¿Te van los maduritos?

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-Ts, eh, la chica nueva. ¡Despierta! ¿O estás muerta? ¡Ay! ¡Que se ha muerto! ¡María, María, que la nueva se ha muerto! ¿Qué vamos a hacer ahora nosotras?

-¡Ay, Manuela, Manuela! ¡Que se ha muerto! ¿No despierta?

-¡No! Otra más para el saco, madre mía. Bueno, mira el lado bueno. ¡Más material para construir otra celda!

-¡Ay, Manuela! ¡Qué desgracia! Qué cosas tienes, que se ha muerto y piensas en hacer otra celda más.

-No, María, no. Yo solo miro el lado bueno de las...

-¡Cállate! ¡Cállate! ¡No quiero oiros más! ¡Que os calléis he dicho! -grité interrumpiendo la frase de aquella voz de mi imaginación.

-Vaya, Manuela, es verdad. Habla sola. Está loca.

-Chsss, cállate, María. Voy a hablar con ella. A ver, chica nueva, esta vez no soy una voz de tu cabeza, ¿me escuchas? Soy una persona de verdad, de carne y hueso, como tú. Me llamo Manuela, y estoy en la celda contigua. Conforme estás sentada en una pared, pues detrás de esa pared me encuentro yo, ¿puedes oirme bien? Nos estamos podiendo comunicar debido a que he hecho un agujero en la pared que compartimos. Supongo que no habrás visto todavía el agujero.

Miré a la derecha a ver si era verdad lo que aquella "persona" -ya no me fiaba ni de lo que escuchaba, tristemente- me estaba diciendo. ¡Sí! Había un agujero, pero ¿cómo lo había hecho?

-¿Hola? -dije solamente.

-¡Te oye, Manuela, te oye! ¡Te entiende! Sabe razonar, por lo menos.

-¿Y tú quién eres? -dije como contestación a aquella voz que resultaba nueva para mí.

-Me llamo María, y estoy en la celda contigua a la de Manuela.

-Chica nueva -volvió a hablar Manuela-, ¿cómo te llamas? Presentate, cuentanos algo de ti, tenemos todo el tiempo del mundo, como se suele decir.

-Ejem -me aclaré la garganta- me llamo Valentina y tengo 17 años. Tengo Trastorno Bipolar, aunque ahora mismo estoy dudando si también tengo Esquizofrenia. Vivía en Madrid antes de que me trajeran aquí; lo único que recuerdo es que Valentín me clavó un puñal mientras estaba en su casa.

-¿Valentín? -se extrañó María- ¿Qué hacías tú en la casa de Valentín?

-Íbamos a ir juntos al cine.

-Te van los maduritos, por lo que veo, eh -dijo Manuela con picardía.

-¡Y tan maduritos! -recalca María- ¡Hombres de 50 años! ¡Madre mía!

-¡O de 60! ¡Quién lo diría! -se rie Manuela.

-¿Cómo? -fue mi turno de extrañarme- Creo que nos estamos confundiendo de Valentín. Yo digo un chico muy alto y rubio, que anda inclinándose a los lados y huele siempre a tierra mojada.

-¡Claro! ¡No lo sabe! -gritaron las dos amigas a la vez.

-Valentín es el padre de Iván. Iván es el supuesto Valentín del que hablas -explicó Manuela, la que parecía más sensata de las dos.

Me tomé mi tiempo para intentar comprender esta alocada información que me acababan de proporcionar. ¿Acaso aquel chico había usado conmigo un falso nombre? ¡Claro! Ya decía yo que sería mucha casualidad que se llamara igual que yo.

-¿Vosotras le conocéis? ¿También él os trajo a vosotras dos aquí?

-¡Claro que le conocemos! -contestó María- él nos trajo a esta mierda de sitio a todas las chicas que estamos encerradas. ¿Cuántas éramos en total? ¡Ah, sí! 102 chicas. Contigo 103.

-Madre mía... -susurré.

Se hizo un profundo, aunque ligeramente reconfortante, silencio. La verdad es que, de tantas preguntas que quería hacer, no sabía ni por dónde empezar.
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-¡Me cago en la pxta! -grité por lo bajo, aunque con el suficiente volumen como para que me oyeran algunas personas que se encontraban en la sala.

-¿Ha oido eso, señor? -preguntó el compañero de Jonathan.

-¿El qué debería de haber oido?

-El susurro. Alguien ha susurrado. No sé qué ha dicho ni de donde provenía, pero he oído un susurro. Era una persona, eso estoy seguro.

-Sí, yo también lo he oído -comentó Jonathan.

-Debemos salir de aquí -me dijo mi padre entre dientes.

-Sí, mejor.

Nos arrastramos hasta la puerta en un silencio completo, sin hacer el más mínimo ruido. Pero, en cuanto llegamos a la entrada... tiré el paragüero al suelo, lo que delató definitivamente nuestra innecesaria y clandestina presencia.

-¡Levanta y corre!

Eso fue lo único que me dijo mi padre antes de que salieramos corriendo en dirección al aeropuerto.



San Valentín. [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora