04

76 10 4
                                    

Maegor Targaryen


Maegor acariciaba la piel de Zhera con suavidad, como si de la mas fina pieza de mármol se tratase. Suaves toqueteos con las yemas de sus dedos qué y apenas podía considerarse tocarla; delineaba su cuerpo con lentitud provocando suaves risas de Zhera, risas qué eran seguidas por unas más graves de el.
Ambos se miraban a los ojos en su desnudez, Maegor podría jurar que los ojos de ellas brillaban cuando se conectaban con los suyos, como si se tratasen de antorchas reflejando su brillo en aquellos hermosos ojos verde.

— ¿Te tienes que ir tan pronto? —preguntó Zhera, se notaba la tristesa qué su voz emanaba.

Maegor dio un suave suspiro antes de voltear la mirada hacia el techo de la cama adornado con una seda de color rojo sangre, el no se quería ir y se lo había repetido desde que aquella carta le llego. No quería dejarla sola en un lugar de serpientes y perros esperando a soltar la mordida al mínimo descuido.

No tengo opción mi amor —Respondió Maegor en Valyrio al igual que ella, conforme su relación fue avanzando ella se dedicó a enseñarle aquella lengua. Maegor sabía al menos comunicarse de forma decente, aun con carencias en dialecto que resolvía a lo largo de las clases—. Mi padre me requiere al frente con el —contesto en la lengua común.

— Y aquí te requerimos nosotros...

Zhera tomo la mano de Maegor y la puso sobre su abdomen, aun era muy pequeño como para que alguien se diera cuenta a simple vista pero el lo sabía, desde hace una luna ella se había mostrado alegre ante la noticia y el aun más. "Un hijo" fue su primer pensamiento en ese momento, un pequeño dragón de estaba formando dentro de la mujer que más amaba.
Maegor acarició con suavidad el abdomen de Zhera.

— Volveré —Aseguro el Targaryen—. Creeme, no tengo intenciones de morir en un lugar tan asqueroso como Harrenhal.

— Tus palabras son tan livianas como una pluma en un ventarral. Es la guerra Robert, nada me asegura que regresaras a mis brazos.

— Creeme que lo se, e pensado en ello desde que me llego la carta y más aun que mi hijo esta dentro de ti. No quiero dejarlo huérfano y mucho menos dejarte sola a ti, no al menos cerca de esta jauría de perros esperando algo que morder.

Zhera se puso de pie tomando aquella bata de seda que Maegor le había obsequiado. "Se ve hermosa", el no podia separar la vista de su crecido abdomen. Un príncipe o princesa estaba ahí o al menos eso solamente lo sabía el; no había tenido el valor de decirle aun la verdad, que el era Maegor de la casa Targaryen... Temía que ella lo dejara de amar, amaba a Robert Lannister no a Maegor Targaryen.
Después de aquella pesadilla el había tratado de decirle acerca de él y toda la historia de su familia pero no pudo, el miedo paralizó su lengua y su mente olvido aquellas palabras que había practicado tanto; se convenció a si mismo que ocultar su verdad era lo mejor para ella y su hijo. Maegor se puso de pie aun desnudo y abrazo por detrás a Zhera quien acarició sus fuertes manos.

— No tienes nada que temer.

— Tengo todo que temer —replicó Zhera—; tengo miedo de perderte, miedo de que nuestro hijo crezca preguntándose quien era su padre...

Maegor tomó el rostro de Zhera y lo alzó a su nivel, se veía más hermosa cada vez que la observaba. No pudo evitar besar aquellos labios, reclamarlos para si en una unión lenta y apasionada; ambos trataban de mostrar aquellos sentimientos que no podían ser expuestos de otra forma, sentimientos que ni el placer carnal brindaba.
Zhera reclamo los labios de Maegor de la misma forma que el lo había hecho, de manera lenta y apasionada dejando a flor de piel todo aquello que no podía ser visto pero si sentido.

Choque de reyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora