Señala las cicatrices del escritor, y te aseguro podrá contarte la historia de cada una.
Adentrate en el jardín del escritor, donde pensamientos y relatos esperan a alguien que las escuche. Este libro es para aquellos que tienen sus corazones perdid...
- ¿Ve una mujer hermosa con el pelo negro en mi futuro? -Wendy era una mujer hermosa con el pelo negro.
- No -Respondió Rozzie, y lo que añadió a continuación me dejó paralizado -. Esta en tu pasado.
- Stephen King. Joyland (2013)
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No es la primera vez que me encuentro con un tope en medio de mi proceso creativo. Suele ocurrir tras momentos en los que desconozco de que manera continuar la historia, o cuando la inspiración y mi espíritu dejan de estar coordinados, llevándome a abandonar la escritura largo rato.
Comencé mi camino como escritor buscando la forma de escapar de mi realidad, como imagino que muchos escritores de antaño han buscado realizar por la frívola realidad que nos suele entornar. A mis trece años ya estaba escribiendo infinidad de cosas, gracias a una mente tan hiperactiva propia de un niño cuyas dificultades sociales e inmadurez emocional le impide relacionarse de mejor manera con los compañeros de su entorno. Siempre he creado muchos escenarios ficticios en mi mente sobre mi propia vida, deseando que las cosas fuesen así de fáciles, que la felicidad fuese algo palpable y presente, lo cual no hizo mas que dejar pasar muchos buenos momentos irrepetibles. A mis trece años yo ya era alguien que se sentía ajeno a su ambiente escolar, y buscando una manera de calmar a mi mente, la escritura fue algo que me salvó realmente.
Claro, no sería sino hasta tres o cuatro años después, ya estando en preparatoria, que la idea de ejercer la escritura cobraría muchísima mayor fuerza. Es ahí donde yo daría inicio a una variedad de ideas y primeros borradores que, temo decir, hasta la fecha, no hallan conclusión.
Cuando finalmente entre a la universidad todos en mi salón, donde a día de hoy mantengo buena amistad con la mayor parte, se maravillaban y expresaban algunos buenos comentarios de aliento para que lo siguiera practicando. Recuerdo una conversación exacta con una compañera, donde me preguntaba que tipo de historias escribía, a lo que le relate y explique las premisas de algunas ideas que tenía al principio del año pasado. Sin embargo, no esperaba lo que me diría a continuación:
¿Entonces también escribes sobre tu vida?
Al inicio solo respondí superficialmente, contándole que mayormente escribía ficción, solo que con pinceladas de sucesos de mi vida. A fin de cuentas, los escritores transcriben aquello de lo que conocen. Mas ese interrogante no cobraría significado sino hasta finales de 2023, posterior a la ruptura con la Señorita Luna. Donde la idea de descargar mis sentimientos y dolor del duelo en unas páginas sonaba buena opción para ir sanando las tan recientes heridas, aunque no lo llevaría a cabo sino hasta inicios del 2024. Y temo que tras escribir los primeros capítulos, es en este punto donde me encuentro varado al desconocer como comenzar. Siempre he sido promotor de la idea que dicta que el dolor debe convertirse en arte. Una frase que un día le comente a la señorita Luna cuando nos estábamos conociendo. Era claro para mí, y ella lo entendió a la perfección de tal modo que, a día de hoy, en sus propias historias se puede apreciar esto mismo.
