𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

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No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado.
La oscuridad había devorado cada rincón de la habitación y el silencio reinaba, casi por completo.
Los únicos sonidos que podía percibir eran el lejano y ocasional abrir y cerrar de una puerta en el exterior y aquellos ruidos sobre los que Toby no tenía control y delataban que no estaba dormido.

Supondría que después de haber llorado tanto habría caído rendido apenas tocó la cama pero seguramente en su cabeza había el mismo lío que en la propia.

Nunca sucedió un enfrentamiento porqué después del primer golpe el chiquillo decidió que simplemente no iba a moverse.
¿Cómo diablos iba a golpearlo sí el muy idiota no le devolvía el gesto y tampoco intentaba cubrirse?
¿Sí su preciosa carita de muñeca rota se desfiguraba de esa manera por el llanto y sus ojos lo miraban con tanta rabia y dolor?
Todavía tenía la mano en alto cuándo encontró que simplemente no podía. Tratando de aminorar su frustración se llevó las manos a la cabeza y revolviendo con frenesí su corto cabello azabache comenzó a caminar en círculos por el minúsculo espació cómo el animal enjaulado que se sentía ser.
Las lágrimas silenciosas del castaño pronto tomaron fuerza y su expresión furiosa y herida se disolvió rápidamente en un mueca de tristeza qué intentaba ocultar cubriéndose la cara, amortiguando ya de pasó sus sollozos cada vez más ruidosos.
Está vez Tim no se acercó a palmearle el hombro y ofrecer palabras de aliento cómo solía hacer cada qué el niño se rompía, ¿Con qué derecho iba a hacerlo sí aparentemente era el responsable de su amargo llanto?
Exhausto, el hombre se sentó en el sucio y frío piso en el extremo contrario de la habitación y apoyando la espalda en la pared observó cómo Toby se desmoronaba  hasta que la penumbra los consumió.
       
       
Sus labios eran cálidos y su sabor era dulce, se movían con torpeza sobre los propios en un intentó bastante malo de un beso qué sin embargo le provocó una deliciosa calidez en el pecho y una ternura que a esas alturas creía imposible de sentir.
— Realmente estás en ésto, eh. — Se burló cuándo el chico sentado a horcajadas sobre sus piernas deslizó su sudadera sobre su cabeza y la tiró al piso de la habitación  dejando a su merced un torso pálido, delgado y marcado por incontables cicatrices y una cintura estrecha qué se amoldaba perfectamente entre sus manos.
C-callate. — Ordenó con el sonrojo coloreando su piel desde el cuello hasta las orejas mientras apoyaba sus manos temblorosas sobre sus hombros.
— En r-realidad estoy aterrado. — Confesó en un bajó murmullo, la vergüenza ni siquiera le permitía verle a la cara.
Cómo sí no lo supiera ya.
El mocoso estaba temblando mucho más de lo qué era usual en su persona y se retorcía ante el más ligero roce cómo sí sus manos fueran hielo.
Está vez se abstuvo de burlarse y en cambio acomodó un par de mechones de cabello castaño tras la oreja del menor.
— Voy a ser muy dulce. Lo prometo. — Aseguró sobre sus labios magullados.
"Te creo", dijeron esos redondos ojos color ámbar.

Los sonidos húmedos y lascivos del chocar de sus pieles desnudas llenaban todo el espacio entre las cuatro paredes, además también de sus respiraciones agitadas y las palabras, en su mayoría incomprensibles, qué el hombre más pequeño gemía ya sin ningún pudor.
— Te quiero, te quiero, te quiero tanto. — Balbuceaba juntó a su oído mientras se aferraba con fuerza a su cuello y con sus uñas rotas rasgaba la carne de su espalda.

Fue sin duda el exceso de alcohol en su sistema el que inspiró esta repentina valentía, o este acto de estupidez.
— ¿Porqué no te quedas un rato? — Ofreció aferrándose a su delgada muñeca mientras su otra mano se apoyaba contra la puerta en un intentó de que el otro no la abriera.
— Dios, de verdad estás borracho. — El castaño se rió girando el pomo con más insistencia.

Y finalmente pudo probar esos labios que por tanto tiempo había anhelado. El chico se resistió en un principio, seguramente por la confusión, porqué enseguida sus labios se movieron tímida y experimentalmente y sus puños se cerraron contra la tela de su camisa mientras se acercaba un poco más.

— Está bien, me quedaré a asegurarme que no muera. — No pudo escuchar una respuesta, solo la puerta cerrarse.
Sintió un peso sumarse a la cama y unos delgados y finos dedos apartarle el flequillo de la cara.

El empujón fue tan brusco que por poco lo hace caer. — No juegues conmigo, cabrón. — Advirtió severamente. — Tú de v-verdad... De verdad me gustas.

— Te amo, Timothy. — Prometió antes de caer rendido mientras todavía apretaba su mano.

Timothy Wright despertó con la frente perlada de sudor y con el corazón martillando dentro de su pecho casi con violencia, cómo cuándo despertaba de una de esas pesadillas que involucraban al hombre sin rostro.
Miró de un lado a otro sin poder distinguir nada al rededor aunque pronto el punzante dolor en su espalda por dormir en una mala postura, cómo lo era sentado, le ayudó a recordar dónde estaba.

No intentó volver a conciliar el sueño. Aunque quisiera su mente ya estaba trabajando arduamente haciendo lo que mejor sabía, ordenando rompecabezas.
Registrando todas las palabras de los últimos y extraños días, buscando lugar para las nuevas piezas qué se acababan de revelar y tratando de encontrar las faltantes en su memoria.

                            
             
NOTAS DE AUTOR:
Okey, no sé si se habrán dado cuenta que cada capítulo tiene números diferentes porqué cada uno es un POV distinto.
Mayúsculas en ingles para Tim, minúsculas en español para Toby y Romanos para Hoodie.
Entonces, ¡¿porque nadie me dijo que en lugar de cinco escribí diez?!
Con toda seguridad al cinco le puse "X" en lugar de "V" porque juraba que así se escribía, kajdkakksa.
Lo corrijo luego, gracias por todo el apoyo, esto se termina en dos caps más.

𝐅𝐑𝐈𝐃𝐀𝐘 𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora