capitulo 3

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III

Amigos

¡Mira no es ese El heredero del clan Yamanaka¡– señaló muy entusiasta– ven vamos a saludarle.

—No creo que sea muy conveniente ir a saludarlo– comento mientras agarraba a su amiga de la mano para detenerla– sin duda eso no sería agradable para el.

—Para nosotras no hay ningún problema.–contesto– además no lo veo con nadie a su alrededor. Solo será cinco minutos.

—Que no lo entiendes.–agarrando una prenda de la canasta de rebajas mientras le susurraba a su amiga–gente como esa no tiene tiempo de hablar con nosotras, además, como alguien de su categoría de seguro tienen un millón de amigos con quien conversar.

—tienes razón de seguro se dirige a una de las ostentosas fiestas que tienen las personas de su clase–mirado de reojo a el heredero–nosotros solos seríamos una piedra en sus zapatos.

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Estaba mirando desde la ventana como los niños de mi clan jugaban  de arriba hacia abajo mientras salían del dojo de una clase de entrenamiento.

De verdad me encantaría ir allá afuera y jugar con ellos, pero por las heridas de mi antiguo enfrentamiento ya llebaba unos dias en cama y dudada que mi padre me permitiría salir a jugar como ellos.

Si le preguntaba de seguro mi padre responderia con la típica  de "amigos. jugar. cosas como esas no deberían estar en tu cabeza. tú tienes un futuro por delante y eso simplemente sería una pérdida de tiempo total".

Hace ya varios años había perdido la ilusión de hacer un amigo por los problemas de mi padre y como si no fuera poco siempre que intentaba hablar con alguien de mi clan ellos salían corriendo o sus padres simplemente los apartaban de mí con temor de que tuvieran alguna represalia del líder clan.

Y ni hablar de los aldeanos, que parece que con mi simple presencia podía llegar a asustarlos a muchos. Todavía no había conocido a uno que no saliera corriendo con simplemente estar hay en el lugar. y dudaba que existiera .

Mis pensamientos como siempre fueron interrumpidos con la presencia de mi padre asomándose a la habitación.

Qué extraño mi padre casi nunca visitaba mis aposentos.

—Si estás lo bastante bien para levantarte de tu cama y dirigirte a la ventana, me imagino que tus heridas ya deben de ser un problema.– mirando el lugar con detenimiento–¿y bien no me vas a permitir entra?.

—Como si ya no estuviera adentro– pensé.

—Claro padre pasa por favor.– sacando una de las sillas de la mesa– espero que te sientas cómodo– con claro cansancio en mi voz.

—Quita esa cara de aburrimiento y ponte más serio que lo que tengo que decir es muy importante.

Lo que sea que tenga que decir mi padre ha de ser muy importante para venir a mi habitación a estas horas de la mañana.

Tomé asiento a su lado y simplemente asenti para prepararme a escuchar lo que sea que tenga que decirme.

—sin rodeos padre.–mi tono seguía teniendo el mismo deje de cansancio–Recién acabo de curarme de mis heridas y la verdad es que mis huesos empiezan a estar adoloridos de nuevo.

El herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora