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Estaba nerviosa, demasiado. Y tener a Hyein riéndose no era de ayuda.

─ ¡Yah! ─ se quejó en el teléfono tirándose a la cama a su espalda. ─ Pedí ayuda, no que te burles.

Lo siento, es que es increíble que no sepas qué hacer considerando que me contaste cuando viste porno por primera vez. Ya sabes cómo va eso.

─ Yo no quiero sólo follarmela, Hyein, yo quiero que sea especial. Es mi primera vez.

─ Que seas ruda no lo hace menos especial, estás con ella después de todo. Y según lo que me dijiste, a Danielle no le interesa mucho el sexo vainilla en esta situación.

─ Está bien, ser ruda, lo tengo.

─ ¿Dónde está ella ahora? Se supone que es de noche ya.

─ Está en su habitación, me dijo que espere antes de ir.

Ohh, eso será genial para ti. Tengo que irme, recuerda: déjate llevar y no tengas miedo a intentar cosas nuevas.

─ Bien, estaré abierta a todo.

─ La tienes que abrir a ella, ¡adiós!

─ ¡Hyein! ─ pero estaba sola, ella había cortado la llamada.

Hizo unas cuantas respiraciones mientras esperaba. Obviamente quería eso, ella quería tener a Danielle en todos los sentidos. Su inexperiencia la hacía ponerse más nerviosa aún, mas estaba segura de que era todo mental y que podía hacerlo bien si seguía sus instintos.

Danielle era una diosa ante sus ojos. Una bonita diosa. Y estaba a unos cuantos pasos de distancia preparándose para ella. Esto era una locura.

Esperó tal vez cinco o diez minutos más, no lo contó en verdad, hasta que recibió un mensaje de texto de Danielle diciendo que estaba lista.

Había un problema, Haerin no lo estaba. Se paró frente a la puerta y pensó si esto era buena idea, si estaba haciendo lo correcto. Danielle era su novia, su pareja, quien más la apoyaba en sus decisiones y metas, por supuesto que confiaba en ella. Confiaba plenamente. ¿Qué está pensando? Por supuesto que esto es lo que debería hacer.

Abrió la puerta poco a poco, encontrando que había un aroma dulce en el aire y las luces apagadas. Entró y observó la imagen más inesperada.

Danielle estaba usando lencería de encaje, tenía un choker de cuero en el cuello y más cuero abrazando sus muslos. Toda de rosa, recostada sobre la cama y las lámparas a los lados de la cama encendidas.

─ M-mierda. ─ jadeó incapaz de decir mucho más.

Danielle sonrió y levantó su mano, uno de sus dedos llamó a su novia para que se acercara. Sus uñas largas de color blanco resaltaban en sus manos.

Haerin tragó de forma dura y después se acercó a Danielle, quien la recibió poniéndose de rodillas y acercándose al borde de la cama. Estaba un poco más baja que Haerin de lo normal, pero eso le había gustado mucho.

─ ¿Aún quieres tocarme? ─ preguntó pasando sus manos por los hombros contrarios. ─ Dime, amor.

─ Por supuesto, mi vida, hoy y siempre.

─ Entonces hazlo.

Rápidamente sus labios encontraron su lugar pegados a la otra. Y pronto las manos de Haerin se unieron también, tocando la piel de Danielle, su cintura y bajó más hasta llegar a esa diminuta braga que cubría muy poco.

Poco a poco Danielle se tiró hacia atrás, llevándose consigo a su novia hasta estar sobre la cama y con ella arriba suyo. Estaba encantada de que finalmente estuviera sucediendo aquello que soñó sola muchas veces.

Danielle pasó las manos por debajo de la camiseta de Haerin, tocándola de forma tranquila y sintiendo debajo de sus manos aquella piel tan tibia y aterciopelada. Los músculos de su chica se habían puesto duros ante sus manos frías, pero se recuperó.

Haerin comenzó a seguir lo poco que conocía y bajó de sus labios a su cuello. Lugar donde dejó besos mojados, donde mordió y lamió con seguridad de querer marcarla. Danielle era suya, era toda suya y la gente tenía que saber eso.

Sonrió cuando escuchó un gemido y bajó a sus clavículas desnudas. A Danielle le encantaba. Estaba loca por esos toques inexpertos que la hacían morirse.

─ Me gusta tu sostén. ─ murmuró Haerin. ─ Pero quiero ver lo que hay debajo, por favor.

Danielle abrió los ojos encontrando en su novia una mirada de permiso para eso.

─ Te lo he dicho, conmigo puedes hacer lo que quieras.

gamer ᵈᵃᵉʳⁱⁿ ᵍⁱᵖ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora