Capitulo 7

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Después de esa rara decepción de ayer, Miguel se dio cuenta de que David nunca podría hacer algo bueno por sí mismo. Llevaba tiempo conociendo a Arturo, y sus conversaciones se habían vuelto más profundas. Compartían sus secretos más íntimos, y eso lo hacía reflexionar sobre la dinámica entre David y Arturo.

Miguel recordaba la primera vez que conoció a Arturo. Era un tipo con una actitud alegre en redes sociales, pero en persona era mucho más retraído y con una autoestima frágil. David, en cambio, era un "hombre" colombiano que había migrado buscando un mejor futuro, pero su falta de autoestima lo hacía dependiente de quienes lo rodeaban.

Arturo y David habían entablado una relación extraña. Arturo, con su personalidad dominante en línea, había atraído a David, quien buscaba desesperadamente alguien que le diera dirección. Miguel veía esto con preocupación, ya que sentía que Arturo, consciente o inconscientemente, estaba manipulando a David.

Esa misma mañana, Miguel se encontró con David en la cocina de la casa, tratando de retomar la incomoda conversación de ayer.

—¿Cómo podría alguien como Arturo manipular a alguien como David? Será un pendejo, pero no creo que por mucho —pensó Tristán mientras se dirigía hacia David.

—Hola David, buenos días —dijo Miguel, cabizbajo.

—Hola —respondió David, algo nervioso.

Miguel notó la incomodidad en la voz de David y decidió abordar el tema que los había distanciado la noche anterior.

—Perdóname si ayer te hice sentir mal. Solo quería enseñarte un poco el barrio.

—si, pero no quiero hablar de eso —dijo David, esquivando la mirada de Miguel.

David era un arrimado en una casa que ni siquiera pertenecía a Arturo. Se comportaba como un adolescente de dieciséis años, luchando por adaptarse a su nueva realidad. Para su edad, su comportamiento era demasiado extraño. Miguel observaba cómo David parecía perdido, incapaz de encontrar su lugar en un entorno que no le pertenecía.

Mientras tanto, Arturo se encontraba en su habitación, absorto en su teléfono, construyendo su ego en redes sociales. Allí se sentía una figura dominante por sus miles de twitts al día (vaya perdedor), alguien que la gente le daba vergüenza. Pero Miguel sabía la verdad: Arturo era tan inseguro como David, si no más.

El comportamiento de Arturo hacia David en internet era otro asunto que preocupaba a Miguel. Arturo disfrutaba humillando a David, especialmente delante de otros. Era como si obtuviera algún tipo de satisfacción al hacerlo, reforzando su propia imagen de superioridad. David, por su parte, soportaba estas humillaciones en silencio, cada vez más mediocre.

Una tarde, Miguel presenció una escena que lo hizo decidir que debía actuar de inmediato. Estaban todos a punto de cenar, cuando Arturo comenzó a hacer comentarios despectivos sobre David.

—David, ¿Ve a destapar el baño que ya se volvió a llenar de papeles sucios? —dijo Arturo en tono autoritario.

David se levantó rápidamente para complacer a su amo, pero en el proceso y por lo mediocre que es, termino arruinando todo e inundado el baño.

—¡Eres un inútil! —dijo Arturo, riendo y señalando a David mientras Miguel miraba con incomodidad.

Miguel no pudo soportarlo más. Se levantó y se colocó entre Arturo y David, mirando directamente a Arturo.

—Ya basta, Arturo. No tienes derecho a tratar así a David. Nadie merece ser humillado de esa manera. Entiendo que sea un bueno para nada, un parásito un arrimado que llegó sin avisar y un pendejo wey, pero no merece ser tratado así por ti

Arturo levantó una ceja, sorprendido por la intervención de Miguel, pero rápidamente recuperó su actitud sumisa.

— Por favor Miguel, no nos pegues sabes que no lo aguantariamos.

Miguel respiró hondo, tratando de mantener la calma.

— Entonces ya déjalo en paz wey, David no es débil. Tiene más fuerza de la que imaginas, y lo que necesita es apoyo, no alguien que lo humille constantemente. Y tú, Arturo, deberías mirarte en un espejo y preguntarte por qué necesitas hacer sentir mal a los demás para sentirte bien contigo mismo.

David, que había estado observando en silencio, se acercó a Miguel.

—Gracias, Miguel —dijo en voz baja, con lágrimas en los ojos.

La tensión en la sala era notable. Arturo, claramente molesto, se levantó y salió de la habitación sin decir una palabra más.

Miguel sabía que esto no iba a ser fácil, pero estaba decidido a seguir apoyando a David. Después de que Arturo se fue, se sentó con David y comenzaron a hablar más abiertamente sobre sus sentimientos y experiencias.

—David, quiero que sepas que no estás solo. Tienes que empezar a creer en ti mismo y a valorarte. No dejes que nadie te haga sentir menos de lo que eres.

David asintió, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud. Sabía que el camino hacia su recuperación y autoafirmación sería largo, pero con el apoyo de Miguel, estaba dispuesto a intentarlo. Juntos, empezarían a construir una nueva narrativa, una en la que David pudiera ser fuerte y Arturo enfrentara sus propios demonios.

Pero aún después de esa conversación tan motivadora, David seguía queriendo a Arturo, no podía dejar de hacerlo, sentía que tenía una larga deuda con él, con quién consideraba su mejor amigo, incluso si este mismo lo ignoraba y lo hacía sentir menos.

Esa noche, mientras David dormía, Miguel se quedó despierto pensando en cómo podrían avanzar. Sabía que la conversación con Arturo aún estaba pendiente y que tendría que enfrentarse a él nuevamente. Pero esta vez, no solo por David, sino también por Arturo. Tenía la esperanza de que, de alguna manera, pudiera ayudar a ambos a salir de sus respectivos abismos.

A la mañana siguiente, Miguel decidió que era hora de hablar con Arturo nuevamente. Lo encontró en la cocina, comiendo su casqueria apestosa y revisando su Twitter.

—Necesitamos hablar, Arturo —dijo Miguel, acercándose.

Arturo lo miró con disgusto, pero no dijo nada, simplemente asintió.

—Sé que tienes tus propios problemas —comenzó Miguel—. Y sé que en línea puedes ser quien quieras ser, pero David te ve como un salvador, alguien en quien confiar. No puedes seguir jugando con sus sentimientos.

Arturo frunció el ceño, claramente a la defensiva.

—Yo no estoy jugando con nadie —replicó—. David es un adulto, incluso me dobla la edad. Sabe lo que hace.

—No Arturo, no lo sabe. Está perdido, y tú lo sabes. Necesitas ser honesto con él, y contigo mismo. No puedes seguir escondiéndote detrás de una pantalla.

Arturo mantuvo su expresión dura, pero Miguel vio un destello de duda en sus ojos.

—Mira, no estoy aquí para atacarte —dijo Miguel, suavizando su tono—. Solo quiero que entiendas que todos estamos lidiando con algo. David necesita tu apoyo, nuestro apoyo, no tus insultos. Y tú también necesitas ayuda, aunque no lo admitas.

Arturo bajó la mirada.

—No sabes lo que es vivir con esto —murmuró.

—Tal vez no lo sé completamente, pero sé que podemos encontrar una manera de mejorar las cosas. Todos necesitamos ayuda en algún momento, Arturo.

Miguel confió plenamente que Arturo podía cambiar junto con David, pero tal vez se equivoque.


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Hace mucho que no actualizo está cosa, así que, hola.

Decidí que voy a hacer los diálogos de Oveja como si fuera el prota de protas de un manga, siento que así se comportaba en privado, y si no, pues me vale vrg porque es un fanfic y los fanfics no son canon 👀

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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Loco y Paranoico por perder mi preciado zinc. ★ DoomverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora