CONTIGO

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—¡Ya levántate! ¡Ivin! Es hora de desayunar —mi hermano llama a la puerta de mi habitación.

Con mucha pesadez, me animo a responderle.

—¡Ya voy! —Y me revuelco entre las cobijas y mi cama.

Bostezo. Miro el techo. Me talló mis párpados. Siento dolor en mi mejilla. ¡Me duele! ¡Pero duele rico! Entonces recuerdo. ¡Me siento en la cama! Pienso. Vuelvo a pensar. ¡Lo recuerdo! Recuerdo todo.

Corro al baño de mi habitación y al verme en el espejo, me siento muy extraña. ¡Hay un hematoma en mi mejilla derecha!

—¡Carajo! No sé cómo permití que esto pasara.

¿Qué otra opción tengo? Hago mi rutina matutina. Me alisto y pongo un poco de maquillaje para intentar disimular mi moretón. Antes de salir de mi habitación, suspiro con todas mis fuerzas y mi celular vibra.

¡Es una llamada!

—Hola.

—¡Buenos días, Ivin! ¿Cómo estás? —La voz de Alán suena muy bien.

Abro la puerta de mi habitación y salgo.

—Muy bien. ¿Tú, qué tal?

—Extrañándote.

—¡No manches! Qué cursi.

—¿Estás en tu casa?

Comienzo a bajar las escaleras.

—Sí. ¿Por?

—¿Recuerdas lo que hablamos la última vez?

Me puse pensativa durante algunos segundos. Una vez abajo, comienzo a caminar en dirección a la cocina y en la sala...

—¿Aún sigues con eso? Te dije que... —pero no fui capaz de terminar mi frase y él me miraba con el celular al oído.

—¿Puedo casarme contigo? —Su pregunta me deja impactada.

Esta vez no estaba bromeando y había flores en sus brazos. Camina hasta mí. Guarda su celular y se hinca para ofrecerme un anillo. ¡Él está muy seguro de esto! Pero yo, me siento extraña.

—Alán... —un crujido en el suelo hace que desvíe la vista y así, descubro que mi familia está viendo la escena. ¡Y no solo mi familia!

¿Por qué estaban ellos aquí? ¡¿Otra vez él?! ¿Por qué Manuel y su madre también me miraban con mucha ilusión? ¡De locos amaneció hoy! ¿Acaso yo seguía durmiendo? ¿Un mal sueño? ¡Pues no mi cielo! Esos ojos verdes me observaban con atención y eso causó un ligero dolor en mi alma.

—¡Quiero aprender de que trata el matrimonio contigo! —Dice Alán.

Siento un nudo en el pecho, quiero decirle mil cosas y ninguna palabra es capaz de salir de mi boca. Y cuando hago contacto visual con esos ojos verdes, no puedo creer que esté pasando esto. ¿Por qué ahora? ¿Por qué hacer esto? ¿Por qué hacerme una propuesta así a mis dieciocho años?

—¡No puedo! —Es lo primero que le digo—. No estoy lista para casarme, aún soy muy joven.

—Ivin...

—Tengo que irme, Alán, te dije que no era buena idea que hicieras esto. ¡Necesito ir a comprar medicamentos! —Acto seguido a mis palabras, me doy la vuelta y salgo corriendo de mi propia casa.

El viento me golpea el rostro, el sol brilla en el cielo y me siento muy extraña. ¡Molesta y contenta! ¡Enojada y tranquila! ¡Agradecida y odiosa! Me detengo en el portón de malla y antes de salir, medito en todo lo que está pasando. ¿Por qué me pasan están cosas a mí? Siento que tengo la respiración muy agitada.

SI PUDIERA SALVARNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora