En el vasto universo existen cuatro fuerzas fundamentales que moldean nuestra realidad: la Radiancia, el Barion, el Aquilón y lo Arcano. Estas energías mágicas, entrelazadas, dan vida al amanecer, al trueno, al viento y a las estrellas.
Los que dominan estas fuerzas son conocidos como Magos, capaces de curar y destruir, crear y deshacer con naturalidad. Pero cada acto de magia tiene su precio, y cada Mago debe enfrentar las consecuencias de sus acciones con determinación.
Comencemos con la Radiancia, el fuego dorado que emana bondad y compasión.
La Radiancia, en su forma virtuosa, es una fuente inextinguible de calidez y luz que nutre a aquellos que se esfuerzan por hacer el bien en el mundo. Los humanos bendecidos con esta habilidad son conocidos como Arúspices.
Los Arúspices son almas de gran empatía y caridad, guiados por el noble sendero de la Virtud. Con la Radiancia, realizan actos de bondad y misericordia, curando heridas y aliviando dolores. Pero la Radiancia trasciende la mera sanación física; es una fuerza capaz de infundir felicidad y placer, tocando corazones con una calidez que va más allá de lo tangible. Esta energía luminosa tiene una profunda conexión con toda forma de vida, especialmente con la flora. Los Arúspices pueden acelerar el crecimiento de las plantas y hacer brotar flores y ramas a su alrededor. Algunos de ellos, sintiendo una unión tan fuerte con la naturaleza, pueden transformarse temporalmente en animales o espíritus del bosque, fusionándose con el entorno.
A pesar de su inclinación hacia la paz y el amor, los Arúspices no son débiles. Frente a la adversidad, pueden defenderse con descargas de fuego sagrado y rayos de luz divina. Pueden canalizar la Radiancia en forma de lanzas de luz pura que perforan cualquier oscuridad y causan daño devastador a sus enemigos. En combate cercano, envuelven sus manos y armas en llamas sagradas, quemando a cualquier adversario que se atreva a enfrentarlos. También poseen la capacidad de invocar fuerzas de la vegetación, llamando a gigantescas enredaderas para estrangular a sus enemigos o lanzar espinas venenosas que brotan del suelo. Estas enredaderas pueden surgir de la nada, atrapando y neutralizando a los adversarios con una fuerza ineludible.
Además, pueden bendecir armas, objetos y personas, imbuyéndolos con la esencia de la Radiancia para protegerlos de la corrupción y el mal, o para potenciar sus habilidades. Una espada bendecida por un Arúspice puede cortar a través de la oscuridad, mientras que una persona bendecida puede realizar hazañas extraordinarias de fuerza y resistencia.
En momentos de gran necesidad, los Arúspices pueden invocar tormentas solares que envuelven el campo de batalla en una luz cegadora y ardiente, debilitando a sus enemigos y fortaleciendo a sus aliados. Estas tormentas no solo ciegan y queman a los adversarios, sino que también purifican el entorno, disipando la magia oscura y restaurando la armonía natural.
Sin embargo, el uso de la Radiancia no está exento de sacrificios. Con cada acto de bondad o justicia, los Arúspices sienten un calor creciente dentro de ellos, una sensación que, eventualmente, se torna en el ardor de estar cocinándose vivos. Este es el precio de su poder: una ardiente advertencia de que incluso la luz más pura puede consumir a quienes la manejan sin cuidado. Con cada acción, los Arúspices reflejan la dualidad de la Radiancia: una luz que cura y destruye, que alivia y atormenta, recordando a todos que el verdadero poder reside en la templanza, en actuar con mesura y prudencia.
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Tierras Quebradas: El fulgor del Destino
FantasyEn un mundo regido por fuerzas mágicas ancestrales-la Radiancia, el Barión, el Aquilón y lo Arcano-Maya, una joven siempre ajena al poder que otros daban por sentado, deja atrás un país en ruinas para llegar a la ciudad que durante años solo existió...