Capitulo 4

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Otra vez madrugue, pero esta vez no tome mi café matutino, estos exámenes se hacen en ayunas, así que sin café estoy de un humor de los mil perros, Adam pasa a recogerme frente a mi edificio.

—Buenos días. —Dice sonriendo—.

— ¿Qué tienen de buenos? —Pregunto cortante, nunca me sienta bien no tomar mi taza de café en las mañanas—. No me he tomado mi café así que te aguantas.

—Yo creo que no solo es el café, es falta de algo más. —Dice divertido—.

—Bueno, pronto estarás tú así. —Contesto—. Porque tanto con pastillas, como con inyecciones tengo que esperar cierto tiempo para hacerlo sin condón. —Le saco la lengua—.

—Vaya, veo que te cuidabas. —Responde tranquilo y colocando el auto en marcha—. ¿aún lo haces?

—No, hace dos años deje de hacerlo. —Confieso—.

—Vaya, me sorprende que estés de buen humor. —Dice—. Para tener dos años de abstinencia.

—Sigues con ese tipo de bromas y me echó para atrás. —Amenazo—.

—Vaya, tienes razón te hace falta tú café por la mañana. —Observa—.

—Gracias. —Digo—. No cualquiera lo reconoce tan fácilmente, mi obsesión al café.

—Muy pronto será a mí. —Dice sonriendo—.

—o tú a mí. —Me rio—.

Llegamos al laboratorio, toman muestras de nuestra sangre, me hacen una citología y otro par de cosas más, antes de ser las ocho de la mañana salimos del laboratorio.

Llegamos justo a tiempo al trabajo, nadie dice nada de porque llegamos juntos, sobre todo porque dudo que alguien se diera cuenta, capaz dirían que nos encontramos en el ascensor.

A la hora del almuerzo quedo en almorzar con Isabel, hablamos largo y tendido, y luego volvemos al trabajo, al ser la hora de salida, me despido de ella, y me encuentro con Adam en el ascensor.

—Tú cita con el ginecólogo es a las seis de la tarde. —Me informa—.

—Okey.

— ¿Sabes que iré contigo verdad? —Pregunta con cuidado—.

—Tranquilo, lo sé. —Contesto—. Es parte del acuerdo.

Subimos a su auto y tomamos camino a un hospital, donde al llegar Adam le dice a la recepcionista sobre la cita a con el ginecólogo de la señora Castillo.

La recepcionista nos pasa al consultorio, donde el que se dedica a preguntar cientos de cosas es Adam y no yo sobre los métodos anticonceptivos, él quería una inyección, y yo por en cambio las píldoras, ya que ese era mi método anterior y me iba muy bien.

Luego de que el ginecólogo nos diera la receta para las píldoras, nos despedimos y nos vamos al conjunto residencial, donde el estaciona en su edificio, subimos a su apartamento.

—No entiendo, la inyección era menos olvidadiza. —Dice intentando comprender—.

—Sí, pero la píldora es a la que estoy acostumbrada, además tengo mejor de mi menstruación con la píldora que con la inyección que me la descontrolaría. —Contesto—. No quiero parecer fuente.

—Muy divertida. —Se ríe algo asqueado al imaginárselo—. ¿quieres agregar algo al acuerdo antes de que lo imprima?

—Si. —Contesto—. Nos alternaremos la compra de las píldoras un mes tú y un mes yo.

—Me parece perfecto. —Responde—. Ya lo iba a proponer yo, ya que yo también voy a disfrutar.

—Los encuentros serán aquí, o en cualquier otro lugar que no sea mi apartamento. —Propongo—. Se supone que nuestras familias no se pueden enterar y yo vivo con mi primo, tú por en cambio vives solo.

Tengo que Admitir que Me Enamore de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora