Capitulo 8

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«Todo iba a terminar de una forma en la que todos acabarían llorando, pero él no. En su corazón sentía un alivio enorme porque sabía que había hecho lo correcto. Aunque su vida se desvanecía, estaba feliz por haberlo hecho por sus hermanos. Sabía que un día USA se daría cuenta de cuánto le importaba..... Pero cuando eso pasará todo sería cruel y duro para muchos »

—Que descubrirás que te lo di todo, que te mostré mi alma y te dejé entrar donde nadie tiene acceso. Y te darás cuenta de que me destruiste y no lo merecía. Que me perdí mientras buscaba cómo ayudarte. Me perdí y te perdí. Y tú actuaste como si yo no fuese más que una desconocida. Te apoyé, te ayudé, y todo para que me rompieras el corazón en mil pedazos.

USA, amarte dolía. No es fácil superar esto mientras tú sigues con él. No lo será. No es algo que comenzó hace poco; es desde la infancia. Pensamientos que abrumaban a la finlandesa mientras estaba en su cama sin querer levantarse. Sus ojos dolían de tanto llorar. Se miró y vio una imagen rota. Por furia lanzó las cosas y se recostó para llorar y gritar. Esto es duro. ¿Cómo puede olvidar a su primer amor, aquel que fue un caballero con ella, que escribía cartas, miles de esas, que la hizo brillar? No, eso es difícil.

Lloraba amargamente cuando sonó un toc-toc en su puerta. Con la voz algo baja dijo:

—Por favor, no dejes ingresar a nadie. No quiero visitas.

Escuchó pasos alejándose y volvió a su cama. Lloró amargamente hasta que no pudo más, preguntándose cómo pudo acabar así una hermosa historia de amor en tal agonía.

—¿No lo supe amar? Puse tanto de mi parte para que funcionara. Renuncié a ser yo misma para ser la mujer perfecta para USA, aunque él me amaba tal cual era. Esto es desesperante.

Estaba a punto de volver a llorar cuando escuchó un toc-toc en su ventana y alguien entraba. No le importaba. Estaba triste y se cubrió lo suficiente para seguir llorando.

—¿Aún sigues llorando, mi amada princesa? —dijo Estonia al ver a Finlandia. Ella abrió los ojos y él se lanzó a abrazarla. Cuánto dolía verla así. La amaba más que nadie. La había hecho feliz con USA, pero verla así le dolía. Solo se quedó a su lado mientras Finlandia seguía llorando, con su cabello desarreglado, ojos rojos de tanto llorar y piel pálida.

A veces, el amor también puede ser una enfermedad mortal.

Estonia miró a esa hermosa mujer y solo se aguantó el llorar. Le dolía ver su resplandor apagado. Tragó sus lágrimas y Finlandia dijo:

—No fui suficiente, Estonia. ¿Por qué? ¿Por qué él tiene el derecho de amarlo y yo no? —gritaba dolida, con la voz rota.

Estonia estaba furioso. No aceptaba que USA la hubiera dejado así. Pero suspiró, sabía que, a pesar de todo, USA nunca hubiera querido hacerle daño a la hermosa finlandesa. Secó sus lágrimas, aunque seguían cayendo, besó su mano y la miró con esos hermosos ojos y dijo:

—Todo va a estar bien, my lady —sonrió, y Finlandia se sonrojó. Pero él sabía que su dolor no acabaría aquí. Pero el siempre estaría para ella ,hasta la muerte si hiciera falta.

—Señorita, no pudimos evitar que pase —dijo el mayordomo, interrumpiendo abruptamente. Se quedó sorprendido al verlos abrazados y, aún más, al observar el estado lamentable de la contryhuman que representaba su país—. S-se-s-se-s-señorita, ¿qué le pasó?

Finlandia, después de días de llorar, rió siquiera por un instante. Una risa frágil, rota, pero era una risa al fin y al cabo.

¡Déjate querer! •countryballs• ||UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora