RECORDANDO EL INICIO DEL AMOR

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DOS GOTAS DE AMOR CAPITULO 13
"RECORDANDO EL INICIO DEL AMOR"



No tienes idea de lo perfecta que es para mí la imperfección de tu cuerpo.
Mi talla perfecta, mi color favorito, la exacta cantidad de vellos.
Me invitas con tu desnudez a venir sobre ti como el mar sobre la arena.
Despiertas la hoguera de mis instintos.

AUTOR: Briseida Angelopoulos



En una casita en el norte de la ciudad se vivía una situación hogareña, Betty y sus bebés desde que habían salido del hospital habían tomado por costumbre en ir a la casa de Bea y Armando a ver películas y comer pizza, para luego regresar al casa y hacer lo propio, como leer un buen libro o escuchar un buen partido de soccer por la televisión e incluso cocinar algunas galletas en el horno que era de la abuela Marta que antes de fallecer había mandado al instalarlo en la cocina.

B: mis amores ¿qué vamos hacer hoy?

L: leamos mami, no he terminado mi libro, yo quiero leer

A: hay no que pereza, mejor veamos el partido de Colombia vrs Brazil es la repetición del mundial, aunque ya se quién gana pero no importa yo quiero verlo otra vez

Después de terminar la frase, Leonardo y Armando empezaron a discutir como hermanos que eran, uno quería una cosa y otro otra, sus gustos eran en algunos muy distintos pero en otros eran idénticos como sus rostros.

B: callados que no quiero discutir, y así se mantienen hasta que acabe de hablar por teléfono, callados dije Armando, haga silencio y no pele con su hermano.

B: casa de los Pinzón, buenas noches.

A: Betty – dijo en tono sofocado-

B: ¿Armando?... ¿ocurre algo?

A: si Betty, es Bea

B: ¿Qué le paso a la pequeña? Me estas asustando

A: vino Daniel echo su veneno, no puedo explicarte por teléfono necesito que vengas por favor mi niña te necesita

B: vamos inmediatamente, no te preocupes.

A: gracias.

Los niños al escuchar la conversación muy asustados se acercan a su madre a preguntarles que fue lo que le sucedió al "papa doctor".

L: mami ¿que le paso a Bea?

B: no se mí amor, pero por favor vayan a sus habitaciones, armen una pequeña maleta con su uniforme del cole y su pijama, meten su neceser y salimos ya para casa de Armando

A: si mami, ya mismo hacemos lo que nos pides.

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Daniel regresaba satisfecho a su apartamento, ahora si había destruido a su enemigo tal y como lo hizo el al meterse con el amor de su vida, solo hacía falta vengarse de ella, si de ella por a verlo despreciado de ese modo, por no a verlo amado como el la amo, y ya sabía con quién o más bien a quien dañar para lastimar la, porque sabía que era lo más preciado que tenía en su vida, porque sabía que si ellos no podía vivir, y es exactamente lo que quería conseguir que no vivirán más, porque si no era para él no era para nadie.

Aún era temprano para poder realizar su plan y con manos a la obra empezó anotando los pasos que iba hacer para que su venganza fuera exitosa.
Llamo a unos amigos, consiguió lo que quería a pesar de que se llevó dos horas tratando de investigar el origen de los niños, hablo con un comandante de la policía amigo suyo de hace años para que le proporcionará lo que necesitaba para llevar acabo su venganza, pero como estos le debían varios favores cruciales para sus puestos, no se negaron en realizar las diligencias a esas horas extra laborales.

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El timbre de la casa de Armando sonaba insistentemente, este muy alterado salió a recibir a su novia pues sabía perfectamente que era ella, cuando la vio lo único que hizo fue abrazarla en silencio mientras que las lágrimas corrían por su rostro, con dolor, con pena, y con angustia.

Betty solo supo que debía abrazarlo, reconfortar lo fuera lo que estuviera pasando en esos momentos, él lo único que necesitaba era eso exactamente un abrazo apretado y cargado de amor. Los niños sin embargo al ver la cara de dolor de Armando se unieron al abrazo, era unos niños muy inteligentes y sabían que lo único que se debe de hacer en esos caso, al ver a un adulto llorar e incluso un niño es abrazarlo y dejar que llore.
Minutos después Armando reaccionó y pudo contarle a Betty lo que había sucedió a pocos minutos de que ellos se retirarán del apartamento, los niños sin embargo trataban sin mucho éxito de que Bea les abriera la puerta de su habitación, aunque lo que la pequeña solo contestaba, sino es Betty no abro esta puerta.

B: -tocado la puerta de Bea- princesa abre la puerta soy Betty

Beatriz con sus ojos hinchados, despeinada y halando por la nariz le abrió la puerta a una Betty preocupada y angustia.

B: ¿pero mi amor que te paso?.... te atropello un camión y te dejo así de loquita con los pelos

Bea a pesar de su tristeza emitió una sonrisa, pues recordaba esa misma frase salida de su boquita, cuando fue a ver un día a los gemelos al hospital por la mañana y Betty recién se acababa de despertar y tenía los pelos desordenados

B: ¿no piensas contestarme?.... a ver ven acá –le decía señalándose su regazo- eso muy bien, ya tu papi me contó que sucedió – Bea solo la mira con lágrimas en los ojos- no princesa no llore más, que le van a poner los ojos muy feos, mejor cuénteme que le hizo a usted pensar que su papi, con lo mucho que la ama a usted pueda mandarla a un orfanato.

Bea: es que mi mami me dijo "Marcela Beatriz si a usted se le ocurre decirle a su papa lo que acaba de escuchar la mando a un orfanato", Betty yo no quiero ir a un orfanato.

B: pero mi amor su papa la adora, no tiene por qué tener miedo de que la lleven a ese sitio tan feo.

Bea: pero, y si papi no quiere estar más conmigo

B: a ver Beatriz usted cree que si su papa no la quisiera, la hubiera llevado a un orfanato cuando su mama murió

Bea: no papi, le dijo a la abuela "mama mi niña se viene conmigo a partir de hoy como siempre debió ser"

B: ¿entonces a que le teme?

Bea: a que se aburra de mis travesuras, a que ya no me quiera

B: créame su papa jamás se aburriría de usted, ande salga de esta habitación y dele un fuertemente abrazo a su papá.

Bea asintió con la cabeza y salió corriendo a buscar a su papá, quien con lágrimas en los ojos por la charla que había oído abrazo a su hija diciéndole.

A: jamás escuchemos bien Beatriz, jamás me voy aburrir de ti mi amor, porque tú eres mi vida entera y mi razón de ser, te amo tanto mi vida.

Después del emotivo momento, la pequeña se abrazó a su padre y no cedió ni un ápice en irse a la cama. Los gemelos en cambio ya estaban dormidos en la pieza de la niña, que era en donde se quedarían junto a Betty, pues la pequeña dormiría con su padre.

Cuando Armando la vio profundamente dormida entre sus brazos, se levantó y la llevó hasta la habitación, mirándola con amor, pero sin poder ocultar la tristeza y la desilusión que sentía. La acostó y después de arroparla, le dio el beso de todas las noches a lo que la niña respondió entre sueños con un "te quiero, papi".

Cuando volvió al salón, encontró a Beatriz sentada, mirándole con una leve sonrisa, y en la mesita dos humeantes tazas de café. Se sentó junto a ella y la abrazó con fuerza, mientras no pudo evitar dejar que las lágrimas corriesen libres por sus mejillas. Había sido una total quimera su vida hasta ahora; siempre había creído que Beatriz era su hija y de pronto todo cambiaba, pues la niña era hija de otro hombre y Marcela le había tomado el pelo con alevosía durante todos aquellos años. A pesar de que adoraba a la chiquilla, no podía evitar los sentimientos de decepción, desilusión y frustración que sentía, debido a los múltiples engaños de su ex mujer, y de sus mordidas hazañas para mantenerlo junto a ella.

Lo peor era que él, como un perfecto idiota se había tragado todos y cada uno de sus cuentos, que eran solo un farol de principio a fin. Pero no solo él, también sus padres, que la apoyaban en todo y le dieron la espalda tantas y tantas veces ¡si supieran la última mentira de su hija adorada! – pensaba sin reprimir sus lágrimas de rabia y dolor. – Aunque sus pensamientos no estaban del todo nítidos y todavía se encontraba muy aturdido por la inesperada noticia, solo tenía clara una cosa. Y era que Beatriz, aunque no fuese su hija biológica, siempre lo sería del corazón, y por tanto jamás la abandonaría.

Betty, consciente de lo que él estaba sintiendo, se mantenía quieta y silente, esperando con prudencia el momento para hablar. Lo abrazaba con fuerza, tratando de que sintiese su apoyo incondicional, como él había hecho tantas veces antes. Acariciaba su cabello con lentitud, dándose cuenta de lo importante que él se estaba volviendo en su vida, y del enorme lugar que estaba logrando ocupar en su corazón. Le dolía verle tan débil, tan desencantado de la vida como en esos momentos, tan desanimado; antes lo había visto enfadado, triste y hasta histérico, pero jamás tan hundido como estaba en ese instante. – Con suavidad tomó su rostro e hizo que la mirase, para decirle, después de limpiar sus lágrimas con ternura.

B: Tranquilo, no me gusta verte así... Yo sé que duele, pero ahora más que nunca te toca ser fuerte, ser valiente como has sido siempre y darle fortaleza a la niña, que solo te tiene a ti.

Armando asintió con la cabeza y la miró con los ojos hinchados por el llanto.

A: Yo sé... ¿pero cómo hago, ah? ¿Cómo me repongo y continúo después de darme cuenta que Marcela se burló de mí por tantos años, que se río en mi cara y yo jamás me di cuenta? Me robó años de juventud, me encerró, me hizo sentir muchas veces como un miserable, cuando yo no era más que su víctima, no era más que otra de sus marionetas. – Exclamó golpeando el sofá con rabia.

Betty asintió dándole la razón, pero con amor, prosiguió en tono suave.

B: Pero todo eso valió la pena, ¿no te parece? – Se percató de la mirada extrañada de él y continuó sonriéndole – Beatriz, ella es tu consuelo Armando, ella es el premio por todos esos años de aguantar las manipulaciones de ella. Tienes que ser fuerte ahora por la niña, ella es lo más importante, y no tiene la culpa de nada de lo que está ocurriendo.

A: Yo sé, pero no puedo evitar la rabia, la pena y EL DESENGAÑO. – Murmuró apretando los dientes y dejando escapar otro sollozo, de los muchos de aquella noche.

B: Es normal, pero la niña te dará las fuerzas para superar esos sentimientos que ahora te lastiman – consoló acariciando su rostro con amor, y mirándolo arrobada, añadió – Y yo, yo también te ayudaré, juntos sacaremos a nuestros hijos adelante, me pregunto ¿Qué habrá puesto Marcela en la carta que Daniel te dio antes de marcharse?

Armando entonces fijó su mirada en la dulce y tranquilizadora de ella y se sintió agradecido con la vida, con Dios, por haberle regalado a esa mujer maravillosa. Solo esperaba que ella pudiese amarlo tanto como él ya la amaba a ella, y que olvidase a Valencia del todo. – A pensar en eso una punzada de rabia y celos le invadieron, lo cual Betty notó y con dulzura, preguntó.

B: ¿te pasó algo, Armando? De pronto cambiaste la cara....

A: No, nada. – Respondió con sequedad, sin quererlo – la verdad no sé qué escribió pero realmente no me interesa que dice la carta, la he guardado en la caja fuerte de la casa para que Bea no la lea. Hoy fue un día muy duro.

B: Y yo estoy aquí, para paliar todos los obstáculos y los malos momentos contigo. – Dijo abrazándose con fuerza a él.

Ante aquel abrazo tan espontáneo, tan lleno de cariño y tan significativo para ambos, él no pudo menos que dejar a un lado los celos y los pensamientos negativos, para disfrutar de ella plenamente. La abrazó también con suavidad pero con decisión, mientras emitía un largo suspiro. Nunca se había sentido tan enamorado como entonces, y le asustaba ese sentimiento. Le daba miedo, porque no sabía cómo controlarlo, no sabía cómo enfrentarlo y no le gustaba depender tanto de alguien como estaba comenzando a hacerlo de la mujer que tenía entre sus brazos.

Betty estaba hechizada, absorta en las emociones tan intensas que le provocaba un simple abrazo y deseaba quedarse así para siempre. No podía creer que esa misma mañana se había declarado su amor después de tanto tiempo de sentirlo. Porque ella lo amaba, de eso estaba segura. No sabía si ese amor sería para siempre, o si por el contrario, iba a ser un amor efímero, pasajero, de esos que duran solo unos meses. Lo único que tenía totalmente claro era que dejaría de pensar en el mañana y viviría el hoy; por Armando estaba dispuesta a arriesgarse.

Así abrazados y muy juntos, con los corazones latiendo al unísono y compartiendo suspiros enamorados, no pudieron evitar recordar el momento en el que por fin se habían declarado su amor.

DOS GOTAS D EAMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora