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Tyrion Lannister

— Lo lamento mi señor, a mi edad es difícil conciliar el sueño y aun más el perderlo —Murmuró el gran maestre, aun no había luz en el cielo y el canto de las aves era inexistente—. Pero como bien sabe ocupar la mente es una práctica mucho mejor que el descansar la. Es mucho mejor cuando todos aun mantienen el sueño, permite un momento de introspección y sabiduría.

Tyrion asintió con la cabeza, el rostro del gran maestre se veía terriblemente cansado. Sus ojos párpados apenas lograban mantenerse abiertos y sus ojos estaban de un color rojo chillón gracias a la cantidad de bostezos qué había dado antes.
Aun no amanecía y el calor de los rayos del sol no estaban presentes, Tyrion se había colocado una capa de lana que cubría su cuerpo del frío madrugal a pesar de saber que tarde o temprano se la tendría que quitar en caso de no querer sudar más de la cuenta durante el día.

— Creame que lo entiendo Maestre, hay veces que a mi mismo el sonido de las personas me es más molesto qué gratificante. —respondió Tyrion con la mejor sonrisa que podía otorgar, estaban frente a frente separados por una mesa que no tardó en llenarse. Huevos duros, pan recién hecho, mermeladas de fresa y arándanos y algo de leche fría; el gran maestre fue el primero en tomar un par de huevos y una copa de la fría leche.

— En tiempos de necesidad creo que lo mejor es mantenerse en austeridad, después de todo somos la imagen del pueblo.

— Comprensible —replicó Tyrion quien untaba una pieza de pan con mermelada —. Aun que en mi experiencia es mejor comer mientras se pueda, ¿Ah escuchado de la vez que Stannis Baratheon tuvo que alimentarse de gatos y ratas?.

— Por supuesto, mi Lord; fue durante la rebelión de nuestro amado rey Robert, Stannis fue encaustrado en Bastión de Tormentas.

— Las historias enseñan algo y creame que después de escuchar una como esa prefiero comer tantas delicias pueda, antes de tener que comer gatos y ratas. —Sonrió—. Dígame una cosa, ¿sus cuervos madrugan de la misma manera que usted, maestre?

— Desde luego, ¿acaso desea que envíe a por papel y tinta?.

— No, de hecho me e tomado el atrevimiento de adelantar las cartas que deseo enviar. —Tyrion saco de la capa dos pergaminos envueltos, eran idénticos y el sello de la mano del rey estaba presente en ambos—. E de pedir que la conversación qué tendremos sea privada.

— Déjanos solos —Ordenó Pycell a una joven de cabellos negros y ojos cafés, era la que se había encargado de llevar el desayuno hasta la mesa. Ella solamente asintió y salió rápidamente de la habitación cerrando la puerta tras de si—. ¿A quien se deberá de enviar estas carta?.

— A Doran Matell, el príncipe de Dorne. Temo no poder dar más información a cerca de su contenido, aun que puede estar seguro que es para beneficio de su majestad. —Tyrion le dio una gran mordida al pedazo de pan, era dulce al extremo empalagoso por lo que dio un trago de leche—. Son dos copias de la misma carta, envié a sus cuervos más veloces y trate este asunto con la urgencia que se debe.

— E de enviarlas en cuanto el desayuno termine.

— Creo que no me entiendo gran maestre, mi deseo es que sean enviadas en este momento. Tenemos a Renly con un gran ejército y nadie sabe cuando se dignara Stannis a sarpar de DragonStone.
>> Le aseguro que no tiene nada que temer por su comida, soy un ser lujurioso, no gloton.

Choque de reyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora