5 -AMANECERES AZULES

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LOS AMANECERES AZULES, así llamados por la luz azulada que se ve al amanecer, fueron especialmente notables durante La Pequeña Edad de Hielo, pero el fenómeno se sigue observando aún en plena Calma Climática. A fecha de 2084, no hay una conclusión científica respecto a las causas, pero el fenómeno de los Amaneceres Azules, podría estar relacionado con los cambios en la composición y cantidad de gases en la atmósfera, así como las modificaciones en la circulación atmosférica y la distribución de partículas en suspensión.

Del Observatorio Científico de Ciudad Capital (vol. I), copiado por Zoe 

Lion parpadeó para acostumbrarse a la nueva luz

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Lion parpadeó para acostumbrarse a la nueva luz.

«¿He olvidado tomarme la medicación?», se preguntó. Le dolía la cabeza y notó cómo un dolor que creía olvidado palpitaba. Instintivamente, tocó la herida con dos dedos para asegurarse de que no sangraba, aunque eso no podía pasar en una quemadura cicatrizada.

Había tenido la pesadilla más extraña desde que murió Claire hacía dos años.

Miró con recelo a través de la ventanilla del avión, porque otra vez amanecía en azul.
Cuando empezó este fenómeno, la gente buscaba los rayos dorados del sol, y los niños jugaban a contarlos; ahora solo se podían ver en los anuncios, campañas políticas y en películas antiguas. Lion odiaba los amaneceres azules y las pesadillas.

Uno de los agentes golpeó la puerta con los nudillos, y le enseñó un vaso de café, indicando que se reuniera con él en una pequeña sala, donde ya estaba sentado el otro agente.

—Ya sabe, no podemos dar nuestros nombres verdaderos. A mí puede seguir llamándome Red y a mi compañero Blue. Pronto aterrizaremos, pero no será en Ciudad Capital. —Lion se incorporó con cara de pocos amigos—. Cálmese. Llegará a Ciudad Capital a tiempo, pero dando un pequeño rodeo. En cuanto lleguemos al aeropuerto de Rombergen, seguirá el viaje usted solo en un coche automático.

—¿Un pequeño rodeo? ¿De qué va esto, me van a dejar solo? 

—Sí,... nosotros nos volveremos en otro avión. Aquí tiene las instrucciones que acabamos de recibir. Resumiendo: El difunto Eduard Castle pagó para asegurar que su paquete: «usted» llegara sin contratiempos a Ciudad Capital y por eso nos desviaremos a Rombergen.  

«Como ve, Rombergen, está a unos ciento cincuenta kilómetros de Ciudad Capital. Pero llegará antes porque atajará por la vieja autopista que llega cerca del Star & Steel, donde le espera Valerie Mirren. —Ante la cara de sorpresa de Lion, Red aclaró—: A nosotros también nos extraña, pero tenemos instrucciones de contárselo todo y dejarlo ir, porque al parecer, Castle confiaba en que usted se presentará puntual como si lo hubiéramos llevado nosotros mismos en persona. Como ve —dijo Red enseñando las instrucciones—, Castle se fiaba de usted, y nosotros también tenemos que fiarnos».

—Entiendo que han cobrado por adelantado —dijo Lion a nadie en particular.

Tras aterrizar en Rombergen, Lion tuvo oportunidad de desayunar y estrenar un traje pasado de moda. Cuando estuvo listo, le montaron en un coche automático de la Agencia, sin distintivos especiales, pero con un rastreador GPS «para que el paquete llegue bien».

En cuanto se alejó, todo el recinto del aeropuerto quedó a oscuras salvo la torre de control. Lion concluyó que era uno de los aeropuertos fantasma incluido en las leyendas de las ciudades burbuja. Así que había algo de verdad en toda mitología alrededor de Ciudad Capital.

El coche tenía mal aspecto por fuera, pero era muy cómodo, el tipo de coche que permite al viajero dormir o trabajar. Lion prefirió dejar las ventanas transparentes, porque no recordaba si había estado en Rombergen y aunque temía que la mayoría de las casas estuvieran abandonadas, quería recordar cómo eran las ciudades antes del Cambio Climático. 

 Sin embargo, pasaron los minutos y todo lo que podía ver, eran campos. Kilómetros de campos en todas direcciones... hileras de árboles frutales y sembrados de todo tipo. Pero ningún humano a la vista, sólo cosechadoras y robots se hacían cargo de las labores agrícolas. Las únicas construcciones eran almacenes, silos y naves industriales. 

Reparó también en que desde que salió del aeropuerto, no había visto ningún vehículo de pasajeros ni en su dirección ni en la contraria. El tráfico estaba compuesto de contenedores automatizados que viajaban a mucha velocidad.

Dejó de mirar a su alrededor, porque oyó una tenue vibración procedente del diario. Al sacarlo de la caja, lo notó tibio. Estaba claro que aquel diario escondía algún sensor interno que se había activado por el movimiento del coche... u otro motivo que desconocía. 

El paisaje de ocres y verdes que una vez fue Rombergen, fue cambiando a los tonos grises de las carreteras interminables

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El paisaje de ocres y verdes que una vez fue Rombergen, fue cambiando a los tonos grises de las carreteras interminables. Al final de aquella planicie, surgían los colosales rascacielos de Ciudad Capital cuyos dedos se asomaban entre la bruma para arañar el cielo con sus dedos pálidos. En uno de aquellos monstruos de un kilómetro de alto, le esperaba Valerie Mirren para que aceptara ser heredero de Eduard Castle.



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