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Danielle ríe por algo que le ha contado, su risueña risa suena adorable para Haerin, quien está sentada junto a ella en el sofá de su departamento, con la castaña abrazada a su cuerpo escondida en su cuello. La vibración de su voz le hace cosquillas, pero pese a ello no intenta alejarla, está muy cómoda en esa posición. Una fuerte pierna ajena rodeando las suyas y un brazo abrazando su cintura, con la nariz de la chica husmeando en el espacio de su cuello y hombro sintiendo los carnosos labios rozar su piel con cada risita alegre al tiempo en que le hace caer en el sofá atrapada por sus brazos. Mientras ella se deleita con la suavidad de la piel de la espalda (al tener una mano bajo su camiseta) trazando círculos imaginarios con las yemas de sus dedos. El aura que las rodea es tranquila, tanta que incluso las hace sentirse un poco somnolientas, ¿cómo será dormir juntas?

Escucha y siente el suspiro profundo que suelta Danielle, encogiéndose un poco por las leves cosquillas que eso le provoca al estar todavía escondida en su cuello. Todavía acariciando su espalda bajo la camiseta cierra los ojos, humedeciéndose los labios antes de intentar dormir un rato. Está un poco cansada, y por un momento piensa que Danielle ya está incluso dormida (al estar tan quieta abrazada a ella), pero sabe que no es así cuando siente un par de carnosos labios dejar un besito húmedo en su cuello.

Quiere preguntarle qué es lo que está haciendo, pero no lo hace porque sabe que Danielle le regañará; durante esas dos semanas la castaña ha sido muy atenta con ella, reprendiéndole cuando la atrapaba soltando alguna maldición en voz alta, cuidándola e incluso evitando que hablara. Era divertido y tierno a la vez.

Danielle sale finalmente de su escondite, sosteniéndose con un codo para mirar el par de ojos felinos oscuros que la observan con curiosidad, brillando dulcemente para y por ella. Haerin le regala una bonita sonrisa de labios cerrados y no puede resistirse en acercarse, ladeando un poco la cabeza para besarla cómodamente; los delgados labios se mueven lentos sobre los suyos, tomándose su tiempo para acariciarlos y disfrutarlos.

La pequeña mano sostiene la nívea mejilla, mientras los largos dedos se esconden bajo su camiseta para sujetar su cintura, tocando directamente la cálida piel. La tibia y reconfortante sensación las rodea a ambas en un delicado abrazo, poniéndolas en una pequeña burbuja que ahuyenta cada ruido del exterior, sólo enfocándose en el susurro de sus labios, respiraciones y ropa moverse con sus cuerpos.

Danielle jadea, es inevitable cuando siente los largos dedos acariciar su cintura bajo la ropa, subiendo un poco hasta llegar a sus costillas.

Haerin sonríe al escucharla, sabiendo casi de inmediato lo que eso significa, por lo que vuelve hacerlo provocando que la castaña dejara de besarla para dejar salir una risita baja por las cosquillas. Sí, Haerin ha descubierto un punto débil y planea usarlo a su favor, torturándola con una de las formas más horribles que puedan existir para Danielle Marsh: cosquillas. Y en cuanto sus dedos vuelven a pasearse por esa zona, Danielle se retuerce, carcajeándose y lanzando manotazos débiles para intentar liberarse.

Su risueña y linda risa se escucha con fuerza casi haciendo eco por el departamento, junto a su respiración volviéndose agitada y las súplicas de piedad que son vilmente ignoradas por su atacante.

— ¡Ya, Ha-Hae! — otra fuerte carcajada interrumpe sus palabras y siente a la aludida hacerle girar para colocarse sobre ella logrando tener más acceso. Sostiene sus brazos en un intento de quitarlas, pero Haerin es más rápida y logra librarse del agarre para seguir con su tortura. -¡Kang Haerin!

Pero la pelinaranja le ignora, riéndose silenciosamente de lo tierna y graciosa que la chica bajo ella se ve; con el cabello revuelto y las mejillas enrojecidas del esfuerzo, los ojos cerrados con las pestañas levemente humedecidas por las lágrimas y aquellos lindos dientes asomándose tras los carnosos labios.