14. El sol

248 13 6
                                    

No se lo esperaba. Estaba segura. Lo que me mantenía inquieta era el hecho de como reaccionaria a lo que le tenía preparado. Espera, más bien, rezaba que bien.

¿Ya estas listo? - Murmure mientras me ponía rubor en el espejo principal. Desde allí podía verlo. Atrás mío. Con una remera totalmente negra que se le ajustaba perfectamente. Se veía tan bien que... Sacudí la cabeza para borrar ese tipo de pensamientos.

Hace rato. La que tarda eres tú. - Dijo con un tono divertido. Rodé los ojos con una leve sonrisa.

Vamos rápido que se hace tarde- Lo tome de la mano en un acto inconsciente, casi automático podría decir. ¿Qué me estaba pasando? Note que el no opuso resistencia alguna a mi contacto y se dejó guiar por mí.

Las angostas calles de Roma estaban llenas de gente para las 12:30. Tenía miedo de que alguno se perdiera a este punto.

Estaba caminando por delante de Matteo, tratando de ver el maldito lugar, cuando sentí un fuerte empujón por la derecha. Sentí como me caía, cuando justo antes de que mi cabeza toque el suelo alguien apoyo sus manos sobre esta. Mi mirada desconcertada se encontró a la de Matteo. Que me miraba con esos ojos que te hacían quedar sin aire, pero esta vez con algo más. ¿Preocupación? ¿Angustia? No estaba segura. Pero era algo nuevo.

¿Dolcezza..? ¿Te encuentras bien? - Pregunto con un deje de intranquilidad inusual en él.

Eh... sí. Solo fue un tropiezo. - Agregue sintiendo que no me creía- Vamos. No podemos retrasarnos que tengo todo preparado. - Le aclare levantándome. Esta vez fue el quien me tomo la mano. El me ofreció una sonrisa ladeada. Suspire.

¿Mañana es la semifinal? - Pregunte mientras seguíamos avanzando. Pregunte intentando distraer el hambre que sentía.

Si dolcezza. - Respondió con un tono tranquilo, pero unos segundos después agrego. - Aunque de todas formas perderás. - Murmuro y lo ofrecí una mirada indignada.

¿Discúlpame? Le gane a la anterior con una clara diferencia.

Si claro. -Dijo en un tono divertido. Idiota.

El sol brillaba como nunca esa mañana. Tal vez era porque sabía que dentro de poco dejaríamos de disfrutarlo.

Unos minutos después llegamos a una especie de plaza. Muy grande. Que contaba con puestos de comida alrededor de esta. Pero lo que más resaltaba de esta era que en el centro había una especie de ronda de personas. Me sonreí mentalmente. Había estado planeando esto durante semanas. Tenía que funcionar.

-Cierra los ojos. - Le ordene a Matteo antes de que pudiera ver lo que ocurría.

- ¿Cerrar los ojos...? No creo...

- ¿Matteo?

- ¿Si, dolcezza?

- Si confías en mí, cierra los malditos ojos. - No dudo. A los segundos los ojos se le cerraron. Sonreí suavemente cuando él no me estaba viendo. Joder que me estaba pasando.

Lo tomé de la mano lentamente y empecé a caminar hacia la multitud. Me abrí paso sobre esta y llegué hacia el centro. Donde la gente esperaba al próximo artista. Le aprete suavemente la mano y le susurre en el oído:

-No tengas miedo, yo confió en ti. -Al escuchar mis palabras Matteo rápidamente abrió los ojos con preocupación. Al abrir los ojos se quedó congelado, de una manera en la cual jamás lo había visto.

- ¿Qué es esto, Amber? - Pregunto en un susurro débil. Hasta sonó como un tartamudeo.

-Es para que le muestres al mundo lo que de verdad te gusta. -Al oírme un deje de calidez se posó en sus ojos. Se volteo lentamente hacia la guitarra que se encontraba a unos centímetros. La gente gritaba por escucharlo. Lo sentí tomar aire antes de acercarse a esta. Note como se asentía a si mismo antes de tomarla y sentarse en la pequeña silla que la sostenía. Unos segundos después empezó a cantar a la par que tocaba suavemente, en un tono casi angelical. Sonaba a paz.

Amor entre númerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora