Mamá

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La primera vez que sentí lo que era atemorizar a alguien tenía 17, recuerdo que afuera el viento movía las ramas del viejo mis amigos se habían alejado tan deprisa que dejaron atrás los dulces que mamá les había comprado. No se porque huyeron tan de repente, no hice nada malo, es lo que se merecen las malas personas. Esta claro que no entenderán nunca que era necesario, además no podrán sentir la caricia de la sangre mientras goteaba por mis manos, era tan gratificante, tan placentera y hasta cierto punto, divertida.
Durante los días siguientes decidí experimentar la nueva persona que había descubierto dentro de mí, mate insectos, torturé animales de todos los tamaños, herí personas y ni de esa forma volví a obtener el hipnótico y excitante resultado de su muerte. El tiempo seguía adelante, la búsqueda de recrear aquella imagen continuaba, pero a pesar de todo, no encontraba la fórmula que me devolvería a ese preciso momento donde todo cambio. Las víctimas fueron incontables, los ríos de sangre se secaban y los cuerpos que abandonaba a mi paso seguían pidiendo ayuda en mi cabeza, pero nadie más escuchaba los gritos.
No habían muerto de la misma manera algunos dejaban de vivir por un arma de fuego, otras por un arma blanca, quizá por un disparo en la frente o varias puñaladas por la espalda, creí que no había dejado pistas para que me atraparan y que en algún punto terminaría mi búsqueda, pero me equivoque, mujeres blancas de cuarenta y tantos, eso termino delatando mi obra, quizá si no hubieran encontrado ese patrón no estaría en esta celda ahora, esperando la sentencia de por vida que me espera.
Aún así no me arrepiento de todas las muertes ni de todas las personas que salieron heridas en el proceso, lo lamentable es que a pesar de todo no pude reconstruir aquella pintura tan preciosa que la primera muerte plasmó en mi cabeza, las demás ni siquiera eran lo suficientemente extraordinarias para provocar la sonrisa que se dibujo en mi cara cuando corte su cabeza, ahora está claro que la gente normal no se equivoca cuando dice que: “Madre solo hay una”.

Relatos cortos de una mente retorcidaWhere stories live. Discover now