Vaya Vecino..

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Xuliz Edevane despertó con el cuerpo pesado y la mente aún brumosa por el cansancio. Había tenido una larga noche de trabajo y su cuerpo pedía descanso. Se sentó en la cama con un gran bostezo, esperando que el sueño se desvaneciera pronto. Miró a su alrededor y notó que el cliente del día anterior ya no estaba. Solo quedaba un sobre con dinero en la mesa de noche.

El silencio de la habitación fue roto por un suave llanto proveniente de la cuna al otro lado de la habitación. Era Michelle, su pequeño bebé. El sonido fue como un llamado a la acción para Xuliz, quien rápidamente se levantó y se acercó a la cuna. Al llegar, su rostro se iluminó al ver a Michelle moviendo sus bracitos y pataleando con entusiasmo, a pesar de las lágrimas que aún le recorrían las mejillas.

Xuliz alzó a Michelle con cariño y lo acunó en sus brazos, hablando suavemente para calmarlo. El bebé dejó de llorar casi al instante y comenzó a reírse al ver el rostro de su madre. Esa risa era como música para Xuliz, y por un momento, todo el cansancio y las preocupaciones se desvanecieron. Siguió meciendo a su hijo, olvidando por un rato las dificultades de la vida.

Aunque sabía que tendría que regresar al trabajo esa noche, en ese momento, Xuliz solo quería disfrutar del calor y la alegría que Michelle traía a su vida. Con un beso en la frente del bebé, se prometió a sí misma que haría todo lo posible para darle un futuro mejor y un hogar lleno de amor. Xuliz tomó a Michelle y lo llevó al pequeño baño del apartamento. Con cuidado y cariño, le quitó el pañal y le dio un baño rápido, llenando la habitación con el dulce aroma de jabón para bebés. Michelle movía sus manos y pies con entusiasmo, salpicando agua por todas partes, pero Xuliz no se preocupó por el pequeño desorden. En cambio, sonrió al ver a su hijo tan feliz.

Después de secar y vestir a Michelle con un lindo conjunto amarillo, Xuliz le preguntó en tono juguetón: "¿Quieres ir al parque hoy, mi amor?" Michelle la miró con esos grandes ojos llenos de curiosidad y comenzó a balbucear, como si estuviera intentando dar su respuesta. Xuliz fingió entender cada sonido que salía de su boquita y dijo: "¿Ah, sí? ¿Te gustaría ver a los pajaritos y las ardillas?" Michelle respondió con más balbuceos y una risa contagiosa, moviendo sus bracitos como si estuviera celebrando.

"¡Eso es un sí!" dijo Xuliz, riendo con él. " Vamos a ver a tus amigos pajaritos, entonces. ¿Quién sabe? Quizás también haya otros bebés con quienes puedas jugar."

Con Michelle en brazos, Xuliz se dirigió a la puerta principal. Antes de salir, recogió su bolso y comprobó que tenía todo lo necesario para el paseo: pañales, biberón, y un pequeño juguete para Michelle. Mientras se ponía el abrigo, le habló a su bebé con ternura "Vamos a pasar un día hermoso, mi pequeño. Te lo prometo." Michelle respondió con más risas y balbuceos, y Xuliz sintió que, aunque la vida a veces era dura, momentos como estos valían cada esfuerzo. Con una última sonrisa, abrió la puerta y salió a disfrutar el día con su bebé, con la esperanza de que fuera uno lleno de momentos felices y risas compartidas.Mientras Xuliz se dirigía al parque con Michelle en brazos, se sentía emocionada por el tiempo que pasarían juntos. El parque estaba a solo unas cuadras, y el día era soleado, perfecto para que los niños jugaran y las madres charlaran. Sin embargo, lo que ella no sabía era que alguien la observaba desde lejos.

En una esquina, un hombre con cabello negro y ojos rojos oscuros fingía estar ocupado con su teléfono. Miraba de reojo mientras Xuliz avanzaba por la calle con su bebé. Mantenía una distancia prudente, sin llamar la atención, pero sus ojos seguían cada paso de Xuliz. Ella, sin notarlo, seguía su camino, absorta en las risas y balbuceos de Michelle, quien señalaba a todo lo que le llamaba la atención.

El parque estaba lleno de madres con sus hijos, la mayoría de edades cercanas a la de Michelle. Xuliz se sintió aliviada al ver el lugar, sabiendo que su hijo disfrutaría jugando en los columpios y toboganes diseñados para los más pequeños. La madre y el bebé se unieron a la multitud, entre niños correteando y madres compartiendo historias sobre sus hijos.

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