Epilogo.

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—Oh, mierda, Legolas. ¿Tienes que ser tan rudo?

—Escucha, tú eres el que quería que lo hiciera. Quédate quieto, está muy profundo —Dijo Felix entre dientes, haciendo todo lo posible por ignorar la ronda de risitas que resonó alrededor.

—Lo siento mucho, Instructor Hyunjin —dijo el chico con un marcado acento tailandés.

Hyunjin le dedicó al chico, Ten, una sonrisa tranquilizadora. —Fue mi culpa. Fui yo quien te entregó la ballesta sin asegurarla primero.

Los ojos del chico se abrieron y sacudió la cabeza violentamente, su cabello oscuro caía sobre sus ojos de una manera que lo hacía parecer incluso más joven de lo que era de por sí.

—No. Fui yo. Lo siento mucho. Por favor, perdóneme.

Felix observó el perfil lateral de Hyunjin mientras que le daba al niño otra sonrisa tranquilizadora. Puso los ojos en blanco mentalmente. Su esposo seguía teniendo un enorme corazón sangrante y estos chicos lo sabían. Lo conducían por la nariz. Sacudió la cabeza, pasando los dedos por el cabello sudoroso de Hyunjin con brevedad antes de recordar cuál era su tarea en cuestión. Hyunjin suspiró con felicidad.

Yoo Doyeong se abalanzó desde atrás levantando a Ten antes de dejarlo caer de espaldas sobre los gruesos cojines del gimnasio. Sostuvo al chico como un rehén entre sus brazos.

—No es tu culpa. Nadie debería darle un arma al bebé.

Lee Hyeri, se sentó en las esteras apiladas detrás de Doyeong, inclinándose sobre él para pasar sus dedos por las mejillas regordetas de Ten, estaba encantada cuando él las hinchó y ella pudo aplastarlas de nuevo. La chica era una de las personas más peligrosas que Felix había conocido de cerca, pero chillaba igual que un niño que jugaba con un cachorro.

Felix puso los ojos en blanco. Se habían metido en esto pensando que estarían entrenando asesinos viciosos. Monstruosos asesinos que necesitarían supervisión constante para evitar que rompieran las cadenas y desataran sus impulsos asesinos en un mundo desprevenido. En cambio, dirigían un preescolar lleno de armas y tácticas militares avanzadas.

Felix debería haber estado haciendo esto en la enfermería. No, el médico debería haber estado haciendo esto en la enfermería, pero Chayoung había decidido convertirlo en un momento de enseñanza. Una sesión de entrenamiento de tiraje con una solución rápida de enfermería de trinchera. Y el gran idiota de su esposo había accedido sin pestañear.

Así es como llegaron a estar sentados en un semicírculo, con la manada de asesinos y manipuladores de Hyunjin, observando como Felix retiraba con cuidado la punta de flecha de acero de la carne blanda incrustada en el hombro de su marido.

En cuanto a lesiones, era apenas un rasguño. Si hubiera sido una de las ballestas más grandes, Felix estaría planeando un funeral ahora mismo. Y si hubiera sido cualquier otro estudiante, Felix podría haber arrancado la flecha de Hyunjin y la habría clavado directamente en su cuello. Pero Ten era diferente a los demás, tanto que la diferencia era asombrosa. En comparación a todos.

Para el mundo exterior The Watch era simplemente un centro de estudios mundial, una especie de escuela de postgrado para hijos de la elite: el 1%. Hijos de diplomáticos, políticos y otras personas poderosas. Pero por dentro, era más que una escuela. Una escuela con solo dos trayectorias posibles, y el camino de los estudiantes era elegido antes de que siquiera supieran que podían elegir.

Seulgi y Junho se dieron cuenta desde el principio de la creación del plan de estudios, que solamente entrenar a los psicópatas para que fueran asesinos no sería suficiente. Tenían que entrenar a la próxima generación de interventores para controlar a dichos asesinos.

Lunatico - Hyunlix #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora