Capitulo Once.

138 14 0
                                    



Felix tomó otro sorbo de su café, mirando fijamente el líquido como si esperara que le dijera su futuro. Era mejor que la alternativa, que era mirar a la cara de su guapísimo, pero excesivamente cariñoso marido, que lo miraba con ojos de corazón. Nunca se acostumbraría a llamarlo así. Su marido. A quien había vomitado palabras la noche anterior.

Una parte de Felix quería culpar de la repentina purga de sentimientos de la mañana a la resaca o a la falta de sueño. No era una persona de sentimientos. Nunca se había creído capaz de ese nivel de autoconciencia, pero no sólo se había visto inundado por todas esas... emociones, sino que de alguna manera había pensado que era una buena idea expresárselas a Hyunjin. Hyunjin, el tipo bueno guiado por las emociones.

Esperaba que después de su sesión de besos de anoche, Hyunjin hiciera lo correcto e ignorara el bombardeo de amor de Felix. Pero no, el bastardo había estado observando silenciosamente a Felix toda la mañana, y sinceramente estaba empezando a asustarlo. Era la segunda vez que le hacía una declaración improvisada a Hyunjin en el lapso de una semana.

Si Felix no se ponía las pilas pronto, iba a empezar a escribir sonetos o alguna mierda, y ya estaba al borde sólo de preocuparse por él más de lo que ya lo hacía o cualquiera en un radio de tres metros de él era un hombre muerto caminando.

¿En qué lugar del espectro de la psicopatía se encontraba eso? ¿Era esto lo que habían sentido sus hermanos cuando habían chocado con sus parejas? ¿Sentían como si todo el aire fuera succionado de una habitación cuando aparecían? ¿Les habían contado entonces acerca de esos sentimientos? ¿Cómo carajo habían vuelto a mirarlos a los ojos?

Felix había hecho un montón de mierdas embarazosas para mantener su tapadera de borracho. Había robado cosas, se había desmayado en público, había dicho y hecho cosas que harían que la gente con algún tipo de brújula moral se metiera en un agujero para no volver a salir.

Diablos, había visto el interior de una celda de la cárcel más veces de las que podía contar con las dos manos, pero nada era más vergonzoso que desnudar su corazón ante Hyunjin. Eso no era normal, ¿Verdad? ¿Por qué se sentía tan expuesto? Mierda.

— ¿Vas a mirarme alguna vez hoy, Legolas? —preguntó finalmente Hyunjin, deslizándose de su silla a la que estaba junto a Felix.

La mirada de Felix se dirigió hacia arriba y luego hacia su té. Tomó otro sorbo tentativo. —Todavía no estoy seguro —murmuró.

—Eso va a hacer que besarte sea difícil —dijo Hyunjin, apoyando su cabeza en el hombro de Felix, dándole la misma mirada de cachorro de antes—. Y soy un poco adicto a besarte.

—Eso parece un problema tuyo —dijo Felix con malhumor.

Hyunjin sonrió y luego recorrió con la nariz la columna del cuello de Felix. Los párpados de Felix se agitaron al sentir la piel de Hyunjin pegada a la suya. Joder, ¿Por qué tenía ese efecto en él casi al instante? Contrólate. Se obligó a concentrarse en otra cosa que no fuera la mano de Hyunjin que ahora subía por su muslo.

— Ves, eso. Por eso mismo es por lo que no quiero mirarte —se quejó Felix, sacudiendo a Hyunjin de encima para encontrar su mirada hosca—. Creo que me gustaba más cuando te burlabas de mí todo el tiempo. Deja de mirarme como si me amaras y quisieras... comprarme un gato o algo así.

Los labios de Hyunjin se movieron en una sonrisa abortada. — ¿Quieres que te compre un gato, Legolas?

Felix exhaló un suspiro, poniendo su cara en lo que esperaba que fuera una mirada dura. —Voy a golpearte en la cara.

Lunatico - Hyunlix #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora