¡Policia, manos arriba!

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Estábamos a miércoles por la madrugada y aún no había hecho la maleta, soy un desastre, lo sé.

Salíamos hacia el aeropuerto en dos horas y todavía me tenía que duchar y hacer la maleta.

Empecé a probarme outfits, pero es que no tenía ropa, necesitaba más.

Al final me decanté por un par de outfits, metí pijamas y ropa interior, los últimos días no había hecho muy bueno en Alemania, pero igualmente metí bikinis por si eso, además en el hotel habría spa y jacuzzi supongo.

Terminé de hacer la maleta e hice el neceser, que tampoco era poco lo que llevaba ahí y luego me metí a duchar lo más rápido que pude, yo normalmente tardo mucho, no se porque pero se me pasa siempre el tiempo volando.

Al salir me vestí y mientras me secaba el pelo empezaron a escucharse gritos, ambiente de viaje en la madrugada.

-¡Venga que llegamos tarde! ¡Juan Manuel como no te levantes ahora mismo te arrastro de la oreja!- mi madre con la puntualidad es muy estricta y mi padre se toma las cosas con mucha calma.

-¡Victoria espero que ya hayas salido de la ducha, te quiero saliendo por la puerta en 10 minutos señorita!- me tengo que dar prisa- ¡y viste a tu hermana, que siempre lo tengo que hacer todo yo!

Ya habíamos salido después de un par de gritos y regaños más, mi madre consiguió sacarnos a todos por la puerta a tiempo. Llevábamos 10 minutos en el coche y yo me estaba sobando, mi hermana se durmió desde que le abrochamos el cinturón.

Ya estábamos en el aeropuerto, el vuelo salía a las 10, teníamos tiempo de sobra para desayunar.

Pinchito de tortilla y jamón serrano del bocata de mi padre, desayuno más español que Carvajal.

Luego mi madre y yo nos fuimos al sturbuks a por un poco de café, que había aficionado a mi madre a ese sitio desde que lo probó gracias a mis súplicas.

Nos pedimos dos cafés tamaño mediano y nos fuimos a dar una vuelta por las tiendas, momento terapia de madre e hija.

Entramos a Mango y me compré algunas faldas y blusas que no tenía casi y que además mi madre quería que fuese guapa para la cena porque ella iría elegante, como siempre.

Mi madre es la mujer más elegante y amable que conozco y eso me encanta porque siempre me ayuda a estar en mi mejor versión y me sube el autoestima cuando lo necesito y cuando no también, la quiero muchísimo.

Mi madre vio una camisa para mi padre en boss que dijo que le quedaría genial y se la compró sin siquiera preguntarle, cuando se trata de moda ella siempre decide por él.

De repente me fijé en la hora y solo quedaban 5 minutos para las 10.

-¡Mamá, corre que ya son y 55!- mi madre estaba saliendo con una bolsa en cada mano, me miró horrorizada y empezó a andar a paso rápido.

-Pero si parece que acabamos de desayunar, llama a tu padre que estará igual que nosotras- yo le hice caso y busqué el contacto mientras aceleraba cada vez más.

-¡Papá!- el contestó tranquilo- ¿Dónde estáis? Nosotros ya estamos a la cola- ¡Que nosotras estamos en la zona de tiendas, no llegamos!- como no corriésemos de verdad nos quedamos aquí- Que si hija, que si, que se esperan 10 minutos más siempre, no pasa nada, bueno tengo que sacar la entrada- y colgó porque la tenía en el móvil.

Al final llegamos cuando estaban entrando los últimos, mi madre y yo suspiramos. Entramos, nos encontramos con papá y Mirella, mi hermanita. Metimos las maletas de mano y las compras en sus sitio y directamente nos dormimos toda la familia, que se note que ayer no hubo siesta.

Distracción • Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora