me acercó una chica y me abrazó.

-Gracias por sacarnos de las celdas. Me estaba volviendo loca. Era horrible -estaba llorando.

-De nada -sonreí incómoda, sin saber qué decir.

-¿Sabes dónde podemos estar? -preguntó con impaciencia.

-Ni idea, pero supongo que en alguna mansión alejada de la civilización -dije con ironía-. Lo primero que tenemos que hacer es buscar la ciudad, y allí denunciar a quien quiera que nos haya raptado.

-Yo creo que ya le han atrapado. Siempre solía venir cada cierto tiempo a ver cómo estábamos, no sé si por compasión o curiosidad, pero hace mucho que no viene. Desde que llegaste, hace tres meses. Así que, creo que le habrán atrapado -razonó aquella chica, que parecía tener mi edad más o menos.

-Entonces, ¿por qué no han venido a rescatarnos a nosotras? Parece ilógico -me extrañé.

-Que le hayan atrapado no significa que haya dicho nuestro paradero -me guiñó un ojo.

-¡Eh, chicas! -gritó Manuela de repente, señalando una estancia que antes habíamos pasado por alto-. ¡LA SALIDA!

Todas corrimos en tropel hacia la supuesta salida recién encontrada, y así era. ¡Podíamos salir a la calle!

Todas nos abrazamos entre nosotras de nuevo, y llorábamos mientras salíamos a un enorme jardín. No había nadie vigilando la salida. Sin embargo, la valla estaba electrificada, y mediría como unos 10 metros de alto.

-¿Qué vamos a hacer ahora? -se lamentó otra chica que estaba cerca mía.

-Tranquilas -intenté calmar a todas-. Si miráis a la derecha, hay una torre. ¡Podemos escalar y escapar!

-¿Pero y si nos caemos? -preguntaron por el final del grupo.

-Entonces morireis. Así que intentad no caeros -confirmé.

Me dirigí hacia la torre yo sola seguida de Manuela, y tras un segundo de indecisión, me siguieron todas las chicas.

No era tan difícil como pensábamos escalar aquella torre. Solo había que tener coordinación en las piernas y los brazos.

Tardamos como una hora en conseguir escapar, pero, por la noche, ya estábamos libres.

Estábamos en una montaña solitaria, aislada.

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2015 ⏰

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