Consecuencias del pasado.

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Derechos reservados por Ialme Mendoza y Daniela Ancheo, esta prohibida la distribución de esta historia en ningun grupo dedicada a las fanfic de Betty la fea. 

Historia original y personajes por Fernando Gaitán 

Portada: Ialme Mendoza 



Dos gotas de amor
Capítulo 1, Consecuencias del pasado.


"Cuantos suspiros llegan a mis sentidos,
cuantos deseos o anhelos llegan a mi mente.

Vaya, mi mente volvió a perderse en los recuerdos,
y es que es imposible seguir concentrado en ellos."

Autor: Ivón Mendoza.


"Armando Mendoza, doctor Armando Mendoza, se solicita en la sala de urgencias . Doctor Armando Mendoza, a la sala de urgencias.

Al escuchar aquel llamado, presuroso se dirigió a la sala de urgencias, caminando por aquellos largos pasillos con rapidez y expectancia, pues no sabía qué encontraría en aquella sala y temía la respuesta. Ciertamente, lo más difícil de ser médico era encontrar cantidad de casos en los que, en muchas ocaciones, la vida de los pacientes se iba de sus manos y por más que intentaban, nada lograban hacer. Era aquello lo que más temía Armando; suspirando profusamente y dándose ánimos y fuerzas, entró como siempre, dispuesto a hacer todo lo que estuviese en sus manos para salvar la vida del paciente que debería atender. Y es que aquello lo llenaba, colmaba todas y cada una de sus expectativas, era su mayor sueño y haberlo cumplido por fin lo llenaba de emoción y alegría. Todavía le costaba creer que ya era un médico con todas sus letras, que por fin había logrado obtener el título que se lo confirmaba. Con una sonrisa en los labios y presto a hacer lo que fuese por esa persona que estaba en aquella sala, se dirigió con paso ligero hasta allí.

Entró a la sala y lo primero que vió fue un gran revuelo, que por ser usual, no le pareció diferente. Lo que le inquietó fue ver la cara de su profesor y médico, que era quien lo había evaluado durante su práctica profesional. El hombre lo miraba con el rostro totalmente desencajado y se podía notar que se encontraba angustiado. Armando se acercó a él con cautela y le miró a los ojos; pronto comenzó a inquietarse él también, y es que conocía desde hacía tiempo a aquel hombre que además de ser su profesor y médico, era amigo de su familia desde hacía bastante tiempo. Con preocupación, preguntó.

A: ¿Qué pasa, doctor Hernández?

El buen hombre levantó la mirada posándola en él y suspiró con fruición antes de contestar, como meditando cada palabra que iba a decir.

Doc H: Armando, debes ser fuerte e intentar mantener la calma. Estoy seguro que todo saldrá bien.

Ante aquellas palabras y titubeos de quien era habitualmente una persona tan calmada y serena, Armando comenzó a preocuparse y a mirar a todos lados, como si con aquello pudiese comprender lo que el doctor Hernández quería decirle con esas palabras tan enigmáticas. La voz del médico volvió a sonar temblorosa cuando prosiguió diciendo.

Doc H: Es Roberto.... Él tuvo un accidente de tránsito y no se encuentra nada bien Armando. En este preciso momento está siendo trasladado al quirófano, pues deberá ser intervenido con suma urgencia.

Aquellas palabras fueron para Armando como un jarro de agua fría y solo fue capaz de abrir los ojos de manera desmesurada y mirar al médico con terror. Sin poderlas contener, lágrimas de angustia y temor comenzaron a aflorar de sus ojos, mientras con sus manos se tapaba el rostro, señal de que se encontraba sumido en la desesperación. El doctor Hernández continuó con su explicación, mientras se acercaba y lo abrazaba, intentando transmitirle fuerzas.

Doc H: Él estará bien, haremos todo lo posible para salvarlo; en este momento el doctor González lo está atendiendo.

Armando levantó la cara de entre sus manos y lo miró con determinación, antes de decirle.

A: Claro que estará bien, y seré yo quien atienda a mi padre, no González.

El doctor Hernández negó con la cabeza repetidas veces y tomando del brazo a un Armando desesperado, que ya se dirigía a la sala de operaciones, le dice con voz firme.

Doc H: No Armando, sabes que eso no es posible, sabes que va en contra de las normas de nuestra profesión, las que tu juraste cumplir, ¿recuerdas?

Fue entonces cuando el joven sin poder contenerse más, se abrazó al médico y rompió a llorar. No podía creer que su padre estubiese en aquella sala, debatiéndose entre la vida y la muerte. Y se sentía impotente, pues ni su carrera de medicina, ni todos los conocimientos que poseía eran suficientes para ayudar a su padre y para sacarlo del peligro en el que se encontraba en ese preciso instante, allí, dentro de aquella maldita sala.

La voz dulce y comprensiva del doctor González, sacó a Armando de sus tristes y angustiantes reflexiones.

Doc H: Armando te prometo que yo mismo me encargaré de Roberto, y procuraré que nada malo ocurra. Aunque debes tener fuerzas y..... estar preparado para todo...."""""

Un portazo lo saca de sus pensamientos y asustado, levanta la cabeza, mirando a quien había entrado de forma tan brusca y por su puesto, sin ni si quiera pedir permiso. Con fastidio, exclama.

A: Danielito, ¿a qué debo el honor de tu visita?

Daniel le mira con enfado, y sin tapujos comienza diciendo.

D: Sin ironías, Mendoza, mira que no estoy hoy de humor para eso. Más bien vengo a que te comportes de una vez como el hombre maduro que deberías ser y que tomes en serio a mi hermana. Ya estoy harto de que siempre te salgas por la tangente y evadas cada una de tus responsabilidades.

A: ¿de qué rayos hablas, Valencia? ¿a qué responsabilidades te refieres? Porque, que yo recuerde, las he cumplido todas. – Replica irritado.

D: Por su puesto que no, Armandito. Aún no te has casado con mi hermana y por lo que veo, no te estás tomando en serio tu noviazgo con ella. ¿hasta cuando?

A: A ver Valencia, aclaremos las cosas porque no estoy entendiendo bien. Hasta donde mi memoria alcanza a recordar, Marcela está bastante crecidita como para que usted venga acá y se meta en lo que no le corresponde, ¿no le parece? Además, no tienes ningún derecho a meterte en mi vida privada ¿a caso yo me meto en la tuya? – Cuestiona perdiendo la paciencia.

D: Pero es diferente! Yo no tengo una relación con tu hermana.

A: En cualquier caso, Danielito, estás loco si crees que voy a discutir contigo acerca de este tema. De ninguna manera voy a perder mi tiempo con estas tonterías de papá frustrado que tienes. Si aceptas un consejo, ten un hijo propio para que puedas preocuparte por él, Marcela ya es una mujer hecha y derecha, que puede cuidarse solita.

Daniel lo mira con odio y escupe las palabras cuando le dice.

D: ¿con qué derecho te crees para cuestionarme Mendoza? Yo sabré si tengo o no tengo hijos, tu no eres nadie para decirme nada, ¿entendiste?

Unos golpecitos en la puerta interrumpen el acalorado diálogo que estaban manteniendo los dos hombres en la presidencia de Ecomoda, la empresa familiar de la cual eran los Valencia y los Mendoza los accionistas mayoritarios. Era Aura María, la secretaria de presidencia, quien con una sonrisa le dice.

AM: Disculpe doctor, pero es que....

N: ¡Papi, papiiii! – Grita una pequeña de ojos verdes y tess blanca, que corre a los brazos de Armando y literalmente se cuelga a su cuello estampándole un beso húmedo en la mejilla al cual Armando corresponde, sonriendo por primera vez en el día.

A: Mi muñequita, ¿pero qué estás haciendo acá? – Pregunta con ternura y mirando a la secretaria, añade con frialdad. – Gracias Aura María, puede retirarse.

N: nada papi, solo que mi tío Daniel me trajo porque dizque tiene que hablar contigo, y no quiso que yo entrara antes.

D: Ay mira Armando, yo pasé por la niña al colegio porque mi hermana no podía, además a tí no te debo ninguna explicación

A: Bea mi amor ¿por qué no vas con Aura María para que te lleve a la cafetería y te den algo de comer, sí?

B: Pero papi yo quiero estar contigo: -dice apretando más su abrazo-

Armando notaba que su hija de un tiempo para acá no quería separarse de él, que estaba mucho más pegada a él que antes, la sentía muy extraña

A: anda amor hazme caso ¿sí?

La pequeña Beatriz mira a su tío temiendo que cuando salga vuelvan a discutir. Da un fuerte suspiro y sale de presidencia, no sin antes darle un beso tronado a su padre.

A: BIEN DANIEL, ¿SE PUEDE SABER QUE ERA ESO TAN IMPORTANTE QUE USTED ME TENÍA QUE DECIR PARA VENIR A MI OFICINA? ¡Y NO ME REFIERO A LO DE SU HERMANA! - lo acusa a los gritos-

D: primero, a mí no me grita. Quiero que contrate un nuevo vicepresidente financiero, la empresa no se puede quedar sin economista.

A: eso ya lo sé cuñadito.- dice con ironía –

D: bueno, yo puedo traer a un buen economista que ocupe el lugar de vicepresidente financiero

A: ¡NO DANIEL! USTED NO VA A VENIR A TRAERME GENTE TAN INCOMPETENTE COMO ESE TAL OLARTE. ¿SABE QUÉ? LÁRGUESE DE MI DESPACHO

D: Es usted un imbécil Mendoza. Me llevo a la niña

A: A BEA LA DEJA AQUÍ.

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DOS GOTAS D EAMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora