Libro I: Que extraño es volver a nacer

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Desde Hispania había tenido en numerosas ocasiones fiebres, tras haber hablado con las personas a las que más había traicionado, pero que más fieles me habían sido...morí, creí que iría al Averno

*( Hades grecorromano )*.

Pero mi destino siempre ha sido extraño, y de nuevo los dioses se reían de mi... había reencarnado....jajajajaaa, menos mal que no podía reír por mi corta edad sino mis nuevos padres se preocuparían, ese maldito bastardo de Catón...que se pudra yo soy superior a todos ellos.
¡Soy el más grande general de Roma. Y ahora soy el único que ha reencarnado!

Dejando mis pensamientos vanidosos de lado, es irónico. Lo mejor de todo es que lo recuerdo todo, desde mi tío enseñándome en el Campo de Marte hasta mi caída....

Dejemos mi anterior vida de lado, mis nuevos padres se estaban preocupando...normal, los niños deben llorar al nacer, sobre todo mi madre parece bastante nerviosa...ella es francamente preciosa, pelo castaño y ojos del mismo color, cara fina y amable que me mira con cansancio, sin embargo con el mayor cariño que ella podría llegar a expresar, su nombre es Alice... Alice Leywin...extraño aquí no ponen un pranomen, cognomen y nomen *(Como se formaban los nombres en la antigua Roma, un claro ejemplo es el ya nombrado Marcio Porcio Catón)*

Me dan ganas de abrazarla, tristemente mi padre acaba de cogerme alejándome de mi nueva madre, y ha empezado a intentar que hable...si con apenas unas horas de vida...es imbécil.

Pero, se identificar a alguien sabio cuando lo veo, y el lo es, su cabello castaño, facciones fuertes, con algo de barba y una pequeñas ojeras, posiblemente por no dormir mientras mi madre daba a luz. Pero lo más impresionante sin duda es su mirada.

La de un hombre decidido a ser el mejor padre...a proteger a su primogénito con su vida...

Debo dejar de divagar, o me darán de nuevo las fiebres...cierto que aquí mi cuerpo es nuevo y nunca las ha padecido, extraño...me siento extraño.

Volviendo sobre mi nuevo padre su nombre es Reynolds Leywin, imponente cierto es, aunque no creo que supere nunca el de mi primer padre.

-Alice déjame jugar un poco con el pequeño Arty- dijo mi padre mientras le hacía un puchero infantil a mi madre.

-Rey compórtate, apenas tiene unas horas- le regaño mi madre mientras me volvía a coger

-Mi presencia aquí ya no es necesaria señor y señora Leywin, así que me marcho, si le ocurre algo al pequeño Arthur llámenme- hablo quien suponía era el médico, algo canoso y con cierto aire a mucha lectura en sus ojos.

-Muchísimas gracias señor Oton, y no se preocupe- dijo mi madre.

Ella me acunaba y me abrazaba contra su pecho, posiblemente intentando protegerme, noté como mi padre despedía al médico mientras esté salía de la domus, que pronto descubriría que aquí se llama casa. Extraño, y sin embargo fascinante, ¿aquí existiría alguien como Aristóteles o Platón?

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Este mundo me fascina...pronto podría comenzar a volver a tomar las riendas del mundo, pero por ahora debía intentar tomar las riendas de mis propias piernas, mientras veía a mí padre abriendo sus brazos, aprovechando para  que yo intentase andar, aprovechando que mi madre estaba despistada haciendo la cena.

Cuando caí, como era normal pues apenas tenía meses, como mucho 5, mi madre vino muy enfada y casi le corta la oreja a mi padre.

-Cariño el debe intentar aprender ya, además es sólo un moratón- Decía mi padre mientras mi madre le estiraba la oreja enfadada.

Ella se enojo aún más, y sentí dolor al ver cómo su oreja se ponía roja.

El apenas tiene 5 meses, ni loca le permitiría andar, además un moratón en la cabeza puede ser muy peligroso y acabar matándolo!- argumento ella soltando a mí padre

Me recogía y para mi fascinación comenzaba a curar mi herida con magia.

Reí sin querer, algo histéricamente al pensar que mi madre era una ninfa....pronto descubriría que esa magia era algo normal y no cosa de especies extrañas. Ja...iluso

-¡Art... no te rías de tus padres!- dijo mi madre al oír mi risa, sin notar del todo mi tono histérico y tachándolo seguramente de una risa infantil...

Intenté sonreír y hacerme el mono, cosa que funcionó pues mi madre comenzó a achucharme contra su pecho emocionada, pronto sentí los brazos de mi padre y entonces entendí que la razón del porqué mi madre amaba a mi padre era por su lado amable...

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Me dolían los ojos, quizás habia leído demasiado, mi curiosidad por la magia no tenía límites, y quizá había estado despierto más allá de mis horas. Entre los aumentadores, conjuradores, el núcleo y los diversos elementos que cada persona podía tener...sin olvidar las personas extrañas como mi madre, que es una emisora, todo ello era lo que un mago podía ser.

Tristemente no existía nada similar en mi mundo original, nada de magia, y nada de núcleos, tan solo los gladios y batallas de grandes ejércitos que en numerosas ocasiones yo había comandado, salvo en Magnesia, malditas fiebres....

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Creo que debo parar de escribir...debería ir a cenar o sufriría la ira femenina tan común en este mundo, pero bueno, está segunda parte de mis memorias es interesante, quizás mañana escribiría sobre como forme un núcleo o como me convertí en el hijo más sabiondo y pedante que nunca ha existido.

Apartado claro a los filósofos, ellos son inentendibles, lo peor de todo es que también existen en este mundo, son fascinantes, y no puedo evitar sentirme acomplejado por su capacidad de pensamiento....

TBATE: DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora