siete

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Jeno no supo en qué instancia se dejó arrastrar hasta una farmacia por Huang Renjun, lo estaba esperando sentado en unos escalones cerca del lugar, todavía con la ropa del entrenamiento. Honestamente, a pesar de que la noche había caído no sentía ningún tipo de frío debido a lo que pasó, se hallaba aún muy fuera de sus cabales como para percibir otro sentido que no sea el de querer matar a alguien. Y que el chino fuera quien lo auxilió no lo hacía mejor.

Se desconocía a sí mismo, creyó que lo estaba superando correctamente como un adulto, aceptando que no siempre podía ser correspondido o que por más enamorado que esté las cosas simplemente no se daban, pero no, tuvo que aparecer el imbécil de Jung Jaehyun a alterar su paz y quebrar los sentimientos suspendidos en su corazón.

Su atención es dirigida al muchacho que se acerca a pasos seguros hacia él, traía en sus manos y una botellita de yogurt, su favorita. Jeno libera sus tensiones en un largo y pesado suspiro esperando que tomara asiento a su lado, Renjun no evade su mirada como normalmente lo haría y enfrenta esa gélida manera de transmitirle su enfado.

—Hace mucho no te veo pelear, creí que ya habías madurado. —el chino comienza a decir, extendiendo su mano pidiendo la suya para curarlo. —Sé que no te gusta que pregunte acerca del motivo, pero no voy a quedarme tranquilo tampoco, Jeno.

El azabache no le devuelve una respuesta enseguida y sin más le da su mano, Renjun se apresura en desinfectar sus nudillos los cuales sangraban apenas con un hisopo, el tacto los electriza por igual, había pasado mucho tiempo desde la última vez que sus pieles se tocaron.

—¿No vas a hablarme? —insiste.

—Tu fuiste el que me buscó, no tengo nada para decir.

—Nunca debes estar solo cuando estás así de enojado, lo sabes.

—¿Y a ti qué? —Jeno agrega, tosco. —¿Por qué te importa?

—Porque me importas todavía, tonto. —Renjun luego de terminar con sus nudillos y ponerles una bandita, alza su vista hacia el rostro del adverso advirtiendo que no había dejado de estudiarlo con esos brillantes ojos, irradiaban lo que él no se atrevía a decir. —Me prometiste que ya no te lastimarías.

—Que irónico que lo digas tú. —Lee hace una mueca de dolor al sentir el ungüento ser esparcido en la zona de su ceja, seguido de una tercera bandita pegada en su cuerpo. —Fuiste quien me lastimó primero.

Renjun se encoge de hombros rompiendo todo contacto cerca de él, los ojos del chino se desvían a sus zapatillas y entonces nota que la estaba embarrando.

—Fue por tu bien, te lo dije muchas veces.

—Mi bien era que estemos juntos, dices que te importo, pero no te importó en lo absoluto cómo iba a sentirme cuando tomaste esa decisión. —Jeno se pone de pie, subiendo  la mochila a su hombro dispuesto a no tener esta conversación aquí y ahora. —¿Que no me lastime? Por favor, Renjun, eres el menos indicado para pedirme eso.



Huang esta vez no hace nada para detenerlo mientras se aleja en la fría noche, no habían tocado el tema nunca y se puede hacer una idea quizás de por qué reaccionó de esa forma tan reacia, y se siente terrible que le hablara como lo hizo, pero entendía que lo merecía. Renjun no podía ser su amor, temía continuar arruinando su vida.

Sin más que hacer sentado ahí, junta el yogurt recién comprado y regresa decaído a su departamento.


Jeno, por su lado, una vez había llegado a su hogar se metió directamente a bañarse, evadiendo cualquier pregunta que sus padres pudieran hacerle respecto al estado de su rostro. El agua caliente lo empapa una vez se había despojado de su ropa para meterse a la ducha, se siente mucho peor que antes ya que las heridas tanto externas como internas ardían por igual, su pecho se oprimía de tan solo pensar en lo poco, y a la vez todo, que le había dicho a Renjun,  también era mucha información abrumadora entrando a su cabeza de repente sobre él, información la cual no quería –pero debía– aceptar. Tal vez no fue la primera vez de Renjun en ciertas cosas, pero él sí lo fue para Jeno.

𝙨𝙚𝙖𝙨𝙤𝙣𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora