CAPÍTULO II - Daniel -

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-Mateo, despierta -. Lo sacudí suavemente mientras susurraba con el afán de despertarlo -. Hey, despierta -.

Al ver que abrió los ojos rápidamente le tape la boca para evitar que sus gritos despertaran a los demás.

-Shhhh -. Chisté para tratar de calmarlo, esperaba que el ojos no se notara el miedo -. Voy a retirar mi mano de tu boca, pero no grites -. Trate de decir con calma mientras retiraba mi mano de su boca.

-Gracias Dan -. Dijo con una sonrisa apenada.

-¿Pesadillas otra vez?

-Así es, esta vez fue con Pablo en donde... -. Respondió esté antes de que lo interrumpiera.

-¡Vaya!, debió ser una pesadilla en extremo horrible -. Una sonrisa surcó mi rostro y use toda mi fuerza de voluntad para evitar reír y no despertar a los demás.

-No es gracioso Daniel -. Dijo con cara de pocos amigos -. Es sobre lo que paso antes de que escaparamos del campamento.

-Oh vamos Mateo, sabes que él no era un buen tipo, ¿quien en su sano juicio encerraría a su novio en un mundo en donde aprender a sobrevivir es de vital importancia? -. Alegue algo molesto.

-N-no es ver-verdad -. Tartamudeo avergonzado mientras apartaba la mirada.

Decidí no hablar más en el tema cambiando tema -. Entonces... ¿Qué vamos a hacer en la mañana?, ¿A dónde vamos a ir?

-No sé, tengo entendido que hay un campamento en la antigua Ciudad Real.

Observé cómo Mateo se levantaba de donde estaba y bajó a la cocina y lo empecé a seguir -. ¿A dónde vas? -.

-Solo necesito caminar un poco -. Respondió en voz baja mientras se alejaba al pasillo.

En la cocina seguimos platicando pero nos distrajo un fuerte ruido proveniente del exterior. Corrimos hacia el comedor y nos asomamos levemente a la ventana y vimos unas sombras saliendo de la casa de enfrente cargando varias bolsas.

-Mierda, son carroñeros -. murmure amargamente mientras apartaba a Mateo del lugar -. Tenemos que huir de aquí. Quedate un momento aquí guardando más provisiones en lo que despierto a los demás.

-No, yo los despertare mientras tú guardas las provisiones -. Dijo poniendo mala cara.

-Hostias, pero que mala leche tio. Pero está bien, yo guardaré provisiones -. Me queje mientras Mateo subía como flecha para despertar a los demás.

Empecé a guardar todo lo que pareciera ser útil en la cocina, latas de conserva y botellas de agua, de rato escuche pasos en la planta alta y algo de ruido enfrente de la casa, haciendo que corriera a ver y para mi temor vi como los carroñeros trataban de forzar la puerta.

-Oh mierda -. Murmure al verlo. "Debería haber agarrado el arma, Luisa date prisa y baja", suplique mentalmente y tenía la esperanza de que el mueble los detuviera un poco más.

-Salgamos por la puerta trasera -. Dijo Luisa -. Antes de que... -. Al instante nos quedamos congelados al escuchar los gritos de los Follias que fueron atraídos por el escándalo causado por los carroñeros.

Salimos en estampida por la puerta trasera y corrimos en dirección al bosque cercano. El rugido de los infectados, el sonido de las armas de los carroñeros y los gritos de los que estaban siendo devorados.

-No paren por lo que más quieran -. La voz de Luisa estaba llena de terror -. ¡Chamos muevan ese culo!.

Las balas de Luisa surcaban nuestro alrededor y caían certeras en los infectados logrando que cayeran al suelo. Seguimos corriendo con los gritos desesperados de los carroñeros a nuestras espaldas al ser devorados.

La sombra en la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora