❚ A donde tú vas, yo voy. ❚
Donde Raven se enfrenta a una cruda realidad al ser enviada a un laberinto sin recuerdo alguno de su vida. Nada más que conocimientos del mundo y su propio nombre. Deberá mantenerse cuerda para encontrar la salida de a...
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La vida es algo magnífico y a la vez misterioso, vives diversas cosas que te hacen adquirir conocimientos y poco a poco estos te ayudan a crear una identidad, una identidad que te define como persona. Todo lo que vivimos en algún momento nos sirve como lección para un futuro, pasamos momentos de risa, tristeza, enojo, alegría, tantas emociones al igual que anécdotas con personas cercanas a ti que de solo recordar te sacan una sonrisa nostálgica.
Ni yo ni todos los demás habitantes podremos sonreír con nostalgia. Aquellas palabras de "¿te acuerdas la vez que...?" simplemente se quedarían en eso, ni siquiera llegaríamos a pronunciarlo porque no recordábamos nada de nosotros.
Quería gritar, llorar o golpear algo para descargar aquella frustración que sentía justo en esos momentos, puesto que no entendía en lo más mínimo qué era lo que sucedía en esos momentos. Lo único que me quedaba por hacer era resignarme y tener que adaptarme a esta nueva vida a la que me habían enviado en contra de mi voluntad, justo igual que los demás.
Lancé un suspiro con pesadez, como si aquella acción me librara de todo el estrés y cansancio que sentía en esos momentos. Mientras tanto jugaba con una pequeña rama y movía mis piernas las cuales colgaban gracias a que me encontraba sentada sobre un árbol.
No sé en qué momento llegué ahí, solo le dije a Alby que quería tiempo sola y prácticamente huí por las miradas de los demás sobre mi anatomía en todo el maldito tiempo.
Y ahí estaba, disfrutando de mi soledad con aquel escarabajo con luces parpadeantes que me fastidiaban justo frente a mi como si no tuviera nada mejor que hacer, tenía en letras grandes la palabra "CRUEL" y de solo leerlo no me daba para nada de buenas vibras. Partí en dos el pequeño palito de madera y una parte se la aventé pero no le hizo nada, solo rebotó y luego cayó al suelo.
—Deja de mirarme, bicho—hable con molestia.
Ese bicho definitivamente no era uno normal, estaba cien por ciento segura —y era algo obvio— que se trataba de uno artificial, una máquina robotica que seguro era monitoreado con cámaras y-
Espera, ¿cómo es que sabía todo eso?
Desconcertada partí el palito otra vez y volví a lanzarle otro trozo de madera.
—Largo, espía—ahora solté con más firmeza—vete o te piso.
El pequeño escarabajo no hizo más que acercarse a mi poco a poco como si quisiera analizarme más de cerca.
Por supuesto que no lo deje y me limite a patearlo para que cayera al suelo en donde se perdió entre las hojas secas regadas por la tierra.
