El despertador sonó a las seis en punto y despertó a Davian. Se quedó observando la penumbra matutina. Al levantarse, oyó golpes en la puerta.
—Davian, apúrate y baja a desayunar —dijo su padre con su tono firme de siempre.
Davian suspiró, se vistió y bajó las escaleras. En la mesa, encontró a su padre desayunando y escribiendo en la laptop, el sonido de las teclas llenando el aire. Se dirigió al estante para prepararse el desayuno.
—Buenos días y buen provecho —murmuró su padre, molesto.
Davian se sentó y comió. Después de un momento, levantó la vista y recordó que había olvidado el saludo.
—Buenos días y buen provecho —dijo apresuradamente, antes de concentrarse nuevamente en su desayuno.
La puerta se abrió de nuevo, y un joven más bajo que Davian apareció en la cocina. Su cabello castaño estaba desordenado, y su piel oscura contrastaba con la luz de la mañana. Sus ojos azules, curiosos, destacaban entre las sombras, dándole un aire de confianza.
—Hola, papá —dijo el chico mientras buscaba su desayuno.
—Hola, Hanem —contestó su padre, apenas despegando los ojos de la pantalla.
Davian observó. —Buenos días y buen provecho —dijo de repente, dirigiéndose a Hanem.
Este lo miró confundido. —¿Qué?
Davian lo miró fijamente. —Buenos días y buen provecho.
Hanem sonrió con burla.—Buenos días y buen provecho —repitió, imitando las palabras de Davian antes de seguir con lo suyo.
Davian resopló y volvió a concentrarse en su comida. El día apenas comenzaba, pero ya se sentía fastidiado.
-Ilustración de Hanem-
La puerta de la cocina se abrió y un joven alto, de piel clara, entró en la habitación. Su cabello castaño dorado caía sobre la frente, y sus ojos azul oscuro se movían con una mezcla de timidez y cortesía.
—Buenos días —saludó el chico con voz calmada.
—¿Qué tal? —respondió Hanem.
—¡Buenos días, Aythan! —respondió el padre de Davian mientras apartaba la vista de la laptop—. ¿Cómo estás? ¿Dormiste bien?
—Sí, muy bien, grracias —contestó Aythan con una sonrisa educada.
—Si quieres, puedo prepararte algo de desayuno —ofreció el padre, dejando el portátil a un lado.
—No, no hace falta, de verrdad. Estoy bien así —respondió Aythan, aunque parecía incómodo con tanta atención.
Mientras Aythan se dirigía al estante para prepararse algo sencillo, Davian observó la interacción y vio que su padre lo seguía con la mirada, listo para ayudar. —¿Y cómo les fue en su primer día?
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Tierras Quebradas: El fulgor del Destino
FantasyEn un mundo regido por fuerzas mágicas ancestrales-la Radiancia, el Barión, el Aquilón y lo Arcano-Maya, una joven siempre ajena al poder que otros daban por sentado, deja atrás un país en ruinas para llegar a la ciudad que durante años solo existió...