🎭 ; 79 !

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🎭 ; hace un mes.


Iba a estar bien.

Se suponía que iba a estar bien.

No era la primera vez en que se veía obligado a alejarse de alguien y podría decir que estaba acostumbrado a hacerlo. Pero Euijoo no se esperó luchando contra sí mismo cuando Nicholas entró a ese despacho, el sobresalto en su corazón al ver esos ojos rasgados viéndole a la espera de que le explicara que estaba pasando. Ni siquiera pudo volver a mirarlo después, mordiendose el interior de la mejilla mientras escuchaba todo.

“Es él o es tu carrera. Y sabes perfectamente que puedo destruirla en un segundo si lo quiero”.

Él no iba a hacerlo. No iba a dejar su lugar en el mundo por Nicholas. Y se había dicho que estaría bien, porque siempre estuvo bien.

O probablemente era él quien se convencía todo el tiempo de eso, para no demostrarle a aquel hombre que podía lastimarlo.

Pero cuando lo vió salir de ahí, cerrando la puerta sin siquiera volver a darle una mirada, Euijoo sintió un dolor tan profundo en su pecho que lo imaginó como su corazón rompiéndose en trillones de pedazos. No fue capaz de controlar las lágrimas que se le escaparon de los ojos, ni de tragarse el nudo en su garganta. Y odió eso. Odió ver al hombre de traje negro sonreír con satisfacción cuando lo miró. Porque estaba dándole la imagen que tanto deseaba ver en él: destrozo.

Y de a poco, estaba logrando que la soledad le llegara.

Euijoo lo confirmó cuando tuvo aquella conversación con su mejor amiga, su gota que terminó por hacerle tirar almohadas y dar golpes frustrados en la cama. Se sintió más solo que nunca, con el corazón destrozado y creyendose insuficiente.

Así como su entrenador se había sentido hace años. O como él le había asegurado que se sintió después de que su madre lo rechazara y terminara casándose con su padre.

Aquel hombre buscaba dañar a su padre haciéndole daño a él, se lo había confesado cuando por fin Euijoo se decidió a entrar a la empresa y ser idol, cuando comenzó a maltratarlo. Y aunque en principio le mostró cuan dolido se encontraba por lo que le hacía, después se prometió a sí mismo que no le daría el lujo de verle así.

Hasta Nicholas.

Nicholas llegó a ser su punto de quiebre, su entrenador lo supo cuando los encontró en la sala de ensayo, lo terminaría de romper alejándolos.

Esa noche no durmió. Se quedó sentado en el piso, con una habitación destrozada y hojas de papel tiradas por ahí. Si algo había aprendido en sus años de no querer contarle a alguien más lo que pasaba, fue a escribir. Se desahogaba de esa forma. Y terminó en una canción, una que iba a Nicholas.

Euijoo no volvió a llorar los días siguientes, sonrió ante sus padres, ante Fuma. E intentó hacer lo mismo delante de sus fans. Pero Taiwán era el país del que Nicholas le habló en ese mes donde vivían hablando por mensajes, cuando él estaba en su tour en Estados Unidos. Le había dicho que pensaba vivir ahí cuando fuera mucho más grande y que deseaba hacerlo con la persona que más amaba. Y su canción no ayudó mucho, así que Euijoo rompió en llantos ahí.

— ¿Euijoo? —Fuma se asomó por la puerta del cuarto de hotel, mirándole desde ahí.

— Pasa —dijo.

Fuma se adentró y entonces Euijoo lo miró, sonriendole.

— Nunca pensé que me dolería tanto no verlo entrar por la puerta enojado porque lo dejé esperando ahí afuera mil horas.

MEAN. nichojoo auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora