Capitulo 3

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Todo va de maravillas en mi nuevo trabajo y con respecto a realizar mi post grado estoy buscando universidades, estoy trabajando como abogada y consultora jurídica en materia familiar en Empresas Tentación y me va excelente, incluso tengo varios amigos en el trabajo, aunque en distintas ramas del derecho, por así decirlo.

Mi compañero más allegado es ese chico que se presentó en mi oficina el primer día, Adam, es increíble, muy divertido he de admitir, no cualquiera hace reír a la gente con facilidad, pero el sí y tiene cada ocurrencia que todos se preguntan de dónde le sale tanto material con respecto a chistes e ideas para reírse de si mismo.

Siempre que llega mi hora de almuerzo, Adam toca a mi puerta y me acompaña a almorzar, lo cual me parece perfecto, ya que no me gusta almorzar sola, me parece deprimente, y con el de compañía no se lo que es el aburrimiento.

Es la hora de almorzar, ya es mi tercera semana acá, así que al ser las doce del mediodía y como se le ha vuelto una costumbre a Adam toca a mi puerta, y dicho y hecho, de solo pensarlo lo he llamado con el pensamiento...

— ¿Lista para almorzar? —Pregunta Adam sonriendo desde la puerta de mi oficina—.

—Sí, ya terminé un escrito que debo ingresar mañana, vamos. —Contesto tranquila, y levantándome de mi escritorio—.

—Te tengo una propuesta, ¿Qué te parece si en vez de almorzar en la cafetería de la empresa vamos a comer a un restaurante? Yo invito, y no acepto un no por respuesta.

—Vale, vale, está bien, como tú digas. —Digo riendo a su pregunta—.

Salimos de la empresa en su auto, Adam maneja por unos cinco minutos y en el trascurso al restaurante vamos hablando de nuestras familiar, al llegar, Adam pide una mesa para dos, y cuando el camarero nos lleva a la mesa nos sentamos.

—Nunca había estado aquí. —Comento observando el lugar—. Y eso que las chicas de la oficina cuando no estas, que tienes que ir al juzgado me llevan a todos lados.

—Es nuevo en la capital, así que dudo que lo conozcan. —Responde—.

Ordenamos nuestra comida y Adam ideaba cada cosa para hacerme reír e incluso al camarero hizo reír en una de sus pasadas por la mesa.

—Monserrat, ¿Te puedo preguntar algo?

—Dime, soy toda oídos. —Contesto viéndolo a los ojos, y noto como empieza a frotarse las manos—.

— ¿Si te propusiera algo lo aceptarías? —Pregunta nervioso—.

—Si no tiene que ver con que vas a asesinar a alguien sí.

—Perfecto porque no tiene nada que ver con eso.

— ¿Entonces? —Pregunto curiosa—.

—No sé cómo decirlo. —Dice nervioso y viendo hacia los lados—.

—Con la boca para empezar. —Digo chistosa, lo cual hace que Adam se ría—.

—Tú chistes deben de mejorar. —Dice—.

—Estoy aprendiendo poco a poco de ti, pero ¿Qué ibas a preguntar?

— ¿Alguna vez has tenido sexo? —Pregunta de la nada y me toma desprevenida—.

—Ahora, que tú digas ahora no, pero de que lo he tenido, lo he tenido, pero ¿a qué viene esa pregunta?

—Ya entenderás. —Dice—. Pues resulta que... me... pareces atractiva...

—Adam te recuerdo que nos conocemos hace solo tres semanas, como para que me propongas ser tú novia. —Digo de la nada—.

—Yo no soy de ese tipo de cursilerías. —Dice cortándome, lo cual me deja pensando—.

Tengo que Admitir que Me Enamore de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora