Reino

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En un reino no muy lejano de Londres, vivían dos príncipes, Adrien y Félix. Eran primos, pero muy distintos en personalidad y apariencia. Adrien, alto de 1,60 de altura, apuesto, tenía el cabello desordenado de color rubio como el sol y ojos verdes brillantes que parecían reflejar la calidez del día. Félix, igualmente alto de 1,60 de altura, tenía una presencia más reservada y misteriosa, con su cabello perfectamente peinado, pero recogido en una coleta y de un rubio similar, acompañado de ojos verdes que parecían esconder secretos.

Los principes al cumplir 18 años, se la pasaban saliendo con diferentes princesas, pero ninguna estaba a la altura. Adrien solo buscaba a una princesa que no solo fuera hermosa, sino también comprensiva y con valores similares a los suyos. Mientras que Félix, solo prefiere estudiar de como ser un buen líder para su reino y huyendo del matrimonio.

Félix caminaba por los largos pasillos del castillo, y se dirige hacia la habitación de su madre. Al llegar a la puerta, tocó suavemente y esperó permiso para entrar. La reina, su madre, lo recibió con una sonrisa cálida. Era una mujer sabia y comprensiva, conocedora de las luchas internas de su hijo.

Félix: -¿Querías verme, madre?-

Amelie: -Sí, Félix. Siéntate, por favor-

Dijo la Reina, indicando una silla frente a ella. Félix obedeció y se sentó, mirando a su madre con curiosidad y cierta aprehensión.

Amelie: -Verás tú y tú primo Adrien ya tienen dieciocho y...-

Félix: (Interrumpe) -Ya sé a dónde va todo esto, pero mi respuesta sigue siendo no-

Amelie suspiró, sabiendo que Félix era terco en sus decisiones y no cambiaría fácilmente de opinión.

Amelie: -Entiendo, Félix. Pero recuerda que es tu deber como futuro Rey. Es un legado que debemos seguir-

Félix: -¿Mi legado? Acaso ya olvidaste lo que mi padre me hacía, me daba órdenes, era cruel conmigo y nunca me vio como su hijo-

Amelie: -Sé que tu padre no fue el mejor ejemplo de un buen rey ni de un buen padre. Pero tú eres diferente, Félix. No te pido que seas como el, sino que seas tú mismo. Tu deber como futuro Rey...-

Félix: -...Mamá, entiendo la importancia de mi deber. Pero no estoy listo para casarme, tal vez Adrien sea el príncipe perfecto, pero yo soy diferente-

Amelie: -Félix, nadie espera que seas como tu primo o como tu padre. Tienes derecho a buscar tu propio camino y tu propia felicidad. Pero como futuro rey, también debes considerar tus responsabilidades hacia el reino-

Félix: -Lo sé, mamá. No quiero defraudarte ni a ti ni al reino. Pero no estoy preparado para un matrimonio arreglado-

Amelie: -Entiendo tus preocupaciones, Félix. No te pediré que hagas algo con lo que no estás cómodo. Pero piensa en lo que podrías ganar si te abres a esta posibilidad. El matrimonio no tiene que ser una carga, puede ser una alianza poderosa y una fuente de apoyo en los tiempos difíciles-

Félix: -Mamá, Adrien y yo hemos estado saliendo con las princesas, pero no están a la altura, todas se interesan por nuestro titulo no por lo que somos. Tal vez si me dejaras gobernar solo, verías lo que soy capaz-

Amelie: -Y yo no dudo que harás un gran trabajo como Rey. Eres un hombre valiente y sabio, y creo en tus capacidades. Pero el reino necesita estabilidad y unidad, y un matrimonio bien elegido podría fortalecer esa unidad. Creo que puedes encontrar a alguien que te entienda y te acepte por quien eres. Alguien que te haga sentir completo y te apoye en tu papel como Rey-

Félix escuchaba atentamente a su madre, sus ojos verdes reflejando una mezcla de emociones. Aunque era terco, sabía que su madre tenía razón en muchos aspectos. Suspiró y miró hacia el suelo antes de responder.

En busca del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora