(Capitulo 8)La perfección en carne y hueso (parte 2)

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Por consiguiente, Revolver, Blu y Nathan se dirigieron hacia las escaleras y empezaron a bajar hasta llegar a la entrada. Salieron y caminaron en dirección al bosque donde Revolver y Raquel se enfrentaron. Al llegar a lo que quedaba de la cabaña, Nathan comenzó a escarbar entre los escombros hasta que encontró algo. Levantó en el aire una funda que parecía ser un estuche de violín, como si fuera un trofeo.

—Te presento la obra maestra de Areus. Nos tomó todo un verano hacer esto —exclamó Nathan, cambiando su inamovible cara inexpresiva a una leve sonrisa.

—¿Les tomó tanto tiempo hacer un violín? —preguntó Revolver, con incredulidad en su rostro.

—Estas armas son exageradamente ilegales. Por eso nos tomó tiempo conseguir todos los materiales. Las llaman Armsbane —dijo Nathan mientras abría el estuche.

—Primero, no vamos a usar esa cosa. Además de ser excesivo, también es ilegal. Y segundo, por pura curiosidad, ¿de qué está hecho? —reprochó y preguntó Blu, que continuaba en la mano de Revolver.

Nathan se quedó en silencio un momento y luego argumentó —Primero, no es excesivo, es supremamente excesivo. Además, las pistolas de Revolver también son Armsbane, y nadie, aparte de los semimuertos especializados en percibir almas, puede sentirlas. Segundo, están hechas de metales raros y algunos un poco caros, como también de un elemento especial que les da sus propiedades y habilidades.

Al terminar de decir eso, Revolver y Blu quedaron extrañados con toda la información, quedándose en completo silencio mientras Nathan sacaba del estuche una espada. El mango parecía ser de una espada japonesa, rojo con un pequeño botón de torbellino dorado pegado en la guarda, pero la hoja ocupaba todo el gavilán y terminaba como si fuera un sable. Nathan colocó una pequeña cinta VHS delante suyo y después hizo una pose de esgrima para cortarla. Sin embargo, cuando retiró la espada del objeto, esta tenía varios cortes y parecía calcinada.

—¡Eso es demasiado extremista! —exclamó Blu con tono de miedo.

—Lo es, pero tranquilos, usaremos esta cosa para romper los cables de Charlotte —argumentó Nathan mientras guardaba la espada en la funda del violín.

—¿Qué pasó? —preguntó Revolver mientras veía lo que antes era la cinta VHS. —¿Cómo la rompiste y quemaste?

—Conocen la teoría del gato de Schrödinger, ¿verdad? Dice que si ponemos un gato en una caja junto a una sustancia letal y cerramos la caja, no se sabrá si el gato está vivo o muerto hasta que se abra la caja. Es lo mismo con la espada. No sabían qué haría la espada, por eso uno de ustedes imaginaba que la cortaría y el otro que la calcinaría —explicó Nathan. —El plan es el siguiente: nosotros tres tenemos que atacar a Charlotte en un lugar cerrado. Seguramente tiene más trucos. Por eso usaremos la espada para cortar los cables.

—¡TOMA ESTO! —gritó una voz femenina desde lo profundo del bosque, mientras un árbol completo era lanzado como una lanza hacia Nathan, Revolver y Blu.

Antes de que los aplastara, Nathan soltó el estuche de violín y saltó hacia el árbol que se dirigía hacia ellos, usando su autómanual para hacerlo trizas de un puñetazo. Aterrizó visiblemente agotado. Revolver se acercó para revisar que estuviera bien, pero al verlo notó que sangraba por la nariz. Ella le extendió la mano para ayudarlo a levantarse, al levantarse Nathan se limpia la gota de sangre.

—Nathan, ¿estás bien? —preguntó Revolver.

Nathan suspiró y respondió —Sí, estoy bien. Pero usar demasiado el autómanual pasa factura al cuerpo. Además, es mejor que empecemos a marcharnos de aquí, esas dos locas allá están peleando.

Revolver asintió y Nathan recogió el estuche de violín. El trío se dirigió hacia la escuela. Al llegar, vieron a varios grupos de estudiantes entrando.

La detective sin atadurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora