Acto I

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La biblioteca de Hogwarts estaba envuelta en un silencio casi sagrado, un contraste brutal con el caos y la desesperación que había dejado la guerra. Las ventanas góticas permitían que la luz del sol de la tarde se filtrara suavemente, iluminando el polvo suspendido en el aire. Hermione Granger, con ojeras marcadas y el rostro demacrado, estaba sentada junto a una mesa cubierta de libros antiguos y pergaminos amarillentos. Sus dedos temblorosos pasaban página tras página con una urgencia desesperada.

El dolor por la pérdida de Harry era una constante en su pecho, pero había una chispa de esperanza que la mantendría en pie. Luna Lovegood, con su mirada serena pero profundamente triste, se sentó a su lado, observándola en silencio, su rostro una máscara de dolor y determinación.

"¡Lo encontré!" exclamó Hermione, su voz quebrada por la emoción y el temor. Luna se inclina hacia adelante, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y cautela. Hermione abrió un pergamino antiguo hacia Luna. En él estaban escritos símbolos arcanos y un texto en latín.

"Narcissa me encargó buscar esto. Es un ritual ancestral, un último recurso. Promete enviar al usuario al pasado para corregir eventos clave. Pero hay un precio", explicó Hermione, con voz temblorosa.

Luna frunció el ceño, leyendo las líneas cuidadosamente. "¿Qué precio?" preguntó, su voz llena de preocupación.

Hermione tomó una respiración profunda antes de responder. "Para que funcionar, debo renunciar a mi identidad actual y asumir una nueva. Adoptaré el linaje de la Casa Gauthier, una casa de sangre pura que se extinguió hace un par de décadas. Yo absorberé su herencia y habilidades."

Luna la miró fijamente, procesando la información. "¿Estás segura de que puedes hacerlo, Hermione?" "Es un paso enorme."

Hermione ascendió con determinación. "Debo hacerlo, Luna. No tenemos otra opción. Si logramos evitar que Voldemort ascienda al poder, evitaremos todo este sufrimiento".

Luna la observó por un momento más, luego asintió lentamente. "Entiendo. Entonces, ¿cuándo lo haremos?"

Hermione guardó el pergamino con cuidado y miró a Luna con seriedad. "Mañana al amanecer. Necesitamos prepararnos adecuadamente y asegurarnos de que todos los detalles estén cubiertos."

La biblioteca continuaba en silencio, como si las mismas paredes estuvieran manteniendo la respiración. Hermione y Luna se quedaron sentadas allí por un tiempo más, absortas en sus pensamientos y en los planes que estaban a punto de cambiar el curso de la historia. Finalmente, Luna se levantó y colocó una mano en el hombro de Hermione. -Lo haremos bien, Hermione. Tenemos que hacerlo."

Hermione asintió, sintiendo un nudo en la garganta. "Lo sé, Luna. Tenemos que hacerlo."

Esa noche, Hermione se sumergió en la preparación para el ritual. La biblioteca había sido su refugio, pero ahora la Sala de los Menesteres se convertiría en el escenario de su transformación. Se reunió con Narcissa Malfoy en un rincón apartado del castillo, donde discutieron los detalles finales del ritual.

Narcissa, a pesar de su rostro pálido y cansado, mantenía una compostura digna. Su cabello rubio estaba recogido en un moño elegante, y su vestido negro fluía como una sombra a su alrededor. Con movimientos precisos y calculados, Narcissa sostenía un grimorio antiguo, encuadernado en cuero gastado y con páginas amarillentas por el tiempo. Sus labios se movían en un murmullo constante mientras recitaba las palabras del ritual, cada sílaba cargada de un poder que resonaba en la sala.

"¿Estás lista para esto, Hermione?" -preguntó Narcissa, sus ojos grises fijos en los de Hermione.

"Sí, lo estoy", respondió Hermione, su voz firme a pesar del temblor en sus manos.

"Entre hilos y arena"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora