Acto II

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Continuacion...

Bellatrix se giró ligeramente, sus ojos platinos observando a Hermione con una intensidad que podía derretir el hielo. Con una leve inclinación de cabeza y un gesto apenas perceptible, la invitó a seguirla. Hermione, sin decir una palabra, se colocó un paso detrás, ambas caminando en un silencioso compás por los largos y oscuros pasillos de Hogwarts.

El eco de sus pasos resonaba en las paredes de piedra, creando una melodía inquietante que parecía reflejar el tumulto de pensamientos que ambas mujeres llevaban dentro. Bellatrix llevaba una sonrisa en sus labios, una sonrisa que no era del todo humana, una mezcla de poder y locura.

Después de un tiempo que pareció interminable, llegaron a una puerta semioculta en una esquina oscura del castillo. Bellatrix la abrió con un movimiento suave, revelando una habitación que parecía haber sido olvidada por el tiempo. La estancia, con paredes cubiertas de antiguos tapices y un fuego crepitante en la chimenea, emanaba un calor sofocante, como si la temperatura hubiese aumentado drásticamente con su presencia.

Bellatrix cerró la puerta tras ellas y se volvió hacia Hermione, invadiendo su espacio personal sin vacilar. Sus ojos brillaban con una luz febril mientras susurraba, "Aquí, lejos de miradas indiscretas, podemos hablar libremente." Se acercó aún más, su aliento caliente y dulce en el aire entre ellas. "Nosotras, somos más que simples reflejos en el espejo. Somos figuras mitológicas, forjadas en el crisol. Somos como Circe y Medea, tejedoras de hechizos y destinos."

Hermione sintió una oleada de calor recorrer su cuerpo, un calor que era tanto físico como emocional. Su mente buscaba en los recovecos de su conocimiento, recordando las historias de la mitología griega. "Circe," dijo lentamente mientras relamia sus labios, "una hechicera capaz de transformar a los hombres en bestias con solo una palabra. Y Medea, una mujer que desafió los límites de la moralidad por amor y venganza."

Bellatrix asintió, sus ojos brillando aún más. "Exactamente. Nosotras también poseemos ese poder, ese potencial para moldear el mundo según nuestros deseos. Tú, tienes una fuerza interior que pocos pueden comprender. Y bajo la tutela correcta, podrías alcanzar alturas inimaginables."

El calor en la habitación era ahora casi sofocante, como si las llamas de la chimenea reflejaran la intensidad de sus pensamientos y emociones. Bellatrix se acercó tanto que Hermione podía sentir su aliento en su piel. "¿No lo sientes? Este calor, esta energía... Es el fuego de la creación, el poder puro y sin restricciones que corre por nuestras venas. Somos brujas, capaces de moldear la realidad a nuestra voluntad."

Hermione respiró profundamente, sintiendo la tensión palpable entre ellas. "¿Y cuál sería nuestro Olimpo, Black? ¿Qué trono buscas ocupar en este juego de sombras y luces?"

Bellatrix sonrió, una sonrisa peligrosa y encantadora al mismo tiempo. "Mi Olimpo es el poder absoluto, la influencia sobre todos aquellos que nos rodean. Y el trono... nuestro trono es el control total, la capacidad de decidir el destino de todos aquellos que se cruzan en nuestro camino."

Las palabras de Bellatrix resonaron en el aire caliente de la habitación, una mezcla de seducción y amenaza que hizo que el corazón de Hermione latiera con más fuerza. Ella, completamente absorta en las palabras de Bellatrix, creyendo en cada una de sus promesas, asintió.

La habitación parecía vibrar con una energía oscura y seductora, una promesa de poder y transformación que era tan tentadora como peligrosa. Hermione, sintiendo el peso de su decisión, miró a Bellatrix directamente a los ojos. "Muy bien, Black. Muéstrame este camino. Y veamos hasta dónde puedes llegar en este juego."

Bellatrix sonrió con satisfacción, una chispa de triunfo en sus ojos. "Sabía que verías las cosas a mi manera."

Sin respetar el espacio personal de Hermione, Bellatrix se acercó aún más, hundiendo sus uñas con una fuerza casi sobrenatural en la carne de Hermione, atrayéndola hacia ella. "Nos espera un futuro grandioso, Gauthier. Un futuro donde tú y yo seremos las musas de tal destino."

Hermione, sintiendo el dolor agudo y el calor abrasador, dejó escapar un suspiro tembloroso. Recordando las palabras anteriores de Bellatrix, susurró: "Antes mencionaste que el mejor peón es el que no se da cuenta... Pero, ¿y si el peón es consciente y desea ser una esfinge postrado a los pies de un Dios apocrifo? ¿Qué dirías entonces?"

Bellatrix inclinó la cabeza, una sonrisa cruel curvando sus labios mientras sus uñas se enterraban más profundamente en la carne de Hermione, haciendo que la sangre brotara lentamente. Sus ojos chisporroteaban con una malevolencia casi tangible mientras respondía en un susurro seductor y oscuro. "Diría que una esfinge consciente se convierte en el instrumento más valioso en el caos primordial. Tal como las sombras de Tánatos y Eros se entrelazan en la danza eterna del destino, nosotras nos consumimos en este vaivén. Seré tu Diosa y tú, mi esfinge, eras mia, desde antes de nacer."

Hermione, con la respiración entrecortada y el dolor palpitando en su piel, miró a Bellatrix con una intensidad que reflejaba su completa absorción en el momento. La pregunta salió de sus labios como un susurro en medio del fervor y la tensión que las rodeaba. "La tierra es una esfera flotante en la nada, sin embargo, es tan diminuta como un grano de arena, todo en comparación con el sol. Entonces, ¿qué somos tú y yo?"

Bellatrix se quedó en silencio por un momento, su sonrisa se transformó en una expresión de reflexión profunda y cruelmente satisfactoria. Su mirada se tornó aún más intensa, casi como si estuviera tratando de desentrañar el enigma de su propia existencia y la de Hermione al mismo tiempo.

"Sabes, Black", comenzó Hermione, su voz suavizada por un tono enigmático, "hay un dilema en todo esto. Ícaro voló demasiado cerca del sol y se quemó,todo, por su propia ambición.Pero tu y yo, creo que nacimos para arder, destinadas a quemarnos en la mano de la otra."

La metáfora del vuelo de Ícaro, el castigo por la ambición desmedida, se entrelazaba con la realidad palpable de su situación. La sonrisa de Hermione era una mezcla de aceptación y desafío, una declaración de que ella no solo entendía su papel en esta danza de poder y oscuridad, sino que también estaba dispuesta a abrazarlo con toda su esencia.

Pero para Bellatrix, el escuchar esas palabras, permitió que una sonrisa satisfactoria se formara en sus labios. No se necesitaba respuesta con palabras; el reconocimiento en sus ojos y el brillo febril que iluminaba su rostro eran suficientes. Era como si el destino mismo hubiera sellado su acuerdo en un pacto ardiente y primigenio.






Nota de Autor:

Querido lector,

Mientras navegas por esta oscura danza entre Hermione y Bellatrix, te invitamos a explorar la inquietante profundidad de su encuentro. ¿Por qué cree que Hermione, recurre al mito de Ícaro? ¿Es una simple advertencia o una declaración de su propio destino?

Observa la forma en que Bellatrix se aferra a Hermione, casi como si estuviera marcando a una víctima predestinada. ¿Qué piensas que significa esta unión tan íntima y dolorosa? ¿Es un juego de poder, o hay una siniestra conexión más allá de lo evidente?

Y en medio de esta oscuridad, ¿ves alguna posibilidad de redención para ambas, o están atrapadas en una espiral de ambición y desesperación sin escapar? La respuesta puede ser tan escalofriante como el destino que les espera.

Con un susurro de inquietud,
Amadeus Black

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⏰ Última actualización: Aug 04 ⏰

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"Entre hilos y arena"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora