ME HACE QUERER

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¿Qué se supone que ella debía responder? ¿Era mejor que yo le dijera la verdad? Bueno, quizá sí, pero creo que aún no era el momento. Mi mamá no podía saber la verdad sobre lo que yo haría esta noche, aunque claro, no tenía nada de malo porque, yo no iba a hacer cosas malas. ¿Cosas malas? ¡Tú sabes a lo que me refiero! Soy escort en secreto y parece que la vida me quiere obligar a decir la verdad. ¿Es momento de confesar mi secreto? 

¡Que se joda la vida por un momento más! Todo esto lo hago por el bien de mi familia.

—¡No! Tú no me sales. Sabes perfectamente que debes pedirme permiso con tiempo.

—Pero mamá...

—Nada de peros. Ya te dije que no puedes salir. A demás, ¿con quién quieres ir a esta hora? Tú sabes que es peligroso salir de noche.

Mis esperanzas estaban muriendo.

Estefan estaba revisando su celular, papá ya estaba acostado chupando su paleta y aunque lo más probable es que él no estaba dormido, si estaba escuchando. ¿Qué pensará de mí? Si papá estuviera en sus cinco sentidos, era algo seguro que yo no podía tratar de negociar con él para que me dejara salir a última hora. ¡Qué cosas!

—Yo iré con...

—Manuel vino a buscarte, él...

—¡Iré con Manuel! —Interrumpí a mi hermano y aproveché la oportunidad.

Emilio se me quedó mirando con mucha atención y picardía. Mamá me fulmino con la mirada y yo había logrado usar mi astucia para poder salirme con la mía.

—¿De verdad está Manuel aquí? —Le preguntó mi madre a Emilio.

—Sí, dice que vino por Ivin.

¿Manuel me estaba apoyando con esta salida? Mamá me lanzo una mirada asesina, se rascó la mejilla izquierda y dejé escapar un suspiro.

—¿Y a dónde irán?

—No lo sé exactamente. Iremos con algunos de sus amigos a cenar hamburguesas.

Mentí todavía más.

—¿A qué hora regresas?

¿A qué hora debía regresar?

—Pues como a las diez o las once.

Mamá parecía meditar en la hora de mi regreso.

—Te quiero aquí a las diez de la noche. ¿Entendido?

¿Tenía otra opción? Mamá me estaba condicionando a la manera de su preocupación. Era esto o ser descubierta por todo el mundo. ¿Qué hubieses elegido tú?

—Está bien. Regreso a esa hora.

Ella asintió, le di un beso en la mejilla y un abrazo de esos que son bien abrigadores.

—¡Cuídate mucho y pórtate bien! —Dijo ella.

—Sí, eso haré. ¡Nos vemos pedorros! —Les grité a mis hermanos.

—Pedorra tienes la cara —me respondió Estefan.

Me reí. Bajé a toda velocidad después de haber entrado a mi habitación para poder tomar mi celular. En el sillón de en medio, Manuel estaba sentado, observando y tecleando en la pantalla de su celular. Notó mi presencia y sonrió.

—¡Canijo! —Exclamé al verlo.

Que él viniera a mi casa a esta hora no estaba en los planes, pero no había marcha atrás. Gracias a su visita inesperada pude convencer a mi madre para que ella me dejara salir. Siento que supe aprovechar bien las circunstancias. ¡Qué canija me estaba volviendo!

SI PUDIERA SALVARNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora