Antes de comenzar:
Querido lector, este capítulo está incompleto, puesto que no he podido trabajar ese conector que une al capítulo anterior con este, el cual, es sumamente importante y significativo para mí. Sobre todo hoy, 17 de septiembre, a un año de haber ocurrido todo.
Pero quiero entregar esto para ustedes, para mí, para la señorita Luna. En cuanto pueda corregiré y trabajaré todos los puntos antes de lo que leerán para que a futuro todo tenga sentido. Pero por ahora, fue mi catarsis hace dos meses, cuando aprendí que no podía seguir cometiendo errores y lastimando a alguien por no soltar el pasado.
Gracias por toda esta historia, F.
17/Septiembre/2024
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Allí estaba, una vieja radio donde el polvo empezaba a colorearlo de un gris cenizo, sobre una mesa donde hacía tanto pensaba compartir tantos desayunos, charlas y risas acompañado de su presencia. Un lugar donde ya no seríamos dos personas separadas, solitarias dentro de una casa vacía sin ninguna compañía.
Por mero instinto, busqué el interruptor del aparato, sacudiendo con la palma su colateral y alzando su antena para que la señal entrará con mayor facilidad. Creí que las pilas no servirían, hasta que, por primera vez en quién sabe cuánto tiempo, la música volvió a sonar en el viejo hogar. Lo cual, hizo que sonriera para mis adentros, sin poder soltar la radio.
La canción era un cover sencillo de una melodía con la cual me había obsesionado tanto en la temporada donde mis clases de teatro estaban comenzando, antes de conocer a Miss Sol, un mes después de despedirme de la señorita Luna. Esa canción era Iris, de Goo Goo Dolls, en acústica.
Y sentí como la luz del atardecer abrazaba mi espalda, donde sentimientos mezclados e indescriptibles tenían lugar en mi pecho. Abracé la radio, creyendo que ese era el final de este viaje. Antes de cerrar todo, tomar mis cosas y largarme para caminar hacia mi futuro.
Mas una sombra se postró a mi costado, acompañándome en el recuadro de luz donde el sol traspasaba la ventana e iluminaba la habitación. Al principio creí que solo se trataba de los residuos de sentimientos encontrados que estaban haciendo un último intento por hacer que me quedará allí. Creí que solo era la sombra que se cernía por las noches a susurrarme al oído pequeños momentos.
Sin embargo, sentí la presencia del otro allí conmigo. Lo cual me dejó congelado, me dejó ansioso por tiempos que me parecen lejanos ahora que lo narro. Pero solté la radio, dejándola suavemente en la mesa, y la canción siguió su curso. No había más que la melodía, la luz, y la pareja de sombras en la vieja casa.
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Mis Jardines de Otoño
PoésieSeñala las cicatrices del escritor, y te aseguro podrá contarte la historia de cada una. Adentrate en el jardín del escritor, donde pensamientos y relatos esperan a alguien que las escuche. Este libro es para aquellos que tienen sus corazones perdid...