36 -REFLEX

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Cuando Whitaker recibió el aviso de ir a buscar a Lion a Winterlander, tuvo un mal presentimiento. «Qué problema tendría Lion que no pudiera solucionar por sí mismo». Lo más probable era que necesitaba deshacerse de un fiambre. ¿Para qué necesitaba un helicóptero con compartimento de carga si no?

Pero nada en sus más de veinte años de oficio le había preparado para la visión de la extraña pareja que se le acercaba.

Su vista se clavó en la forma humanoide que acompañaba a Lion. Su rostro era como un espejo acuoso que imitaba la cara de Lion, el resto del cuerpo quedaba oculto por un chubasquero marinero. No pudo seguir mirando porque sus ojos huyeron de su mente cuando esa cosa empezó a copiar su cara... ¡Su mismísima cara!


Beth ya estaba esperando en la terraza cuando el helicóptero se recortó en el cielo del atardecer. Iba muy rápido y ella tuvo que hacer visera con su mano para protegerse del sol y las luces del artefacto.

Whitaker aterrizó, pero no se entretuvo. En cuanto Lion y el Reflejo bajaron al ático, se marchó.

Beth entrecerró los ojos intentando adivinar qué estaba viendo, pero la súbita aparición del Magort le robó la mirada hasta verlo posarse en el brazo cristalino del Reflejo. El movimiento fue tan fluido y preciso, que entendió que el Magort y aquel ser extraño habían estado mucho tiempo juntos.

Lion se adelantó para abrazar a Beth, temiendo que se desmayara como Whitaker.

—¿Qué es? —preguntó Beth con aprensión.

—Es el hijo de Eddy. Estaba en la mansión

—¡¿El hijo?!...

—Cálmate.

—¿Qué quieres decir? ¿Con, el hijo?

—Te lo explicaré —Lion notó la ansiedad de Beth—. No es peligroso, solo debes evitar acercarte demasiado.

Beth temblaba porque al estar abrazada a Lion, percibía las emociones del Reflejo, en una extraña simbiosis.

—Es peligroso tocarlo —advirtió Lion.

—Pero ...tú pareces sentir lo mismo que él.

—Sí, yo lo toqué, y desde entonces estamos unidos, pero casi me cuesta la vida. ¿Entiendes? Ahora tenemos que concentrarnos en conseguir instalarlo en el ático.

Ambos callaron cuando un brillo iridiscente les hizo mirar hacia el Reflejo. Estaba en el borde del edificio, deslizándose por el mismo filo como la brisa por el agua. Repentinamente, el chubasquero se incineró y sus cenizas se elevaron ingrávidas hasta desaparecer.

El Reflejo estaba ausente.

Donde debía estar su cara, ya no había ningún rasgo humano. Todo su cuerpo era como una lente cuyo contorno sólo se adivinaba por la cercanía del Magort, y los ocasionales cambios en la luz en sus facetas de cristal.

Lion temió que las luces que emitía el Reflejo pudieran llamar la atención. Pero su temor provocó nuevas luces en el Reflejo que de nuevo imitó el rostro de Lion. Beth entendió que era mejor dejarlo solo y llevó a Lion dentro de la casa.

Inmediatamente, el Reflejo volvió a su estado amorfo. Extasiado ante tal inmensidad que sus sentidos se perdían viajando por las luces a cientos de kilómetros de distancia.

—¿Qué le ocurre? —Quiso saber Beth.

—Le fascina el espacio abierto... Nunca había salido de la mansión.

—Pero ¿Cómo puede ser el hijo de Eddy?

Lion resumió la historia del diario y la muerte de Dorothy.

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