DMC.

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Roier espero a que Spreen presionará su ... Su verga contra él pero eso nunca pasó.

Escucho que la cama rechino debido a la falta de peso que había. También como pasos sonaban y como cosas de plástico chocaban.. así como bolas de ping pong

Estaba muerto de la vergüenza por la pose en la que estaba, así que se reduceria al decir cosas.

A este punto ya sabía que ofender a argentino lo haría sufrir más.

Pero todo se fue a la mierda cuando Spreen se puso delante de el y coloco una almohada bajo su mentón, para elevarlo. Después le enseño una mordaza.

-No.-

Roier intento hacerse a un lado, pero Spreen lo sostuvo por detras de el cuello

-Daleee.. roro.. porfi -

-Estas cayendo muy bajo..-

-¿Y vos?-

Spreen alzó las cejas y Roier se sonrojó.

-¡Me vale verga!-

-Abri la boquita que ahí va el avioncito..-

Soltó la parte de atrás de el cuello y metió dos dedos a la boca "abriéndola".

Roier podría haberlo mordido.. pero no lo hizo.

Pudo haber escupido, decirle que lo desatara y funarlo en twitter, pero no lo hizo.

Pudo haber puesto seguro a la puerta desde un inicio, y esto no hubiera pasado.

Pero, ¿Saben que hizo?

Roier abrió la boca.

Spreen metió con cuidado la bola roja que debería ir ahi, alzó el pelo de Roier y lo sujeto de atrás, escuchando un pequeño gruñido.

-Bien, roro.-

Spreen se subió a la cama, tomando a Roier de las nalgas, jugueteando y masajeandolas. Mientras que la pija de el castaño estaba casi por venirse debido a todas las estimulaciones que había tenido previamente.

-Voy-

Spreen tomo su propio miembro y lo palpeo entre los cachetes de el pelicafe, observando como este dió un saltito.

Tomo el lubricante y lo hecho en toda su extensión jadeando ante el frio liquido, después presiono su glande contra la entrada de el castaño, observando como entró después de poco.

-La puta madre..-

Gimió ronco al sentir el interior tibio de el de abajo, apoyando su mano en el arco que creaba la espalda baja de Roier.

Spreen se hundio un poco más en el castaño, escuchando un gemido que sonaba más como un quejido, observando como sus palmas se convertían en dos puños cerrados con fuerza, mientras que sus muslos temblaban.

Into The Party Donde viven las historias. Descúbrelo ahora