Capítulo 6. La oficina del director.

131 27 2
                                    

En la dirección el ambiente es un poco extraño, debido a que el director tiene una oficina bastante normal excepto por lo que a mi parecer es "el elefante en la habitación" una gigantofría de él con su hija.

Se trata de una hermosa joven que no se parece en nada a él, habrá salido a la madre, y la madre ha de ser preciosa.

Nuestras víctimas están siendo atendidas en la enfermería, el profesor de Quimica tras haberse nutrido del chisme dijo que esto no era su problema y se fue, estamos todas aquí escuchando un gran regaño mientras esperamos a nuestros padres.

Las chicas también están mirando la gigantografía que por poco no abarca toda la pared, se están mordiendo la lengua para no hacer una broma.

Y yo miro el piso, para evitar fijarme en las expresiones tan divertidas del director.

Cuando él hace una pausa, Melisa le pide la palabra, quiere explicarle nuestros motivos, cualquier otro estudiante sería silenciado hasta que lleguen sus padres, pero ella es la protagonista.

—Señor, si realmente quiere enfrentar la violencia en esta escuela debió detener a Hanah hace mucho tiempo, no puede alegar que desconoce el acoso escolar del que ella es la gran perpertradora y yo soy la víctima predilecta, yo y otras compañeras.

El director luce sorprendido, pero no debería estarlo, todos saben que hay una reina en esta escuela y gobierna con violencia de por miedo, hacia cualquier chica que pueda convertirse en una amenaza.

Lo curioso de Melisa es que no representaba ninguna amenaza, pero por celos Hanah la convirtió en la más peligrosa, ella misma moldeó a su mayor enemiga y la empujó a enfrentarla.

—Yo escucho lo que se comenta en los pasillos, pero si nadie presenta una acusación no puedo actuar en base a chismes—Se excusa el hombre.

—Por favor director, es obvio que nadie la acuse por miedo a represalias, usted debe entender que nosotras nos estábamos defendiendo—Melisa decide apelar a su lado más humano—¿Y si fuera su hija? ¿No preferiría que ella se defienda?

Esperamos que el director se conmueva ante la mención de su hija, pero sólo vemos la confusión en su rostro y ningún rastro de compasión.

—Yo no tengo hija.

En automático, todos nuestros ojos se quedan fijos en el cuadro gigante de él y la joven mujer.

—Ella es mi novia.

Ninguna de nosotras habla, pero nuestras caras seguramente lo dicen todo.

—Esa chica es demasiado joven—Dice Heidy, todas le reprochamos la indiscreción con una mirada de advertencia—Ay no ¿Lo dije en voz alta?

—No, pensaste muy fuerte—Le contesto intentando aligerar la situación y fracasando rotundamente porque el director no parece nada complacido.

—Y muy bella—Es Samara quien dice eso, en un esfuerzo por halagar, pero se da cuenta de que no suena muy bien—Se ve que son una muy linda pareja señor director—Miente descaradamente.

—Sí, se ve que tienen una hermosa relación—Melisa habla, aún avergonzada por su error pero queriendo repararlo—Sus hijos serán tan lindos.

—Yo soy estéril—Replica el director, la ira reemplazada esta vez por tristeza.

—Mejor para ella—Heidy echa por tierra todos los esfuerzos—Ay perdón, no debí verbalizar ese pensamiento.

En ese momento la puerta se abre, vemos entrar a la secretaria, una mujer de cuarenta años muy simpática, que siempre nos atiende más que bien cuando le pedimos ayuda.

—Director, han llegado los padres de todas las involucradas, me temo que no caben en su oficina, asi que los llevé a un aula vacía.

Un escalofrío sube por la espalda de todas las adolescentes, es una reunión exclusiva para hablar de nuestro mal comportamiento y con el director enojado.

Estamos condenadas.

—Gracias señora Perkins, ustedes pequeñas pandilleras se quedarán aquí a esperar su castigo.

—¿No nos dará la oportunidad de defendernos?—Pregunta Meli desesperada.

—Primero hablaré yo con sus padres, después se les informará su castigo—Al menos no amenaza con expulsarnos, creo que eso es bueno.

El director y la señora Perkins se van, dejandonos solas en la oficina, podríamos escapar fácilmente pero creo que ya hemos cometido suficientes errores.

Nos estábamos defendiendo, pero no tenemos pruebas de haber sido atacadas anteriormente, en cambio ellas tienen a cientos de compañeros que estaban en la cafetería, todos nos vieron dar el primer golpe y los primeros sillazos.

—Se acabó para mí, se acabó todo, mis padres me encerrarán hasta que llegue el apocalipsis—Se queja Samara, completamente desesperada.

—Mis padres nunca me entienden—Lamenta Melisa—Se olvidan que ellos también fueron jóvenes, me juzgan tan mal.

—Mis padres me odian—Heidy se une al festival de la autocompasión.

Como la única personada transmigrada en la habitación, una que sobrevivió a la adolescencia para contarlo, se supone que tendría mucho para decirles y enseñarles, pero quedé huérfana desde muy pequeña, las relaciones familiares no son lo mío.

—Sí, la vida apesta chicas—Al final de cuentas es lo único de lo que tengo certeza. Realmente apesta que todo te vaya bien en la vida y en ese momento te mate el hijo de un político corrupto, pero tienes tanta mala suerte que ni siquiera te mueres del todo, sino que viajas a un mundo ficticio, atraviesas de nuevo la adolescencia y ahora estás esperando a ser castigada como una niña.

—Pero tus padres son geniales—Me dice Samara, como si estuviera loca por despreciar cualquier pequeño aspecto de mi vida.

En parte tiene razón, debería estar agradecida por tener una nueva oportunidad, pero lo que ella no sabe es que la peor parte de mis vidas son mis familias.

Los primeros eran un desastre y no aprobarían un psicotécnico, nunca construyeron un hogar ni se sintieron como un lugar seguro para mí, de hecho para sentirme segura tuve que huir de su casa.

Ahora que soy Jocelyn mis padres no se pelean pero porque difícilmente se dirigen la palabra, están todo el día trabajando, y seguramente cuando la señora Perkins los llamó fue la primera vez en meses que se acordaron de que tienen una hija.

Es como si fuera huerfana, pero en lugar del Estado se hacen cargo de mí esta pareja que me dio su apellido, pero son más distantes de lo que serían los funcionarios estatales.

—No puedo decir lo mismo, no los he visto hace meses, no han llamado ni siquiera a preguntar cómo estoy, el castigo que me darán no será grave, porque en realidad no les importa lo que hago, ni siquiera gritarán o se enfadarán, o quizás sí pero sería porque he hecho que dejen el trabajo un rato—Les cuento, porque realmente necesitaba decirlo y quizá escucharlo les ayude a comprender que sus padres no son malos, ellos las aman.

—Lo siento—Samara es la primera en disculparse, quizás porque es quien los consideró "geniales".

Melisa se apresura a envolverme en un reconfortante abrazo y se lo devuelvo, esta vez con sincero agradecimiento, porque su apoyo no es falso, es puro y amoroso como solo puede venir de ella.

—No te preocupes—Dice Heidy uniendose el abrazo—Mis padres gritarán tanto, que te sentirás más castgada que nunca.

—Sí—Samara también se une a consolarme—Y nosotras estaremos siempre para hacerte compañía.

Ellas también me demuestran su apoyo, y en ese momento tomo la decisión, puedo confiar en estas chicas, puedo ser su amiga, tengo un plan pero no necesito fingir y hacer trucos sucios con ellas nunca más.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 08 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Transmigrar a un CLICHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora